Las olas de calor del verano nos hacen más comprensivos cuando hay un corte de energía en la casa de un vecino y sabemos que no puede encender un ventilador.
El calor absorbe nuestra energía, nos sentimos pegajosos, no podemos dormir, nos preocupamos por los alimentos que están en el refrigerador y pueden estropearse.
Sin embargo, existe otro tipo de corte de energía que es aún peor. Uno que es sinónimo de desastre en cualquier época del año. Me refiero a la falta de energía espiritual.
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A diferencia de un apagón que te priva de la luz y la refrigeración, este te priva de un sentimiento de cercanía a tu Padre Celestial. Nos sentimos aislados de Su luz, inspiración e influencia.
Todos pasamos por altibajos. Tenemos esos momentos maravillosos en los que nos sentimos cercanos a Él y esos momentos más oscuros cuando no lo sentimos cerca. Entonces, ¿cómo podemos “mantener las luces encendidas”?
Aquí hay diez formas infalibles de aumentar tu poder espiritual e incluso acumular reservas para tiempos difíciles:
1. Debes saber que esto es común y que no estás solo
Busca personas en las que puedas confiar y compartir tus sentimientos. Alguien que pueda ayudarte a navegar a través de la tormenta.
Ese es uno de los propósitos por los que nos reunirnos todas las semanas, para fortalecernos unos a otros.
Este es el momento de actuar con rapidez. Necesitamos el poder del Espíritu Santo durante estos tiempos turbulentos. Así que, no demores en buscar ayuda.
2. Evalúa tu vida
¿Hay algo que necesite tu atención? ¿Hay algún pecado que hayas justificado? – Ese en el que acabas de pensar. O, ¿hay algún paso del proceso de arrepentimiento que has estado ignorando?
Con frecuencia, el Espíritu Santo se aparta cuando dejamos de intentar guardar los mandamientos. Él sabe que no somos perfectos, pero es importante intentarlo.
Asegúrate de no participar ni interactuar con nada que pueda apartar la presencia del Espíritu Santo en tu vida. Esto también incluye aquello que consumes en los medios electrónicos.
El élder Carlos E. Asay describió los asombrosos beneficios de permanecer cerca de este tercer miembro de la Trinidad:
“El Espíritu Santo puede brindarte un poder más allá de tus habilidades naturales.
Él puede proporcionarte la ayuda de poderes invisibles en todo lo que hagas: el poder de hablar con autoridad, de recibir inspiración que te permita decir algo que no fue planeado y de recibir impresiones que, si las sigues, te traerán bendiciones a ti y a los demás.
Los mortales pueden tener grandes capacidades y potencial. Sin embargo, sin importar cuán grandes sean estos poderes mortales, son solo una sombra de los poderes que se pueden reclamar a través de un vínculo con el Espíritu Santo”.
3. Ajusta tus prioridades
A veces, llenamos nuestra vida con cosas buenas. No obstante, estas nos alejan de lo mejor de la eternidad.
¿Estás demasiado ocupado y no dedicas tiempo al templo, al estudio de las Escrituras, a la reflexión y meditación? Si es así, no debes tomar esto a la ligera. Al igual que dijo el presidente Russell M. Nelson:
“Cuando procuren el poder del Señor en su vida con la misma intensidad que tiene uno que se está ahogando y lucha por respirar, el poder proveniente de Jesucristo será de ustedes.
Cuando el Salvador sepa que ustedes realmente desean acudir a Él —cuando Él pueda sentir que el mayor deseo de sus corazones es obtener el poder de Él en sus vidas—, serán guiados por el Espíritu Santo para saber exactamente lo que deben hacer”.
4. Llena tu vida de cosas que restauren el Espíritu a tu alma
Esto podría ser a través de música edificante, videos de discursos de la Iglesia, la revista Liahona, las Escrituras y la obra de historia familiar.
Cultiva amistades que te eleven a un plano superior, que te hagan querer obedecer y convertirte en lo mejor que puedes ser.
5. Sirve
Una de las mejores formas de evitar la tristeza y restaurar la alegría, es ayudar a los demás. Encuentra un proyecto y pasa tiempo con los necesitados.
Ponte en contacto con las familias o personas que tienes la responsabilidad de ministrar. Pregúntales a tus vecinos cómo puedes ayudar.
Es posible que tu obispo y la presidenta de la Sociedad de Socorro también sepan de algunas formas de servir.
A veces, durante estos momentos de servicio, recibimos un repentino estallido de revelación sobre algún problema con el que hayamos estado luchando.
6. Perdona
Elige a una persona que sepas que debes perdonar y ora para recibir ayuda para seguir adelante.
Ora por esa persona. Date cuenta de que “la gente lastima a la gente” y que las personas son producto de su crianza y experiencias. Ve a los demás como Dios los ve, como niños que desea que vuelvan a Él.
7. Obtén tu bendición patriarcal
A veces, las nubes oscuras se acumulan tan densamente que no podemos apartarlas solos.
Habla con un poseedor del sacerdocio y recibe los mensajes que Dios tiene para ti.
8. Cuenta tus bendiciones
Parece simple, pero realmente funciona.
Tómate un momento para pensar en todas las cosas buenas de tu vida. Todas las formas en que nuestro Padre Celestial te ha ayudado. Reserva un momento de pura gratitud.
9. Estudia la expiación de Cristo
Convierte esto en una cuestión de enfoque y considera todo lo que Él sufrió, solo por tu propia vida.
Contempla tus promesas eternas y lo mucho que significas para Él. Mírate a ti mismo en el glorioso plano de exaltación e imagínate en el Reino Celestial algún día. Sí, tú.
10. Ora de una forma diferente
Olvídate de las frases habituales y habla con tu Padre Celestial. Derrama tu corazón, busca entendimiento, busca hacer Su voluntad. Haz una pausa para escuchar, sentir, meditar.
Habla con Él sobre lo que más importa. Esfuérzate por aceptar humildemente la corrección. Acepta de todo corazón las respuestas que recibas cuando digas: “Hágase tu voluntad”.
Durante años he guardado una cita de Parley P. Pratt en mis escrituras. La cita es sobre el Espíritu Santo y el mismo poder del que estamos hablando. Dice:
“El don del Espíritu Santo… estimula todas las facultades intelectuales, incrementa, amplía, despliega y purifica todas las pasiones y afectos naturales y los adapta, por el don de la sabiduría, a su uso legítimo.
Inspira, desarrolla, cultiva y madura las finas compasiones, gozos, gustos, afinidades y afectos de nuestra naturaleza.
Inspira virtud, amabilidad, bondad, ternura, mansedumbre y caridad.
Desarrolla la belleza de la persona, de la forma y de los rasgos.
Se inclina hacia la salud, el vigor, el ánimo y el sentimiento social.
Estimula todas las facultades físicas e intelectuales del hombre.
Fortalece y tonifica los nervios.
En pocas palabras, es, por decirlo así, refrigerio para los huesos, gozo para el corazón, luz para los ojos, música para los oídos y vida para todo el ser”.
Vaya… ¿no sería maravilloso tener este regalo, este poder, con nosotros en todo momento?
Al implementar estas diez sugerencias, podemos comprender mejor el nivel de nuestra espiritualidad, la “escasez de energía” cuando estamos perdiendo este don increíble y aferrarnos al poder y la luz de Dios nuevamente.
Fuente: Meridian Magazine