Las peligrosas percepciones del matrimonio en los adultos solteros y la falsa expectativa de que solucionará todos nuestros problemas.
El matrimonio es ordenado por Dios
La importancia del matrimonio y la familia son uno de los principios centrales de la Iglesia de Jesucristo en todas las épocas; y en los últimos días, no es diferente.
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No debes mirar más allá del primer párrafo de La familia: Una proclamación para el mundo para ver qué tan importante es:
“NOSOTROS, LA PRIMERA PRESIDENCIA y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es fundamental en el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos.”
El mandamiento de “casarse con la persona correcta en el lugar correcto en el momento correcto” a menudo ha sido repetido por los profetas y apóstoles. A todos se les ordena que persigan la meta del matrimonio en el templo. Y si somos dignos, recibiremos todas las bendiciones del matrimonio y la familia.
El Presidente Hunter enseñó:
“A ninguna persona digna se le negará ninguna bendición, incluso la del matrimonio eterno y la de una familia eterna. Aunque tal vez a algunos les requiera más tiempo —quizás hasta después de esta vida mortal— obtener esa bendición, no se le negará a nadie.” (La Iglesia es para todos – 1990)
El matrimonio no te va a cambiar
Si bien el matrimonio es de Dios, nuestra cultura impulsa la peligrosa idea de que no sólo necesitamos casarnos, sino que necesitamos casarnos ahora. Y por encima de eso, se nos dice que el matrimonio solucionará todos nuestros problemas.
Nuestra cultura nos dice: “¿Tienes desafíos con una enfermedad mental? El matrimonio arreglará eso. ¿Eres adicto a la pornografía? El matrimonio cambiará esos deseos. ¿La ira, desafíos con tu testimonio o atracción del mismo sexo? ¡El matrimonio puede cambiar eso también! Y si un matrimonio no te cambia, ¡entonces ten hijos! Porque el tener hijos solucionará tus problemas.”
Esta mentalidad es peligrosa por muchas razones. Una de ellas es porque causa que las personas solteras sientan desaliento porque están solteros. Sienten que su vida está dañada y que sólo el matrimonio puede arreglarla.
Nuestra cultura también correlaciona el valor individual con el estado civil, causando una amargura hacia la “vida de soltero” y el salir en citas, lo que hace que muchas personas abandonen la Iglesia.
Ezra Taft Benson abordó el hecho de que nos fijamos mucho en nuestro estado civil cuando enseñó:
“La vida no empieza sólo cuando uno se casa; hay cosas importantes que deben hacer ahora mismo.” (Para las hermanas adultas solteras de la Iglesia – 1988)
¡Es vital entender que el matrimonio no arregla las cosas! Idealmente, tu cónyuge se convertirá en una verdadera fuente de ayuda; alguien que te ama, te apoya y te inspira. Pero es importante recordar que el matrimonio amplifica nuestra trayectoria actual.
Tu cónyuge no puede salvarte o cambiarte, ni puedes cambiarlo o salvarlo. Si estamos en el camino correcto, entonces el matrimonio acelerará nuestro recorrido, pero si no estamos haciendo lo correcto, el matrimonio no solucionará mágicamente nuestros problemas, y nunca cambiará nuestros pecados.
Tu cónyuge no es Dios y el matrimonio no es una bala que desaparece el pecado, la debilidad o la enfermedad mental. Así mismo, si un matrimonio no nos cambia, tampoco lo hará el tener hijos.
Uno de los ejemplos más comunes de la mentalidad del “matrimonio puede cambiar eso” se da en la cantidad de hombres que piensan que tan pronto como se casen de alguna manera una varita mágica se moverá y hará desaparecer su adicción a la pornografía.
Puedo testificar de los matrimonios que no duraron de mis amigos, la pornografía no se va cuando te casas, se vuelve peor. He visto innumerables matrimonios destrozados porque fueron construidos sobre una base insegura. Una base de “Puedo cambiarlos (as)” o “Ellas (os) me cambiarán”.
Jesús nos cambia, no el matrimonio
A menudo tengo amigos solteros que acuden a mí en busca de consejo y orientación. Y el consejo más común que doy es “céntrate en Jesús. Deseas tan desesperadamente una relación y un matrimonio que no te das cuenta de que lo que necesitas es a Jesucristo.”
Es a través de venir a Cristo que cambiamos. Es a través de Su expiación y la gracia habilitante que el pecado es vencido, nuestros deseos son elevados, nuestros motivos son refinados y nuestra debilidad puede volverse una fortaleza. Es el poder de Jesucristo, no el matrimonio, el que nos “cambia” y nos salva.
No se trata de venir a Cristo por tus padres, tu cónyuge o tus hijos. Se trata de venir a Cristo debido a tu relación con Él.
A menudo, tu familia te motivará a convertirte en una mejor persona. Ese es un buen comienzo, todo cambio duradero viene cuando tenemos el deseo de acercarnos más a Dios. Ese deseo no puede venir sólo de la familia, aun cuando la buena influencia de la familia puede avivar ese deseo, debe venir de nuestro propio anhelo de tener una relación con Dios.
Debemos recordar lo que el Profeta Russel M. Nelson nos ha enseñado:
“En el plan eterno de Dios, la salvación es un asunto individual y la exaltación es un asunto familiar.” (La salvación y la exaltación – 2008)
Este artículo fue escrito originalmente por My Life By Gogogoff y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Dear Single Adults: Marriage Won’t Fix You ”