Un hilo no tan agradable conecta a la humanidad. Es el hilo del sufrimiento y el dolor. Nadie en la vida escapa de los desafíos, el dolor y las esperanzas frustradas. Sí, hay gozo en Cristo, y en servir y amar a quienes nos rodean. Pero, todos en algún momento experimentamos angustia.
Hace poco, estaba sentado con un grupo de amigos cuando alguien mencionó que su vida no estaba siguiendo el Plan A y era muy diferente a lo que había imaginado.
Pronto, me di cuenta de que cada uno de nosotros estaba trabajando en el Plan B, o incluso en el Plan Z, adaptándonos a enfermedades imprevistas, reveses financieros, traiciones, preocupaciones por relaciones, pruebas de fe y más.
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Ciertamente, en el mundo de hoy, experimentamos prueba tras prueba. Una pandemia mundial, fallecimientos de seres queridos, huracanes, terremotos, inundaciones, racismo, disturbios, incluso asesinatos.
Pensé en la escritura: “Darás las gracias al Señor tu Dios en todas las cosas” (DyC 59: 7). Vemos el mismo sentimiento en el Salmo 147:7, que dice: “Cantad a Jehová con acción de gracias” y en Alma 37:37: “…rebose tu corazón de gratitud a Dios…” Pero, ¿cómo podemos hacer esto en medio de tantas pruebas y dolor?
Tengo tres sugerencias:
Mira el panorama general
Aléjate de tu preocupación inmediata y amplía tu visión. No se nos dice que debemos estar contentos con los problemas que surgen. Nadie ora para tener los problemas que enfrenta. Pero, cuando vemos nuestras vidas desde una perspectiva eterna, nos damos cuenta de que nuestras bendiciones siempre superarán en número a nuestras pruebas.
De hecho, si todo lo que hacemos es meditar sobre el enorme don de la expiación de Cristo, la oportunidad que Él nos da de regresar a nuestro Padre Celestial, veremos nuestros sacrificios y dificultades como algo insignificante, en comparación con el sufrimiento indescriptible que Él padeció por nosotros.
Acercarnos a nuestro Salvador es realmente un bálsamo sanador que puede fortalecernos.
No solo eso, sino que al centrarnos en nuestras bendiciones y en todo lo que Cristo ha hecho por nosotros, evitamos hundirnos en la desesperación por las penas de la mortalidad. Ignoramos los susurros de Satanás que nos llevarían al abismo de la miseria. Alejamos a Lucifer y “estamos atentos a la gloria de Dios” (DyC 88:67).
El Élder Dieter F. Uchtdorf dijo:
“Permítanme proponer que consideremos la gratitud como una disposición, un modo de vida que es independiente de nuestra situación actual. En otras palabras, lo que quiero decir es que en vez de estar ‘agradecidos por cosas’, nos concentremos en estar ‘agradecidos en nuestras circunstancias’, cualesquiera que sean”.
En Doctrina y Convenios 78:19 encontramos:
“Y el que reciba todas las cosas con gratitud será glorificado; y le serán añadidas las cosas de esta tierra, hasta cien tantos, sí, y más”.
El versículo anterior incluso nos dice que tengamos buen ánimo. No solo seremos consolados o aliviados de nuestro sufrimiento. Seremos gloriosos. ¡Qué promesa tan asombrosa!
Date cuenta de que tus pruebas ayudan a forjar tu carácter
Si cedemos a la amargura o al resentimiento, todo empeorará. Sin embargo, si aprendemos de las pruebas, saldremos adelante, nos convertiremos en mejores personas.
¿Cuántas de tus mejores características las aprendiste a través de la adversidad? Supongo que la mayoría de ellas. Cada vez que nos topamos con un obstáculo o una calamidad, tratemos de detenernos y preguntarle a Dios qué debemos aprender de esto.
¡Sería una lástima tropezar una y otra vez, y no aprender nada!
Encuentra el regalo escondido
Lo explicaré con un poema de Kabir:
Tuve que buscar al Médico debido al dolor que me causó este mundo.
No podía creer lo que sucedió cuando llegué allí: encontré a mi Maestro.
Antes de irme, dijo: “¿Ya te sientes listo para un poco de tarea?”
“Está bien”, le respondí.
“Bueno, entonces intenta agradecer a todas las personas que te han causado dolor. Te ayudaron a venir a mí”.
Ahí está el lado positivo. Algo que nos hace recurrir a Dios vale la pena. Muy a menudo nos sentimos tristes por la tragedia de un amigo, pero luego vemos con alegría cómo esa prueba lo convirtió a Cristo.
Vemos transformación y purificación justo ante nuestros ojos. Asimismo, podemos asegurar este camino para nosotros mismos, al permitir que el Espíritu Santo guíe e inspire nuestras decisiones en los momentos más difíciles.
Muchos de nosotros estamos atravesando pruebas en este momento y a nuestro alrededor vemos un mundo lleno de miedo, ira, confusión y desesperanza. Pero, triunfamos sobre estas emociones e incluso somos una luz para que otros nos sigan. Conocemos la formula, solo debemos tomar la determinación de seguirla.
El Élder James E. Faust dijo una vez:
“Un corazón agradecido es el principio de la grandeza. Es una expresión de humildad. Es el fundamento para que se desarrollen virtudes como la oración, la fe, la valentía, la alegría, la felicidad, el amor y el bienestar.”
Me parece que estar agradecido también puede ayudarnos a ser agradecidos.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Joni Hilton y fue publicado en latterdaysaintmag.com con el título “Are You Thankful in All Things?”