Ahondar en la historia de la Iglesia sobre el tema de los anticonceptivos puede ser difícil.
Con sólo una rápida búsqueda en Internet, está claro que el tema deja espacio para diversas opiniones entre los miembros de la Iglesia. Entonces, ¿es el uso de anticonceptivos un pecado?
“Multiplicaos”
Como Santos de los Últimos Días, creemos que la familia es fundamental para el plan de Dios, por lo que a lo largo de la historia de la Iglesia los Apóstoles y Profetas han alentado a los miembros a tener hijos y criarlos en rectitud.
En Génesis 1:28, leemos que a nuestros primeros padres, Adán y Eva, se les mandó “Fructificar y multiplicarse; y [henchir] la tierra”. A los miembros de la Iglesia en la actualidad se les ha dado el mismo mandamiento.
Brigham Young enseñó:
“Hay multitudes de espíritus puros y santos esperando poseer un tabernáculo, ¿cuál es nuestro deber? Preparar tabernáculos para ellos… es el deber de todo hombre y mujer de rectitud preparar tabernáculos para todos los espíritus que puedan.”
El élder Christofferson expresó:
“Dios ordenó que los hombres y las mujeres debían casarse y dar a luz hijos, y crear así, en colaboración con Dios, los cuerpos físicos que son indispensables para la prueba de la mortalidad, y esenciales para la gloria eterna con Él.”
Pautas modernas
El sitio web de la Iglesia dice:
“Se alienta al esposo y la esposa a que oren y conversen juntos a medida que planifiquen formar una familia. Los temas a considerar incluyen la salud física y mental de la madre y el padre y su capacidad para satisfacer las necesidades básicas de la vida de sus hijos.
Las decisiones sobre el uso de anticonceptivos y las consecuencias de esas decisiones recaen únicamente en cada pareja casada. Sin embargo, el aborto electivo como método anticonceptivo es contrario a los mandamientos de Dios.
Si usted está casado, usted y su cónyuge deben hablar sobre la responsabilidad sagrada de traer hijos al mundo y criarlos en rectitud. Al hacerlo, consideren la santidad y el significado de la vida. Mediten en la alegría que viene cuando los hijos llegan a la familia.
Consideren las bendiciones eternas que provienen de tener una buena posteridad. Con un testimonio de estos principios, usted y su cónyuge estarán preparados para decidir en oración cuántos hijos tener y cuándo tenerlos. Tales decisiones son entre ustedes dos y el Señor.
Al hablar sobre este asunto sagrado, recuerden que las relaciones sexuales dentro del matrimonio están divinamente aprobadas. Si bien uno de los propósitos de estas relaciones es proporcionar cuerpos físicos para los hijos de Dios, otro propósito es expresarse amor, unir al esposo y a la esposa en lealtad, fidelidad, consideración y un propósito común.”
Como se muestra, la postura actual de la Iglesia es que el uso de anticonceptivos es una decisión entre el esposo y la esposa y el Señor.
Hay muchas personas que sienten que los métodos anticonceptivos no deberían usarse, así como también conozco a muchos (incluyéndome) que no dudamos en usar métodos anticonceptivos como una herramienta para la planificación familiar.
La Iglesia establece claramente que, si bien las relaciones sexuales son para “proporcionar cuerpos físicos para los hijos de Dios”, otro propósito es “expresar amor” y “unir al esposo y a la esposa”. De acuerdo con esa declaración, la decisión de usar cualquier método anticonceptivo como resultado de su intimidad depende únicamente del esposo y la esposa.
El único método anticonceptivo que la Iglesia declara es “contrario a los mandamientos de Dios” es el aborto electivo. (Es importante señalar que la Iglesia no condena el aborto en casos de violación, incesto o cuando la vida de la madre está en peligro).
Esto significa que la Iglesia no declara explícitamente si un DIU se considera abortivo o no, entre otros. Si tú y tu cónyuge deciden que usarán anticonceptivos, es importante que oren y sean diligentes en su investigación al determinar qué tipo de anticonceptivo es el adecuado para ti o el cuerpo de tu cónyuge.
¿Los anticonceptivos nos llevan a la condenación?
Después de leer fragmentos de declaraciones de los profetas antiguos y presentes sobre el uso de anticonceptivos, está claro que su uso se ha normalizado mucho en los últimos años.
Por ejemplo, el presidente Joseph F. Smith dijo:
“Cuando los jóvenes se casan y se niegan a cumplir este mandamiento dado en los inicios del mundo, y con la misma vigencia hoy en día, se privan de la mayor bendición eterna. Si el amor al mundo y las prácticas inicuas del mundo significan más para un hombre y una mujer que guardar el mandamiento del Señor en lo que respecta a este tema, se perderán de la bendiciones eternas.
Aquellos que intencional y maliciosamente planeen quebrantar este importante mandamiento serán condenados. No podrán tener el Espíritu del Señor.
Las familias pequeñas son la regla hoy. Los esposos y las esposas se niegan a asumir las responsabilidades de la vida familiar. Muchos de ellos no desean tener hijos. Sin embargo, este mandamiento, que le fue dado a Adán, nunca ha sido derogado o dejado de lado.
Si nos negamos a vivir conforme a los convenios que hacemos, especialmente en la casa del Señor, no podremos recibir las bendiciones de esos convenios en la eternidad.” (Doctrinas de Salvación, Vol.2, pp.88-89)
Ten en cuenta que esta declaración fue dada en 1917, cuando el primer movimiento sobre el uso de anticonceptivos estaba en pleno apogeo. Aquellos que impulsaron el uso de anticonceptivos fueron vistos (incluso en la actualidad) como promotores de la promiscuidad y el amor libre en lugar de una herramienta para la planificación familiar.
Es importante tener en cuenta que, aunque por supuesto hubo y hay personas que usaron anticonceptivos para esos fines, los métodos anticonceptivos seguros y efectivos que están disponibles hoy en día son los productos de esa época.
Con respecto a los comentarios del presidente Joseph F. Smith, el aplicar directamente sus sentimientos a nuestra comprensión moderna de los anticonceptivos y la salud de las mujeres es contraproducente, pero siento que hay ideas valiosas que podemos rescatar de su declaración:
- Al elegir no tener hijos (o posponerlo), podemos estar obstaculizando muchas bendiciones que provienen de formar una familia.
- No deberíamos dejar que la forma en que el mundo ve el comienzo de una familia dicte la forma en que nosotros la vemos.
- A la hora de la verdad, el tener hijos, si es que podemos, es un mandamiento de Dios que debe hablarse a fondo con tu cónyuge. Debemos incluir al Padre Celestial en nuestra decisión sobre cuándo y si es que vamos a traer niños al mundo.
La narrativa comienza a cambiar unas décadas más tarde. En un devocional de BYU en 1983, el Presidente Gordon B. Hinckley afirmó:
“Me ofende el raciocinio de que la única parte que juega la mujer Santo de los Últimos Días es estar embarazada ‘en casa y con la pierna quebrada’. Es una frase ingeniosa, pero es falsa. Por supuesto que creemos en tener hijos.
El Señor nos ha mandado a que nos multipliquemos e hinchemos la tierra para que podamos tener gozo en nuestra posteridad, y no hay mayor gozo que el gozo que viene al tener niños felices en buenas familias. Sin embargo Él no designó un número de hijos, ni tampoco la Iglesia. Ese es un asunto sagrado dejado a la pareja y al Señor.
La declaración oficial de la Iglesia incluye esta declaración:
‘Los esposos deben ser considerados con sus esposas, quienes tienen la mayor responsabilidad no sólo de tener hijos sino también de cuidarlos durante su infancia, y deben ayudarlos a conservar su salud y fortaleza.
Las parejas casadas deben ejercer autocontrol en todas sus relaciones. Deben buscar la inspiración del Señor para enfrentar sus desafíos matrimoniales y criar a sus hijos de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio.’”
Si bien el presidente Hinckley no condena ni aprueba el uso de anticonceptivos en sus comentarios, nos deja en claro que estar constantemente embarazada no es el único papel de una mujer.
Él aclara que Dios no ha designado un número específico de hijos que se espera que tengan los Santos, y que las parejas deben “buscar la inspiración del Señor” en este asunto.
No juzgues
Si bien la Iglesia es definitivamente pro-familia, eres tú quien decide cuántos hijos tendrás y cuándo los tendrás. Es importante abstenerse de juzgar a otros Santos por sus opiniones sobre el asunto, ya que es un tema bastante privado.
Al igual que tu elección sobre cuándo o si deseas servir una misión, o cuánto dinero donarás en tus ofrendas de ayuno este mes, es algo que queda entre el Señor y tú.
Este artículo fue escrito originalmente por Jane Ballif y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Can Latter-day Saints Use Birth Control?”
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