Es una pregunta que comúnmente se hacen los que no son miembros de la Iglesia cuando aprenden por primera vez sobre la apostasía de la iglesia primitiva y es una pregunta válida.
Sin duda alguna, uno de los propósitos del ministerio de Cristo fue establecer Su iglesia en la tierra. Pero, nosotros, los Santos de los Últimos Días, creemos que después de la muerte de Cristo y el martirio de los apóstoles, la iglesia se destruyó. Entonces, ¿todo fue para nada? ¿No tiene más sentido que Jesús entre en escena como el héroe invencible? Llega, opaca a Satanás, establece Su iglesia y ¡listo! Todo es solo mariposas y arcoiris después de eso, ¿verdad? Bueno, considera lo siguiente.
Cristo nunca fue exactamente lo que la gente esperaba
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El Salvador siempre ha tenido una forma de hacer (o ser) lo inesperado. Los judíos esperaban a un líder militar que literalmente los salvara del gobierno romano. Sin embargo, Cristo fue un carpintero humilde decidido a proporcionar un escape del pecado.
Uno podría suponer que para ser verdaderamente libre, no debería estar restringido por un sentido de obediencia a algo o alguien. No obstante, Cristo enseñó que es la obediencia a Dios lo que trae la verdadera libertad.
Es natural creer que una vida plena proviene de enfocarse en mejorar tus propias circunstancias. Pero, Cristo enseñó, “todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”.
El último será el primero y el primero, el último. Las debilidades se convertirán en fortalezas. Los mansos heredarán la tierra.
Deberíamos acostumbrarnos a esperar lo inesperado y no cometer el error de suponer que sabemos cómo debería desarrollarse el plan del Salvador para nosotros. Con eso en mente, hablemos de la Gran Apostasía.
El patrón de resurrección
James E. Talmage, en su libro, “La Gran Apostasía”, hizo un gran punto:
“¿Cuál habría sido el veredicto del mundo sobre el éxito o el fracaso de la misión de Cristo si se hubiera votado en el momento de la crucifixión? Al parecer, sus enemigos habrían triunfado. El que se proclamó como el Mesías, el Hijo de Dios, la resurrección y la vida, sobre quien la muerte no podría prevalecer, sufrió el destino de los malhechores, y su cuerpo estuvo en una tumba. Pero, el veredicto de los siglos, que es el veredicto de las eternidades por venir, declara el “fracaso” como el mayor triunfo de los siglos, la victoria de las victorias”.
Vemos el mismo patrón en otros lados.
Cristo pudo haber sanado a Lázaro en el momento en que se enteró de sus problemas. Pero, no lo hizo. Dejó morir a Lázaro. Familiares y amigos lloraron su pérdida. Jesús lloró. Luego, Jesús resucitó a Lázaro.
Los convenios de Dios con el antiguo Israel, los nombró como su pueblo elegido. Sin embargo, el pueblo escogido tropieza y cae en el pozo de la iniquidad. Son perseguidos y esparcidos por todo el mundo. La historia del pueblo escogido de Dios fue uno de los fracasos aparentes. ¡Fueron estas mismas personas escogidas que crucificaron al mismo Dios que las escogió!
Sin embargo, si bien Israel fue destruido y disperso, en los últimos días también está siendo reunido nuevamente. No se acaba hasta que se acaba.
¿La Gran Apostasía es algo diferente?
Si Cristo permitió que su cuerpo físico muriera, solo para luego robarle la victoria a la muerte, ¿por qué hay algunos escépticos cuando se trata de la muerte temporal de la iglesia (el cuerpo espiritual de Cristo) que Él estableció?
Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, e individualmente sois miembros de él (1 Corintios 12: 27)… Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección (Romanos 6:5)… He aquí, es preciso y justo, según el poder y la resurrección de Cristo, que el alma del hombre sea restituida a su cuerpo, y que al cuerpo le sean restauradas todas sus partes (Alma 41:2).
El que muera, resucitará.
De hecho, aunque la iglesia primitiva transgredió las leyes, cambió las ordenanzas y rompió el convenio eterno, la Restauración está en marcha.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por David Snell y fue publicado en thirdhour.org con el título “If There Really Was a Great Apostasy, Does That Mean Christ Failed?”