La Iglesia afirma que la Biblia es un volumen sagrado de escrituras y la Palabra de Dios. Sin embargo, se nos dice que la Biblia no está traducida correctamente, aunque no hay evidencia histórica que respalde esta opinión.
A diferencia del Libro de Mormón, se han encontrado vestigios de las páginas antiguas de la Biblia y nunca ha habido un reclamo con respecto a la incorrección de su traducción.
Entonces, ¿creemos en la Biblia a pesar de que el Articulo de Fe dice que no está “traducida correctamente”? ¿No es eso contradictorio? Gracias.
Respuesta
Hay algunas consideraciones que deben abordarse para responder esta pregunta.
1. Por muy antiguos que sean los documentos históricos que poseemos, no contamos con los originales.
Tenemos evidencia de que las personas que transcribieron la Biblia, de hecho la cambiaron.
Uno de los casos más famosos es que alguien decidió cambiar el número de la bestia en Apocalipsis de “666” a “616” según el Papiro 115 porque se pensó que era una referencia al emperador Nerón”, quien en ese momento parecía haber cumplido con los requisitos proféticos sobre la bestia.
El cambio se dio porque cuando las letras griegas se usan como números, la forma hebrea latinizada Nero César (נרו קסר) es equivalente a 616.
La razón por la que lo cambiaron fue en realidad bastante ambigua, ya que una interpretación diferente del nombre de Nero, como la forma griega de Nero César escrita en caracteres hebreos (נרון קסר), también habría dado el número 666.
Esto sucede porque NO tenemos los documentos ORIGINALES. En ese tiempo no existía la imprenta. No había fotocopiadora. Todo tenía que estar escrito a mano. Luego tenía que ser transcrito una y otra vez.
La probabilidad de que todas esas copias se hayan hecho a la perfección, palabra por palabra, es bastante pequeña, incluso si son errores simples. A este agregamos el hecho de que algunas personas transcribían una versión “parafraseada”, de acuerdo a su propia comprensión de lo leído.
Como es de esperarse, los errores aumentan.
También tenemos a algunas personas que tuvieron malas intenciones y que cambiaron las cosas a propósito durante esos primeros días. Y esos cambios también fueron copiados.
Entonces, aunque no estés de acuerdo con ello, me resulta muy difícil creer que tal copia no tiene lugar a errores.
Cuando José empezó a dictar las palabras que traducía del Libro de Mormón, los escribas cometieron errores.
Algunos de ellos fueron corregidos por José inmediatamente. Otros fueron corregidos en la revisión final antes de ser enviados a la imprenta. Entonces, incluso en ese proceso simple y directo, se cometieron errores.
Copias de errores en varios documentos ocurrieron en los primeros días de nuestra Iglesia de los últimos días. Había múltiples registros de la Primera Visión. Cada uno escrito para una audiencia diferente, por lo que se leen de manera diferente.
Si bien todos los relatos se complementaban entre sí, hubo un error notable en uno de ellas. José describió los eventos que sucedieron durante su juventud, pero el escriba agregó “16 años”, pensando en el momento en que Moroni lo visitó por primera vez.
Esto era obviamente incorrecto, pero el escriba no lo sabía. A pesar de sus buenas intenciones, él cometió un error (Fair Latter Day Saints).
Más adelante, las personas que investigaron el asunto encontraron los documentos y repitieron la misma información sin ver una evidencia de lo contrario. Luego, otros copiaron ese mismo error.
Si esa hubiera sido la única versión que hubiera sobrevivido, las generaciones futuras tendrían un registro incorrecto, creyendo por completo que está libre de errores.
Imagínate lo terrible que hubiera sido si alguien hubiera obtenido una copia de eso y la hubiera distorsionado a propósito. Esas distorsiones se habrían copiado para conservarse para luego, miles de años después, mirar las copias sobrevivientes y decir: “Todas son iguales. Deben haber sido perfectamente conservadas”.
2. La “traducción” no fue solo de un idioma a otro
El proceso de traducción también conlleva el proceso de obtener significado de la palabra escrita. Una palabra no tiene un solo significado inherente (con la excepción de características como la onomatopeya), el lenguaje mismo es arbitrario. Y sin una “voz” muchas cosas se pierden en la traducción de la mente a la página.
Es por eso que necesitamos profetas.
No es que conozcan el idioma mejor que los llamados expertos. Es porque tienen la guía espiritual y la comprensión doctrinal para proporcionar el trasfondo adecuado sobre el cual interpretar la palabra escrita.
Si alguna vez has mirado el hebreo antiguo y has tratado de traducirlo palabra por palabra al inglés, te resultará muy difícil derivar el significado del mensaje. Me atrevería a decir que incluso aquellos que son expertos pueden equivocarse.
Los israelíes que lo hablan de forma nativa también verían que los escritos bíblicos son difíciles de entender, de la misma forma que una persona promedio entiende lo que escribió Shakespeare. Y si a ello le agregamos una traducción, el resultado puede ser menos que ideal.
Puedes considerar que cuando un cristiano evangélico lee un versículo de la Biblia, obtiene un significado de él en función a su propia experiencia y comprensión de la doctrina.
Cuando nosotros lo leemos, tenemos una comprensión diferente según nuestra propia experiencia. Entonces, si tuviéramos que traducir ese significado a otro idioma, muy bien podríamos decir cosas diferentes.
Entonces, sabemos que hay algunas personas que miran estos documentos antiguos y piensan que todo está “bien”, solo debemos recordar que lo dicen con la suposición de que satisfacen SU propia doctrina.
Y puede ser cierto debido a que fueron escritos, transcritos o traducidos por personas que pensaban como ellos. Sin embargo, sin los documentos originales, no tenemos forma de saber si se leyeron de esa manera en un inicio cuando fueron escritos por los Apóstoles del Señor.
Fuente: Askgramps