Mucho se ha escrito en los últimos años sobre lo que “creen los Santos de los Últimos Días” en cuanto al tema LGBT, pero solo una fracción de esto informa con precisión nuestras verdaderas creencias.
Trágicamente, incluso en la actualidad, muchos conocen solo las noticias distorsionadas más difundidas. Y esto ha provocado, en los últimos años, el distanciamiento de algunas personas de la Iglesia de Jesucristo, ante tales noticias.
Al tomar esta decisión, muchos de ellos dan por sentada cierta interpretación de las enseñanzas de la Iglesia que la mayoría de los líderes y miembros Santos de los Últimos Días considerarían irreconocible.
Con la esperanza de fomentar una información más equitativa, productiva y veraz, destacamos a continuación seis declaraciones falsas y generalizadas en lo que respecta al tema LGTB.
1. “Tus sentimientos no son reales y, por último, ese tipo de personas no existe”
Es sorprendentemente común leer en foros en internet la doctrina de la doctrina de la Iglesia que de alguna manera niega la realidad de lo que algunas personas están experimentando.
Las acusaciones de “negar” tales sentimientos e identidad, que la Iglesia pretende que las personas con atracción hacia el mismo sexo “no existen”, son muy frecuentes.
Por el contrario, las autoridades generales Santos de los Últimos Días no creen que las personas que legítimamente sienten una atracción hacia el mismo sexo no existan, ni que sus sentimientos no sean reales. Claro que no.
La pregunta no es si estos sentimientos y experiencias son reales o no, sino en cómo interpretarlos y darles sentido. Y aquí es donde existen muchos desacuerdos.
Una de las preguntas que con frecuencia se reflexiona es:
“¿Es la atracción hacia las personas del mismo sexo un reflejo de la identidad fundamental, incluso eterna, de una persona o es un aspecto que conforman la experiencia de alguien?”.
Los Santos de los Últimos Días quieren encontrar respuestas a preguntas como esta, no negar la “existencia” de alguien.
Se desea preservar un espacio para promover el diálogo y comprender los diferentes puntos de vista sobre cuál es la identidad fundamental de las personas y llegar a conclusiones, incluso distintas, sobre lo que realmente constituye quienes somos.
2. “Estás dañado, roto, enfermo, eres malo” o “irás al infierno”
Hagamos un experimento, imagina que te es posible escudriñar todas las enseñanzas proféticas de los Santos de los Últimos Días de la época de José Smith: documentos, cartas, discursos formales tanto locales como generales y libros escritos por líderes de la Iglesia.
Ahora con todo ese material, todos los libros canónicos y recursos de la Iglesia, trata de encontrar si la frase “irás al infierno” se ha utilizado en relación a la homosexualidad.
A continuación, intenta hacer la misma búsqueda con los recursos Santos de los Últimos Días actuales centrándote en acusaciones hacia personas “rotas, dañadas, enfermas o malas” que sienten atracción hacia el mismo sexo.
¿Qué encontrarías? Sin duda, notarías muchas expresiones de preocupación por la homosexualidad, incluso advertencias, ¿pero encontrarías frases que condenan a las “personas” con esa atracción?
No, ni siquiera una vez. No, si comprendes lo que estas voces proféticas están enseñando en realidad.
Para el mundo, la homosexualidad es algo que uno es. Para la Iglesia (y bíblicamente), la homosexualidad es algo que se hace.
Por ejemplo, cuando los líderes de la Iglesia, o la Biblia, se refieren a la homosexualidad como una “abominación” o una “perversión”, aquellos con una perspectiva mundana podrían sentirse condenados en base a su propia naturaleza.
Por otro lado, aquellos que tienen una concepción bíblica más amplia se sienten advertidos o aconsejados, pero no condenados debido a quienes son, ya que eso no es lo que se ha definido como abominable (o perverso).
Entonces, sí, hay fuertes advertencias en cuanto a estas tendencias, pero no encontrarás en ninguna parte de las enseñanzas de los Santos de los Últimos Días algo que afirme que las personas con atracción al mismo sexo “irán al infierno” o que están “rotas, dañadas, enfermas o son malas”.
La doctrina en los escritos y discursos de los Santos de los Últimos Días es que todos los seres humanos son hijos de Dios, dotados de un potencial divino infinitamente hermoso.
3. “Debes ser ‘curado’ mediante terapias u otros medios”
En las implacables campañas que hemos visto en los últimos años para criminalizar la “terapia de conversión”, la narrativa implícita es que todo terapeuta que conoce a alguien que experimenta atracción no deseada hacia personas del mismo sexo y que no lo alienta a aceptarlo, necesariamente debe tratar de “cambiarlo” o quitar esos sentimientos por la fuerza.
Una vez más, esto no es del todo cierto. Si bien no podemos negar que existen casos afirman dichas afirmaciones, existen profesionales que buscan una reconciliación entre las creencias y lo que sienten aquellos que pasan por este tipo de experiencias.
A lo largo de los años, ha habido un apoyo profesional atento, que ha dado como resultado la capacidad de trabajar con alguien de una manera bondadosa, compasiva y consciente que ni valida ni fomenta la autodefinición de la atracción hacia el mismo sexo, pero que tampoco la suprime, niega o la combate.
Este pensamiento refleja el tipo de enfoque que es cada vez más frecuente en la actualidad.
Desde este punto de vista, se pueden explorar y experimentar diferentes tipos de reconciliaciones entre la fe y la sexualidad, sin agresiones ni coacciones.
Es cierto que los líderes continúan apuntando hacia la posibilidad de un cambio más largo y amplio, que sólo Dios puede lograr en todos nosotros, incluidos aquellos con atracción por personas del mismo sexo, pero esto es algo que los cristianos de todo el mundo consideran esencial para “entrar en el reino de los cielos”.
4. “Si permaneces fiel a la Iglesia, tu única opción es el celibato, tal vez incluso en las eternidades”
El convenio del matrimonio es una bendición a la que todos pueden aspirar, independientemente de los desafíos o barreras que puedan surgir ahora.
A partir de esto, surgió la creencia de que el plan que se enseña a los Santos de los Últimos Días, no ofrece ningún tipo de intimidad significativa a quienes se identifican como homosexuales.
¿Es cierto eso? ¿Existe solo una vía para estos preciosos hijos de Dios? ¿Acaso no existe un Plan de Felicidad para aquellos hermanos y hermanas que son LGTB?
Nada de esto es realmente lo que enseñamos. Nuestro mensaje no es solo sobre la salvación, sino también sobre la exaltación, la cual está disponible para todos los hijos de Dios.
Esto incluye el convenio del matrimonio para todos aquellos que se sientan capaces de hacerlo en esta vida. Y para aquellos que en este momento no consideran (o no pueden considerar) tal relación, existe la dulce “compañía de los santos”, con mucho más por delante en la vida venidera.
Algunos piensan que existe una soledad predestinada que desacredita el “gozo de los santos”, el cual se ofrece a todos en el Reino de Dios. Sin embargo, a nadie que se esfuerce por hacer y guardar sus convenios en la Iglesia se le niega tal compañía.
En Doctrina y Convenios se hace la siguiente promesa:
“La misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí, existirá entre nosotros allá; pero la acompañará una gloria eterna que ahora no conocemos”.
Ciertamente, para mucho eso no tenemos que esperar a la vida venidera, se lleva a cabo en cada hogar que guarda los convenios del templo.
La estrecha amistad y el amor que vemos moldeados en los más altos consejos de la Iglesia y bellamente descritos en las Escrituras es algo a lo que podemos seguir aspirando en nuestras congregaciones locales y que puede bendecir la vida de cada miembro.
Jesús oró para que pudiéramos ser uno, como Él y el Padre son uno (Juan 17:11). Y Él no habría orado por esto si no fuera factible.
Esa unión gozosa, creativa y gloriosa es a la que todos estamos invitados y que podemos compartir a través de nuestro ministerio personal y nuestro discipulado.
Obviamente, una amistad profunda y rica no sustituye al matrimonio, y puede parecer un pobre premio de consolación (en comparación con una relación romántica) para muchos miembros identificados como LGBT, lo que nos lleva al siguiente punto.
5. “Los profetas te aconsejarán que no te cases con una persona del sexo opuesto”
La afirmación que las personas hacen para justificar esta quinta noción se basa en la respuesta del presidente Gordon B. Hinckley a algunas personas que habían creído que el matrimonio era un tipo de remedio para la atracción hacia personas del mismo sexo:
“El matrimonio no debe verse como un paso terapéutico para resolver problemas como las inclinaciones o prácticas homosexuales”.
Presta atención a lo que dijo el presidente Hinckley:
¿Desanimó a las personas que sienten atracción hacia personas del mismo sexo de considerar el matrimonio en el templo como una meta futura?
¿Le quitó a las personas la idea de esforzarse por esta aspiración, de formas diferentes y en rectitud en el tiempo?
¿Señaló a aquellos que se identifican como homosexuales que el celibato es la mejor (y única) opción de vida para su futuro?
¿Les dijo que debían negarse a sí mismos la posibilidad de encontrar gozo en una relación romántica con una persona del sexo opuesto?
No dijo ninguna de estas cosas. No enseñó nada de esto.
La verdad es esta: el matrimonio es un convenio, una bendición a la que todos pueden aspirar, sin importar los desafíos o barreras (y hay de muchos tipos) que puedan obstaculizarnos en este momento.
Todos somos amados y apreciados hijos o hijas de Dios, con el potencial necesario para llegar a ser como Él.
En la actualidad, hemos aprendido mucho sobre los factores que contribuyen al éxito de un matrimonio en los que un cónyuge siente atracción hacia personas de su mismo sexo. Si es tu elección participar de este convenio, al igual que otro matrimonio y relación que tengamos, requerirá de esfuerzo, comunicación y respeto mutuo.
6. “Ser gay no es una elección”
Muchos han insistido en que la Iglesia de Jesucristo ha experimentado una revisión dramática de lo que enseña sobre el albedrío y la orientación sexual, lo que sugiere que no creemos que ser LGBT es una elección personal.
Sin embargo, lo que se quiere decir exactamente con “ser gay” u “homosexual” rara vez se aborda en estas declaraciones y ese es justo el punto que realmente importa.
Si “ser gay” u “homosexual” son términos que se refieren a la elección de acoger, seguir y centrar la propia identidad en torno a los sentimientos de atracción hacia personas del mismo sexo y asociarse con otras personas que afirman esas creencias, entonces sí, ese comportamiento se considera una elección y seguirá siéndola.
Por lo tanto, no debería sorprendernos ver ejemplos de esta enseñanza a lo largo de la historia de la Iglesia (y con aún mejores aclaraciones en la actualidad).
Pero si “ser gay” u “homosexual” se refiere a los sentimientos de atracción, que surgen de manera arbitraria, hacia personas del mismo sexo, entonces no, no es una elección.
Parece sorprendente que esta distinción casi nunca se haga en las discusiones frecuentes sobre el tema LGBT.
En ausencia de esta claridad, estos dos significados se mezclan, combinan y fusionan en argumentos que hacen parecer que los líderes de la Iglesia han experimentado una gran epifanía, al “darse cuenta” ahora de que sus enseñanzas pasadas, en relación con la orientación sexual, simplemente no eran ciertas.
Se trata de una tergiversación que sirve para reforzar la creencia de que los líderes de la Iglesia están reconociendo, lenta pero seguramente, que se han equivocado y “evolucionado” en una dirección más compatible con las creencias progresistas.
En resumen
¿Por qué es todo esto importante? ¡Porque estas formas de pensar generan grandes consecuencias!
Si Jesús tenía razón al decir que la verdad “nos hará libres”, ¿qué efecto tendrán estas distorsiones en nuestras almas? José Smith habló sobre esto cuando describió las falsas “creencias” que actúan como “cadenas” sobre la humanidad.
¿Cómo afectan a las personas estos seis mitos sobre nuestras creencias?
¿Quién querría ser parte de una comunidad donde a los jóvenes vulnerables con atracción hacia el mismo sexo se les dice que “irán al infierno” o que están “enfermos o dañados”?
¿Quién querría unirse a una fe que trata de “forzar” a estos mismos jóvenes a negar y cambiar quiénes son, por medio de terapias y otros medios?
¿Y quién estaría encantado de formar parte de una religión que mira a un adolescente gay a los ojos y le enseña que lo mejor que puede esperar para su futuro es una vida de soledad?
Pienso que a nadie le gustaría. Y probablemente a ti tampoco. No es la Iglesia la que ha enseñado estas cosas.
Podemos hablar de estos temas con esperanza, luz y verdad. Lo que estamos tratando de aclarar son los engaños tan extendidos que difícilmente se reconocen como falsos.
Creemos que muchas personas en general no han escuchado el verdadero mensaje de los profetas Santos de los Últimos Días sobre la sexualidad. Más bien, han escuchado rumores de “lo que creen los mormones” por parte de personas descontentas y desconfiadas de la Iglesia.
En lugar de dejarnos llevar por la frustración y la sospecha, elijamos nosotros mismos lo que pensamos, sentimos o creemos.
Si decidimos alejarnos de la Iglesia de Jesucristo en la tierra, debemos hacerlo sobre la base de un análisis justo y honesto de lo que se enseña.
Quizás, solo entonces podremos escuchar legítimamente lo que el otro dice y comprender lo que realmente creemos.
Todos somos hijos o hijas de Dios, con el potencial para llegar a ser como Él. Es nuestra elección si elegimos seguir Su camino e identificarnos con Él.
Fuente: Public Square Magazine