Ninguno de nosotros puede escapar del pecado en este mundo. Ya sea grande o pequeño, cometeremos errores y podemos quedar destituidos de la gloria de Dios en nuestras vidas.
Felizmente, podemos regocijarnos en Jesucristo, quien nos salva del pecado. Como enseñó el profeta Isaías, “aunque [tus pecados] sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaias 1: 18).
Sin embargo, vivir el evangelio de Jesucristo es un esfuerzo de toda la vida. En medio de un mundo lleno de pecados y tentaciones, puede parecer imposible aferrarse a Él.
Si te encuentras luchando por renunciar a un pecado recurrente y no sabes como acercarte al Señor, entonces este artículo es lo que necesitas.
También te puede interesar: “¿Cómo puedo perdonarme a mí mismo por todas las cosas que hecho?“
Deja de luchar contra la oscuridad…
Es natural que nuestro primer instinto sea combatir la oscuridad. Nos ponemos la mejor armadura, fomentamos la rendición de nuestros actos y sacamos nuestras armas más feroces.
Sin embargo, dar una buena batalla puede ser difícil cuando nuestro hombre natural es fuerte y nuestro espíritu es débil.
Podemos cansarnos y agotarnos después de muchas batallas. Esto sucede cuando confiamos en nuestras propias fuerzas en lugar de las de Cristo.
Pero, ¿cómo podemos acceder a esa fuerza si nos sentimos llenos de pecado y vergüenza?
…y comienza a aferrarte a Su luz
La solución está en aferrarnos a la luz del Señor a través de acciones positivas en lugar de obsesionarnos con detener toda acción pecaminosa.
Esto no significa que dejemos de intentar prevenir el pecado en nuestras vidas o que dejemos de intentarlo. No significa que no nos preocupemos por el pecado.
Significa que nuestro enfoque se vuelve hacia Cristo, Él no nos juzgará por nuestras debilidades. ¡TODOS las tenemos! Unas son más obvias que otras, pero la verdad es que todos somos seres imperfectos.
Solo toma la decisión de acudir a Él, hablarle o contarle lo que sientes. ¡Solo hazlo! Él nos dará el poder para decir que no a lo que nos arrastra nuevamente a las garras del enemigo.
Un paso a la vez
El llevar la luz de Cristo a tu vida te puede fortalecer, aun cuando hayas pasado mucho tiempo lejos del Señor y del Padre Celestial.
Puedes empezar de a pocos, con cosas pequeñas y sencillas, leyendo un versículo de las Escrituras, orando, sirviendo a los demás (sobre todo servir, nos hace pensar en alguien más que en nosotros mismos) y participar en actividades que nos hagan sentir bien.
Para algunos, esto se ve cómo una lucha contra la oscuridad. Sin embargo, cuando agregamos Su luz, quitamos todo el peso de nuestras cargas y accedemos al poder de Su gracia.
El arrepentimiento es una poderosa herramienta, nos hace libres, pero caer en la vergüenza hasta el punto de no acudir al Salvador es una creencia impulsada por Satanás.
El élder Jeffrey R. Holland dijo:
“Por más tarde que piensen que hayan llegado, por más oportunidades que hayan perdido, por más errores que piensen que hayan cometido, sean cuales sean los talentos que piensen que no tengan, o por más distancia que piensen que hayan recorrido lejos del hogar, de la familia y de Dios, testifico que no han viajado más allá del alcance del amor divino.
No es posible que se hundan tan profundamente que no los alcance el brillo de la infinita luz de la expiación de Cristo”.
La promesa del Señor es que Él siempre estará dispuesto a rescatarnos.
Un esfuerzo que vale la pena
Cuando nos enfocamos en el bien que podemos hacer a través de Cristo, obtenemos una perspectiva más completa del proceso de arrepentimiento a medida que recordamos nuestra propia divinidad.
Es por algo que el Padre Celestial envió a Su Hijo, sabía que solos no podríamos y no tenemos porqué hacerlo.Podemos recibir ayuda de los cielos. Deja atrás la vergüenza, la culpa y accede a su precioso don del arrepentimiento.
Nuestra naturaleza empezará a cambiar y lentamente la luz crecerá en tu vida. Serás más fuerte para combatir el pecado. Estando solos, volveremos a caer. Al lado del Señor, venceremos.
Para terminar, piensa esta cita del élder Joseph B. Wirthlin:
“La luz hace desvanecer la oscuridad. Cuando está presente, la oscuridad es derrotada y debe retirarse. Y lo que es más, la oscuridad no puede conquistar la luz a menos que ésta disminuya o desaparezca. Cuando está presente la luz del Espíritu Santo, la oscuridad de Satanás se aleja”.
Así que recuerda, no todo está perdido. Toma ahora la decisión. Vuelve a Sus brazos y en Él encontrarás paz.
Fuente: ldsdaily.com