Después de la invitación del presidente Russell M. Nelson de participar en el ayuno mundial, miembros y personas de otras religiones se unieron en oración y ayuno con el fin de lograr el cese de la pandemia de COVID-19. Y aunque la pandemia de coronavirus todavía sigue en pie, indudablemente se han producido muchos milagros.
Con el permiso de cada una de estas personas, compartimos algunas de nuestras historias favoritas durante el ayuno mundial.
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La influencia del espíritu
Mayra del Carmen y su esposo son médicos que trabajan en diferentes ciudades de Ecuador. Ellos se sellaron hace solo seis meses en el Templo de Guayaquil, Ecuador.
El esposo de Mayra trabaja en un hospital atendiendo pacientes con COVID-19, por esta razón Mayra hace un ayuno cada cinco días, cada día que su esposo tiene un turno de 24 horas en el hospital.
Ella compartió que su esposo ha tenido muchas experiencias en las que ha sentido la ayuda del Espíritu. Tanto Mayra como su esposo son conversos de la Iglesia. Con la fe que la ayuda a ella y a su esposo a seguir adelante, Mayra compartió en una publicación de Facebook: “Hemos sufrido muchas cosas y esperamos poder sufrir todas las cosas”.
Esperanza para los afligidos
Víctima del COVID-19, Kate Birk compartió lo siguiente en una publicación de Facebook:
“Mi esposo y yo descubrimos que tenemos COVID-19 ayer por la mañana, un día antes del ayuno mundial. He sentido presión en mi pecho durante aproximadamente una semana, entre otros síntomas. Es como si me estuviera estrujando un gran cinturón.
¡Pero esta mañana me desperté y sentí alivio! La presión se había ido. Sé que aún esto no ha terminado, pero quiero agradecerles a todos. Pude sentir el poder de sus ayunos.”
Los poderes de los cielos
Kim G. Bohne Landeen escribió:
“Hace 6 meses me encontraba luchando por mi vida en la sala de emergencias después de una hemorragia. Hacía dos semanas que había dado a luz a una hermosa niña.
Recuerdo haberme sentido muy asustada al pensar que no volvería a ver a mis hijas. Sentimientos de ira se apoderaron de mí cuando escuché a los médicos pedir otra transfusión en su esfuerzo por frenar mi flujo de sangre.
Nada parecía estar funcionando. Nada. Después de hacer todo lo posible, los doctores tomaron la decisión de realizar una cirugía de emergencia. Cuando comenzaron a sacarme de la habitación, hice que se detuvieran y le pedí a mi esposo que suplicara a los poderes del cielo para que intercedieran en mi nombre.
Le temblaban las manos cuando las puso sobre mi cabeza. Cuando abrió la boca, una bendición de salud se derramó sobre mí. Pude sentir las mismas células de mi cuerpo responder, como si estuvieran obedeciendo sus palabras.
No sabía lo que sucedería, pero definitivamente no fue eso. Esos momentos de sanación estaban destinados solo a los fieles, los elegidos, aquellos que tienen una fe fuerte. No para mí. No para alguien que tenía dificultades con su cercanía con Dios, que era imperfecta en su adoración, y que definitivamente estaba llena de enojo.
Al final de su bendición, me llevaron de regreso a la sala de cirugía. Me colocaron sobre una mesa fría de metal estéril… Desperté horas después en la sala de recuperación.
El médico que hablaba con una enfermera dijo en voz baja: “Nunca he sabido de alguien que haya perdido tanta sangre sobreviva”.
A medida que pasaron los días y comencé a comprender la precaria situación que había soportado, quedó muy claro que lo único que se interponía entre las puertas de la muerte y yo fue la oración de fe ofrecida por mi esposo y la voluntad de Dios.
No sé cómo vamos a salir del COVID-19. Pero puedo testificar que las mismas células de nuestro cuerpo están sujetas a un poder superior al de cualquier estadística, científico, político e incluso una vacuna.
Realmente creo que al unir nuestra fe, se pueden hacer grandes milagros incluso para aquellos que les cuesta sentirse cerca de Dios, que son imperfectos en su adoración, que se sienten más pecadores que santos.
Como un madre en periodo de lactancia uniré mi fe a la de ustedes de una manera un tanto diferente, ya que un ayuno de 24 horas no me es factible en este momento, pero mis oraciones se dirigirán a los cielos junto con las suyas. Gracias por permitirme unir mi fe, mi voz y sacrificio al de ustedes al suplicar la intercesión de los cielos en alivio y sanación mundial.”
Sostenidos por el Salvador
Después del ayuno del Viernes Santo, Adam Reeder, un escultor, compartió una representación de Jesucristo inspirado en el poema “Huellas en la arena”, y explicó que después de estar menos activo durante algunos años, participó del ayuno mundial y de cada sesión de la Conferencia General.
En un mensaje, Reeder proporcionó más información sobre su experiencia. Dijo que se encontró pensando en lo que los discípulos de Cristo experimentaron entre el periodo de Su muerte y resurrección.
“Me imaginé el miedo y el dolor de los seguidores de Cristo. Vieron las cosas terribles que le sucedieron al Salvador. ¿Cómo pudieron dormir? ¡¿Cómo pudieron sentir esperanza alguna?! ¿Ver algún tipo de luz? Deben haber estado muy angustiados.
Hablé con mi hermano gemelo sobre esto (somos compañeros de cuarto). Hablamos de cómo debieron haber estado sentados desde temprano el domingo, sintiendo una amarga desesperación (puedo identificarme con ello debido a recientes desafíos personales).
Entonces recordé una foto que recientemente había tomado en la casa de un querido miembro de mi familia de un trabajo que había hecho hace unos años. La de “Huellas en la arena”. Desde que hice esa escultura, he experimentado un infierno personal, en gran parte creado por mi propia mano.
Ahora, al ver esa escultura, sintiendo mi dolor, de cierto modo comprendiendo su dolor, pude ponerme en su lugar al imaginarme a alguien entrando por la puerta exclamando “¡Está vivo! ¡¡LEVÁNTENSE!! ¡¡¡Vengan ahora!!! ¡¡Él está vivo!!” Y luego sentir la alegría que tuvieron cuando se dieron cuenta de que Él les había dicho que regresaría.
Realmente estaba vivo. Se me vienen las lágrimas al pensar en eso. Es algo que nunca había experimentado. Y luego, al mirar la foto de mi escultura, pude sentir que Él me llevaba en Sus brazos… La experiencia de prepararme para la conferencia, el ayuno, los discursos (especialmente las partes realmente sagradas), mis revelaciones personales, me han conmovido hasta el alma.”
Una simple invitación
El ayuno parece haber creado un puente entre las personas de diferentes creencias religiosas y generaciones.
Trey Price, un Bautista, participó en el ayuno por invitación de su amiga, Donna Vincent, quien es miembro de la Iglesia. Los dos han sido amigos desde hace 25 años y Price dice que Vincent, cuyo esposo falleció recientemente, es “literalmente la mejor persona y el ejemplo más honesto de un cristiano”.
En la página de Facebook, Price escribió:
“Puedo decir que concluí mi primer ayuno. Soy bautista, pero mi querida amiga, que es miembro de la Iglesia de Jesucristo, me invitó a este ayuno y a un grupo de Facebook por el ayuno mundial. Hemos sido amigas durante AÑOS y siempre le he dicho a ella y a todos los demás que la Iglesia [de Jesucristo] representa el mejor ejemplo de lo que es un verdadero cristiano.
Participar esta semana con todos ustedes reiteró mi opinión al respecto. Todos en ese grupo fueron muy abiertos y aceptaban a todos por igual. Nunca criticaron mi religión ni la de nadie, sinceramente creo en mi corazón que muchos de nosotros, de otras religiones, podríamos aprender mucho de todos ustedes.
Gracias por permitirme a mí y a muchos otros participar de este ayuno…. ¿El verdadero milagro de esta semana? Aproximadamente medio millón de personas se unió en oración, se dieron cuenta de que tenían más similitudes que diferencias y oraron por un bien común.
Desde el fondo de mi corazón, gracias por invitarme, y espero que este grupo continúe aunque el ayuno haya terminado.”
Una nueva fe
Richard Foster escribió sobre su experiencia al ayunar con sus hijos:
“Mi familia y yo somos miembros de la Iglesia de Jesucristo, pero hemos estado inactivos durante varios años. Sin embargo, me gustaría mencionar a mis dos hijos, de 13 y 18 años, con respecto a este ayuno.
El martes, participaron del ayuno familiar dedicándolo a mi sobrina que dio positivo en el test de COVID-19 el día anterior. Participaron renuentemente, con muy poca comprensión del propósito del ayuno, sólo porque se les pidió hacerlo.
El viernes, participaron del ayuno mundial, no porque se les pidió, sino porque querían hacerlo. La oración se había vuelto casi ajena a ellos, pero en el transcurso de la semana pasada, los escuché realizar algunas de las oraciones más simples pero hermosas que he escuchado.
Cuando miro cómo este ayuno ha unido a las personas de todos los ámbitos de la vida y ha restaurado la fe dentro de las familias que pueden haber perdido la suya, me llena de mucha esperanza para el futuro, no sólo para mi familia… pero para toda la humanidad.”
Fuente: ldsliving.com