Una pregunta que algunos se han hecho es si es obligatorio que los hombres no tengan ningún tipo de vello facial o barba.
Por alguna razón, la cultura entre los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es que si un miembro tiene algún tipo de barba o vello facial, se considera como un miembro malo y no es así.
Lo cierto es que no hay una norma en la Iglesia que diga que todos los hombres deben afeitarse como requisito para ser miembros.
Tampoco podemos negar que en la historia de la Iglesia de Jesucristo ha habido muchos profetas y apóstoles que tenían barba cuando fueron llamados a servir, presidentes como Brigham Young, Heber J. Grant y Joseph F. Smith solo por mencionar algunos.
Es en la década de los sesenta que la barba pasó de ser un signo de dignidad a un signo de rebeldía debido a sucesos marcados en diferentes países del mundo. El último presidente de la Iglesia que tuvo barba fue George Albert Smith en 1951.
David O. McKay se convirtió en el primer profeta sin vello facial (con la excepción de José Smith), y esa norma se ha mantenido para todos los profetas desde entonces.
En 1971, Dallin H. Oaks, entonces presidente de la Brigham Young University, lo expresó de esta manera cuando habló sobre la apariencia y el vello facial a causa de las circunstancias de la época.
“No hay nada inherentemente malo con el cabello largo o el tener barba, de la misma manera en que no hay nada de malo en tener una botella de licor vacía. Sin embargo, una persona con barba o una botella de licor vacía tiene más probabilidades de ser malinterpretada.
Cualquiera de estos artículos puede reducir el alcance de una persona e impulsar malentendidos debido a lo que las personas pueden concluir razonablemente cuando los ven cerca de lo que estos artículos representan en nuestra sociedad”.
Si bien esta declaración se dio en la década de los 70, donde la mayoría de hombres tenían la barba y el cabello largo como signo de rebeldía, la intención detrás de estas palabras es que nuestra apariencia le dará, queramos o no, cierto mensaje de quienes somos a los demás.
Ahora bien, no hay nada de malo con el vello facial, hay miembros e incluso líderes que conocemos que tienen algún tipo de vello facial y eso no los hace menos miembros de la Iglesia de Jesucristo o menos fieles.
Como una Iglesia a nivel mundial que abarca una gran cantidad de culturas, la Iglesia de Jesucristo ha dejado que los líderes locales decidan los estándares sobre la apariencia personal para la asistencia al Templo, los líderes y los obreros del Templo.
Los estándares para los misioneros son diferentes a los estándares de los miembros en lo que respecta al vello facial. Los élderes, como representantes de Jesucristo, deben seguir pautas de aseo personal por lo que siempre deben estar siempre bien afeitados y sus patillas no deben pasar más allá de la mitad de la oreja.
Las placas que los misioneros llevan en el pecho, tienen el apellido que representa a su familia, pero por sobre todo, lleva el nombre del Señor.
El Señor no nos ha llamado a juzgar a los miembros por los estándares que creemos deben cumplir, es mejor que nos enfoquemos en lo que nosotros mismos debemos mejorar.
Quizá el mejor consejo que podemos recordar sean las palabras que el Salvador le dio a Samuel: “Porque Jehová no mira lo que el hombre mira, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.
Lograremos más actuando con amor hacia nuestros semejantes que con críticas y juicio que nos alejan del Espíritu. Es mi deseo que podamos elevarnos unos a otros en lugar de solo herirnos.
Fuente: LdsDaily