La temporada para tener barba está oficialmente en pleno apogeo, junto con el invierno (o verano en algunos lugares) que se aproxima rápidamente.
Para los Santos de los Últimos Días, el debate sobre el tener la barba ha seguido durante décadas, pero muy aparte de las normas misionales y las de BYU con respecto al tener barba, poco se ha dicho oficialmente sobre el tema.
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Si bien en la actualidad las personas tienes opiniones divididas cuanto al tema, las barbas fueron ampliamente aceptadas e incluso alentadas a principios del siglo XX. Incluso se requirió que los misioneros en las misiones británicas y europeas se dejaran crecer la barba durante su servicio misional en un momento dado porque “el vello facial agregaba dignidad”.
Muchos Profetas y Apóstoles también llevaron barbas largas durante su servicio en la Iglesia. Brigham Young, Heber J. Grant y Joseph F. Smith fueron sólo algunos de los Profetas influyentes que tuvieron vello facial, pero las cosas empezaron a cambiar en la década de 1960, cuando la barba pasó de ser un signo de dignidad a un signo de rebelión.
El último Profeta que tuvo barba fue George Albert Smith en 1951. David O. McKay se convirtió en el primer Profeta sin velo facial (con la excepción de José Smith), y la norma se ha mantenido para todos los Profetas desde entonces.
El Presidente Dallin H. Oaks se dirigió al cuerpo estudiantil de BYU en 1971 cuando fue nombrado Presidente de la universidad. Entre otros temas, él habló con los estudiantes sobre la apariencia, específicamente sobre el vello facial.
“Estoy cansado de que los jóvenes me cuenten cómo la mayoría de los líderes de nuestra Iglesia en épocas anteriores usaban barba y cabello largo, lo que demuestra que estos no son intrínsecamente malos.
En la mente de la mayoría de las personas de este tiempo, la barba y el cabello largo están asociados con la protesta, la revolución y la rebelión contra la autoridad. También son símbolos de la cultura hippie y de las drogas…
Además, la indiferencia, que a menudo se asocia (aunque no siempre) con barbas y cabello largo, es una señal de indiferencia hacia lo mejor de la vida.”
El Presidente Oaks señaló que no se sorprendería si la política con respecto a uso de barba cambiara en el futuro. El discurso se dio hace más de 40 años, y la política en BYU se ha vuelto un poco más indulgente, lo que permite tener barba sólo con fines médicos, teatrales o religiosos.
Los misioneros también deben estar bien afeitados, y las pautas generales para la apariencia personal de los misioneros enfatizan la importancia de mantener una “una apariencia profesional, decorosa, pulcra y bien arreglada” para mantener toda la atención en el mensaje que el misionero está llamado a compartir.
Así mismo, muchos obreros del Templo, líderes de barrio, Estaca y otros líderes de la Iglesia siempre están bien afeitados. Pero, ¿es esto un requisito? ¿Y qué hay del resto de la comunidad de los Santos de los Últimos Días?
Lo que la Iglesia ha dicho en realidad
El manual y la sala de prensa de la Iglesia no proporcionan ninguna guía específica sobre la barba o el vello facial. Incluso en lds.org, el tema se limita a una descripción del Diccionario Bíblico, dos escrituras en el Topical Guide y algunos artículos o discursos sobre el tener barba y vello facial.
En febrero de 1993, David S. King, Presidente del Templo de Washington, respondió a una pregunta en la Revista Ensign: “¿Existe un estándar de vestimenta y aseo para la asistencia al Templo?”
En este artículo, él dijo:
“Los líderes de la Iglesia, reconociendo que la moda es cambiante, son sensibles a la gran diversidad cultural dentro de la Iglesia.
Por ejemplo, recientemente sostuvieron que la barba y el cabello largo, limpios, bien recortados y cuidados en los hombres, así como ciertas otras modas que a algunos le podrían parecer ‘a la moda’, son aceptables para el Templo, siempre que no sean ofensivas o vulgares.
En la zonas tropicales cierto atuendo, que en los climas del norte, puede considerarse extremo no sólo es aceptable sino obligatorio. Deben darse las concesiones apropiadas para estas diferencias…
Una vez que llegamos a esta conclusión, aún nos enfrentamos a la pregunta sin respuesta de qué hacer con los miembros que van al Templo con una vestimenta inadecuada.
Supongamos que los miembros de una familia que se esfuerza por hacer lo bueno, que ha viajado largas distancias haciendo un gasto considerable, llegan al Templo para recibir sus propias investiduras y sellamientos, pero se les informa que están vestidos de manera inadecuada.
¿Serán rechazados, como los zoramitas, que fueron expulsados de las sinagogas debido a su vestimenta? (Alma 32:2.) ¿Debería su error (quizás el resultado de la desinformación u otros errores humanos) acatar los estándares de vestimenta del Templo y privarlos de sus bendiciones eternas? Por supuesto no.
Después de considerar cuidadosamente esta pregunta, los líderes de la Iglesia han anunciado una decisión que preserva la necesidad de una Iglesia en expansión que respete las normas del Templo y se adapte a las demandas del amor y la comprensión cristiana.
La norma sostiene que la responsabilidad de enseñarles a los miembros que van al Templo las normas de vestimenta y aseo debe recaer en las autoridades del sacerdocio que emiten las recomendaciones del Templo. Es a nivel de familia, barrio y Estaca, no en el Templo, que se debe sentar la base adecuada para la conducta y la vestimenta del Templo.” (énfasis agregado).
Como una Iglesia global que abarca una gran cantidad de culturas, los líderes de la Iglesia no han emitido ninguna política para toda la Iglesia que se base en el vello facial, la cual tiene diferentes significados en diferentes lugares del mundo.
Debido a esto, la Iglesia ha dejado que los líderes locales de la Iglesia decidan los estándares sobre la apariencia personal para la asistencia al Templo, el liderazgo y los obreros del Templo.
Algunos líderes de la Iglesia pueden pedir a los Obispos recién llamados, Presidentes de Estaca u obreros del Templo que permanezcan bien afeitados. De manera similar, la Iglesia ha dejado que cada individuo determine si se dejarán crecer o no el vello facial.
Lo que dicen las escrituras acerca de la barba
Las escrituras en sí contienen un número limitado de referencias a la barba, pero cada una ilustra principios importantes. Aquí hay algunos:
“No cortaréis el cabello de vuestras sienes, ni dañaréis la punta de vuestra barba.” —Lev 19:27
“Llegaron unos hombres de Siquem, y de Silo y de Samaria, ochenta hombres, rapada la barba, y rotas las ropas y sajados, y traían en sus manos ofrendas de grano e incienso para llevar a la casa de Jehová.” —Jeremías 41: 5
“Entonces Hanún tomó a los siervos de David, y les rapó la mitad de la barba, y les cortó los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despidió.” –2 Samuel 10: 4
“Y acontecerá que al séptimo día, se afeitará todo el pelo de su cabeza, y la barba y las cejas de sus ojos; o sea, se afeitará todo el pelo y lavará sus vestidos y lavará su cuerpo en agua, y quedará limpio.” —Lev. 14: 9
Estas escrituras reflejan que la barba tenía un significado y una importancia incluso en las culturas antiguas, pero ese significado puede cambiar según el tiempo, el lugar y las circunstancias.
De acuerdo con el diccionario de la Biblia, los judíos entendían que las barbas tenían “gran importancia”, y el vello facial los distinguía de los egipcios, que seguían estando bien afeitados.
Mientras que las barbas separan a los judíos, la forma en que una persona usaba su barba podría indicar su fidelidad. En el diccionario de la Biblia, se aclara que no debían “[dañar] la punta de la barba”, prohibida en Levítico 19, porque era una señal de idolatría.
Más adelante en las Escrituras, como se puede ver en los versículos de Jeremías y Samuel, el afeitarse la barba se ve como un acto de humildad o humillación. La otra mención de la barba en Levítico 14 menciona que el afeitado de todo el vello facial era parte de un ritual de limpieza para los leprosos.
Como podemos ver en estos pocos ejemplos, la barba o el corte de una barba pueden significarlo todo, desde la pureza a la humildad y de la fidelidad a la idolatría.
Hoy en día, la barba también tiene un significado que puede variar según la cultura y el tiempo. Así como los misioneros solían dejar crecer su barba para mostrar su dignidad, hoy muestran respeto y mantienen la atención enfocada en su mensaje.
La lección más importante que podemos aprender de estos versículos es que lo que más importa es el espíritu con el que uno se presenta y su apariencia ante Dios. Nuestra vestimenta, aseo y apariencia deben reflejar nuestro amor a Dios y nuestra voluntad de seguirlo, sea con barba o no barba.
Como lo ilustra Para la Fortaleza de la Juventud:
“Tu cuerpo es sagrado; respétalo y no lo profanes de ninguna manera. Mediante tu modo de vestir y tu apariencia, puedes demostrar que sabes cuán valioso es tu cuerpo; puedes demostrar que eres discípulo(a) de Jesucristo y que le amas.”
Este artículo fue escrito originalmente por Lindsey Miller y Danielle B. Wagner y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Beards: What the Church Has Actually Said”