El principio del perdón puede ser difícil de comprender y obedecer completamente. Sin embargo, conocer las bendiciones que se les prometen a los que perdonan, puede ser una fuerza poderosa y motivadora para perdonar.
A continuación, compartiré una lista de las 10 bendiciones hermosas que algunos discursantes de la Conferencia General les prometieron a los que perdonen.
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1. Tranquilidad para el alma
“El ministerio de la reconciliación”, Élder Holland:
Mis queridos hermanos y hermanas, testifico que perdonar y abandonar las ofensas, viejas o nuevas, es esencial para la grandeza de la expiación de Jesucristo. Testifico que, en última instancia, tal sanación espiritual solo puede llegar de nuestro divino Redentor, Aquel que se apresura a auxiliarnos con “sanidad” “en sus alas”. Le agradecemos a Él, y a nuestro Padre Celestial que lo envió, que la renovación y el renacimiento, y un futuro libre de viejos pesares y de errores pasados, no solo sean posibles, sino que ya se hayan pagado a un costo muy doloroso, simbolizado mediante la sangre del Cordero que la derramó.
Con la autoridad apostólica que me ha otorgado el Salvador del mundo, testifico de la tranquilidad que les brindará al alma la reconciliación con Dios y con los demás si somos lo suficientemente mansos y valientes para procurarla. “Cesad de contender unos con otros”, imploró el Señor. Si conocen alguna vieja herida, cúrenla. Cuídense el uno al otro con amor.
2. Una mayor capacidad para amar
“Los misericordiosos obtienen misericordia”, Élder Uchtdorf:
El perdonar, ya sea a nosotros mismos o a los demás, no es fácil. De hecho, para la mayoría de nosotros implica tener un importante cambio de actitud y en la manera de pensar, incluso un cambio de corazón. Pero hay buenas nuevas al respecto: ese “potente cambio” de corazón es exactamente lo que el Evangelio de Jesucristo tiene como objeto producir en nuestra vida.
¿Cómo se logra? Mediante el amor de Dios.
Cuando tenemos el corazón lleno del amor de Dios, nos ocurre algo bueno y puro. Guardamos “sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo”.
Cuanto más permitamos que el amor de Dios gobierne nuestra mente y nuestras emociones, cuanto más dejemos que el amor por nuestro Padre Celestial nos llene el corazón, más fácil nos resultará amar a los demás con el amor puro de Cristo. Al abrir nuestro corazón al resplandeciente amanecer del amor de Dios, la oscuridad y el frío del resentimiento y la envidia con el tiempo se disiparán.
3. Un alma más noble y valiente
“El punto de retorno seguro”, Dieter F. Uchtdorf:
Jesús nos enseñó verdades eternas cuando nos enseñó a orar: “…perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores… Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial; mas si no perdonáis… vuestro Padre tampoco perdonará vuestras ofensas” (3 Nefi 13:11, 14–15).
Por consiguiente, otorgar el perdón es un requisito esencial para recibir el perdón.
Para nuestro propio bien, debemos tener la valentía moral de perdonar y de pedir perdón. El alma nunca es más noble ni más valiente que cuando perdona, lo que incluye el perdonarnos a nosotros mismos.
4. Una paz que de otra manera es inalcanzable
“A vosotros os es requerido perdonar”, Presidente Hinckley:
Si hubiera alguien que anidara en su corazón la ponzoña de la enemistad hacia otra persona, le ruego que pida al Señor la fuerza necesaria para perdonar… Tal vez no sea fácil, y no llegue en seguida, mas si buscan esto con sinceridad y lo cultivan, de seguro llegará. Y aun cuando aquel a quien perdonéis continúe en sus sendas equivocadas, sabréis que habéis hecho lo posible por lograr una reconciliación. Vuestro corazón se verá colmado de una paz que no se puede obtener de ninguna otra forma. Dicha paz será la paz de Aquel que dijo:
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial.
“Más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”
5. Mayor autoestima
Presidente James E. Faust, “El poder sanador del perdón”:
Si somos capaces de perdonar a aquellos que nos han causado dolor y daño, nos elevaremos a un nivel mayor de autoestima y de bienestar. Algunas investigaciones recientes muestran que la gente a la que se le ha enseñado a perdonar “no se enoja tan fácilmente, tiene mayor esperanza, sufre menos depresión, se preocupa menos y tiene menos estrés”, lo cual conduce a un mayor bienestar físico. Otra de estas investigaciones concluye que “el perdón… es un don liberador que la gente se puede dar a sí misma”.
6. Sanación para el alma caída
Élder Kevin R. Duncan, “El ungüento sanador del perdón”:
Hace muchos años, mientras estaba reparando una cerca, se me clavó una pequeña astilla en un dedo. Hice un leve intento por sacármela y pensé que lo había logrado, pero aparentemente no fue así. Con el paso de los días, creció piel encima de ella y se me hizo un bulto en el dedo, que me causaba molestia y a veces dolor.
Años más tarde, finalmente decidí hacer algo al respecto. Lo que hice fue poner ungüento en el bulto y lo cubrí con una pequeña venda. Fue un proceso que repetí a menudo y no se imaginan la sorpresa que me llevé un día cuando me quité la venda: la astilla se había salido del dedo.
El ungüento había suavizado la piel y había creado una salida para el mismo objeto que me había causado dolor por tantos años; después de sacarme la astilla, el dedo sanó con rapidez y a la fecha no se observa ningún indicio de la lesión.
De forma similar, un corazón que no perdona guarda mucho dolor innecesario. Al aplicar el ungüento sanador de la expiación del Salvador, Él nos ablandará el corazón y nos ayudará a cambiar. Él puede sanar el alma herida (véase Jacob 2:8).
7. Los problemas del pasado dejarán de dictar el futuro
Élder David E. Sorensen, “El perdón transformará el resentimiento en amor”:
Cuando alguien nos ha lastimado a nosotros o a aquellos que amamos, el dolor puede ser casi insoportable. Parecería que el dolor o la injusticia es lo más importante del mundo y que no hay otro remedio más que la venganza. Sin embargo, Cristo, el Príncipe de Paz, nos enseña algo mejor. Podría resultar muy difícil perdonar a alguien el daño que nos haya hecho, pero cuando lo hacemos, nos encaminamos hacia un futuro mejor. El mal que nos haya hecho otra persona deja de controlar el curso de nuestra vida. El perdonar a los demás nos libera para escoger cómo viviremos. El perdonar significa que los problemas del pasado no marcarán más nuestro destino y podremos concentrarnos en el futuro con el amor de Dios en el corazón.
8. El poder del Salvador para ayudarte
Élder Timothy J. Dyches, “¿Quieres ser sano?”
Corrie ten Boom, una devota cristiana holandesa, encontró ese alivio a pesar de haber estado cautiva en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Ella sufrió mucho, pero a diferencia de su amada hermana Betsie, que pereció en uno de los campos, Corrie sobrevivió.
Después de la guerra, a menudo hablaba en público de sus experiencias, de la sanación y del perdón. En una ocasión, un hombre que había sido un guardia Nazi y que había sido parte del doloroso confinamiento de Corrie en Ravensbrück, Alemania, se acercó a ella, regocijándose en el mensaje sobre el perdón y el amor de Cristo.
“‘Cuán agradecido estoy por su mensaje, Fraulein’, dijo. ‘Pensar que, como usted dice, ¡Él ha lavado mis pecados!’
“Extendió su mano para estrechar la mía”, recordó Corrie. “Y yo, que había predicado tan a menudo… la necesidad de perdonar, mantuve mi mano pegada a mi cuerpo.
“Aun mientras los pensamientos de venganza e ira crecían dentro de mí, reconocí que eran un pecado… Señor Jesús, oré, perdóname y ayúdame a perdonarlo.
“Traté de sonreír, [y] me esforcé por levantar la mano. No podía. No sentía nada, ni la más mínima chispa de calidez ni caridad. Una vez más ofrecí una oración en silencio: Jesús, no puedo perdonarlo. Dame Tu perdón.
“Cuando tomé su mano, sucedió algo increíble. Desde mi hombro por mi brazo y a través de mi mano, una corriente parecía pasar de mí a él, mientras que en mi corazón surgió un amor por ese extraño que casi me abrumó.
“Así descubrí que la sanación del mundo no depende de nuestro perdón ni tampoco de nuestra bondad, sino de los de Él. Cuando Él nos dice que amemos a nuestros enemigos, Él nos da, junto con el mandato, el amor mismo”.
Corrie ten Boom fue sanada.
9. Asociación con el Salvador
Élder Larry J. Echo Hawk, “De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”:
Todos podemos recibir paz inimaginable y asociarnos con nuestro Salvador al aprender a perdonar libremente a las personas que nos han ofendido. Esta asociación invita al poder del Salvador en nuestras vidas de una manera certera e inolvidable.
10. Libre de culpas
Élder Anthony D. Perkins, “El grande y maravilloso amor”:
Para perdonarse a ustedes mismos y a los demás deben creer en la expiación de Jesucristo. El profeta Zenós oró: “Estás enojado, ¡oh Señor!, con los de este pueblo, porque no quieren comprender tus misericordias que les has concedido a causa de tu Hijo”. Nuestro Padre Celestial se entristece cuando le ponemos límites al poder del sacrificio expiatorio de Su Hijo. A medida que ejerciten su fe en Jesucristo, pueden hacer que sus culpas se “retiren”. Si la culpabilidad permanece después de un arrepentimiento sincero, confíen en sus líderes del sacerdocio cuando ellos les declaran que ustedes son dignos
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Emily Abel y fue publicado en ldsliving.com con el título “10 Profound Blessings Latter-day Saints Have Been Promised If They Will Forgive”.