Los padres del élder Ulisses Soares se bautizaron cuando él tenía solo 5 años en São Paulo. Tres años después, el élder Soares se bautizó.
Al ser los únicos miembros de la Iglesia en su familia, el élder Soares dijo que creció sin tener una relación cercana con los otros miembros de su familia.
“La Iglesia se convirtió en mi familia, y muchos de mis amigos eran de la Iglesia. Todos me apoyaron a medida que crecía en el evangelio de Jesucristo”.
Al reflexionar sobre sus primeros años como miembro de la Iglesia, recuerda que sus padres encontraron fortaleza y valor en las enseñanzas del Evangelio. El élder Soares recuerda que los líderes de su rama se esforzaron mucho por enseñarle el Evangelio.
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Recuerda a sus amigos que lo ayudaron, ya que él era el único Santo de los Últimos Días en su escuela y trabajo. El élder Soares considera que sus padres, líderes y amigos son pioneros.
“Creo que un pionero de los Santos de los Últimos Días es alguien que ayuda a allanar el camino para los demás. Le debo mucho de lo que está sucediendo hoy en mi vida a esas personas maravillosas que me ayudaron a allanar el camino”.
“Mis hijos son la tercera generación [de mi familia] en la Iglesia, y ahora veo a mis nietos crecer en el Evangelio y recibir las bendiciones de mis padres, las bendiciones que trajeron a nuestra familia debido a su sacrificio para cambiar su futuro”.
Pioneros en todos los países
En nuestro país, Brasil, tenemos más de 1,5 millones de miembros de la Iglesia, siete templos y cuatro más anunciados o en construcción.
Este crecimiento comenzó a través de dos familias alemanas, los Zapfs y los Lippelts, que se bautizaron en Alemania y emigraron a Brasil en 1913 y 1923.
En 1929, Bertha Sell y sus cuatro hijos se convirtieron en las primeras personas en bautizarse en Brasil. Bertha Sell emigró de Alemania a Brasil después de la Primera Guerra Mundial.
“Era una miembro fiel y ayudó a establecer la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en un país desconocido para ella”.
El élder Soares dijo que no hay una fecha específica para honrar el día de los pioneros fuera de Utah. “Pero contamos su historia en ocasiones especiales”, al crear una nueva estaca, dedicar una capilla o dedicar un templo, “que es el fruto de su sacrificio”.
El apóstol también habló sobre otras experiencias memorables. Por ejemplo, cuando conoció a grupos de pioneros, la creación de la primera estaca en América del Sur en São Paulo en 1966, la Conferencia Regional en São Paulo cuando el presidente Spencer W. Kimball anunció el primer templo en América del Sur, la dedicación del Centro de Capacitación Misional en 1993 que hizo el élder James E. Faust y la dedicación del Templo de Fortaleza en junio de 2019.
Participar en la dedicación del Templo de Fortaleza fue un momento memorable para el élder Soares, porque el templo está ubicado en un área que formó parte de su misión de tiempo completo.
En esa ocasión, los miembros pioneros de Fortaleza fueron invitados a compartir la historia de su conversión, en relación con esta experiencia el élder Soares dijo lo siguiente:
“No puedo olvidar la expresión de gratitud de aquellos pioneros que estuvieron en esa maravillosa y memorable reunión”.
Asimismo, compartió la experiencia de escuchar el testimonio de un hombre pionero en Filipinas, que lo marcó de una manera que nunca olvidará.
“Podríamos identificarnos con su amor por el Evangelio, los sacrificios que hizo para vivir el testimonio que recibió y sus esfuerzos por invitar a otros a unirse al Evangelio de Jesucristo”.
“Conocemos a este tipo de personas en diferentes lugares… Se sacrificaron mucho para establecer el reino de Dios en sus países”.
El élder Soares también habló acerca de las dificultades que enfrentan muchos Santos de los Últimos Días al sacrificarse por el Evangelio.
El Señor dijo:
“Sed de buen ánimo, pues, y no temáis, porque yo, el Señor, estoy con vosotros y os ampararé; y testificaréis de mí, sí, Jesucristo, que soy el Hijo del Dios viviente; que fui, que soy y que he de venir”. (DyC 68:6)
Creo que esta promesa sostuvo a los pioneros en las dificultades y los desafíos que atravesaron. Esas promesas también nos sostienen porque son válidas para todos nosotros en estos tiempos.
Mi aliento es una invitación a orar al Señor, pedir ayuda y humillarnos ante nuestro querido Padre Celestial, que nos ama tanto. Él es nuestro Padre y desea que seamos felices en esta vida. Él quiere que regresemos a Él.
El élder Soares dijo que hoy podemos ser pioneros activos al decidir vivir el Evangelio, ser un buen ejemplo para el mundo y reflejar la luz del Salvador.
Fuente: Church News