Dos misioneros y una Biblia católica: mi inusual camino al bautismo

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Nota del editor: Este artículo es una adaptación de la experiencia personal de Joe Cirillo para LDS Daily.

Éramos la tradicional familia del sur de Italia devota al catolicismo. Rezábamos a diario, asistíamos con regularidad a la misa y hasta tenía mi propio rosario.

Y aunque nos mudamos a Canadá en 1960, mis padres se esforzaron para que no pierda sus costumbres. Tanto culturales como religiosas.

Pero a medida que quería conocer más sobre Dios, mis padres repetían que eran misterios que nadie podía averiguar ni buscar. 

La Biblia, un tesoro ‘prohibido’

Biblia

Creemos que la Biblia es la palabra de Dios. Imagen: Canva

Aunque traté de no reprochar a mis padres, a los 15 años la clase de un profesor volvió a despertar mi deseo de acercarme y crear una conexión con Dios

Fue el maestro Fraser, un cristiano que no dudaba en hacer preguntas sobre Dios durante su clase para que podamos debatir y fortalecer nuestro conocimiento espiritual.

El señor Fraser nos animó a leer la Biblia para aprender por nosotros mismos acerca de Dios y Su propósito para nosotros. El problema era que yo tenía miedo de leerla, porque me habían enseñado que si leía la Biblia, Dios se enojaría conmigo por querer entrometerme en sus “misterios”.

Un pensamiento que no me dejaba tranquilo, porque si Dios escribió la Biblia y permitió que se conservara, ¿no deberíamos saber lo que contiene?

Hablé con mi Padre Celestial

hombre orando

La oración es una conversación con Dios. Imagen: Canva

Fue así que a los 19 años, cuando me fui de casa —un suceso inaudito en las familias italianas a menos que uno se casara— me sentí obligado a comprar una Biblia. Así que fui a la parroquia local y le pedí a mi párroco que me vendiera una.

Se negó y trató de disuadirme de leerla. Insistí, diciéndole que si no me la vendía, la buscaría en otro lugar, donde quizá esté alterada. Por lo que, a regañadientes, cedió y me fui con una copia de la edición católica de la Biblia.

Ese día marcó el comienzo de mi viaje espiritual. Al comenzar a leer la Biblia, sentí una fuerte convicción de que el Padre Celestial me estaba guiando para que lo buscara. De inmediato, supe que, verdaderamente, eran palabras inspiradas para mi vida.

Sin embargo, a medida que continué leyendo, también tuve más preguntas. Entonces recordé algo que había dicho el señor Fraser: 

“Si tienes dudas, habla con nuestro Padre Celestial como hablarías con tu papá”.

Ideas que no podía comprender

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Quería adorar a Dios, pero no sabía cómo. Imagen: Shutterstock

Aunque al conversar con mi Padre Celestial hallaba paz, todavía tenía preguntas que mis oraciones no podían contestar. Así que esta frustración me terminó de alejar de mi fe no solo a mí, sino también a mi novia y, posteriormente, esposa.

Ambos nos distanciamos de la religión en nuestros primeros años de matrimonio por algunas doctrinas que nos eran difíciles de comprender. Sin embargo, cuando nació nuestro primer hijo, algo cambió dentro de nosotros. 

Tuvimos un fuerte deseo de reconectarnos con nuestra fe y criar a nuestra familia con Dios en nuestras vidas.

Entonces, volvimos a nuestra iglesia, pero no nos pareció tan satisfactoria como esperábamos. ¡Faltaba algo! No podía entender ciertas doctrinas, como el bautismo de niños tan pequeños. También me costaba aceptar la idea de que Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo eran el mismo personaje.

Finalmente, dejamos de asistir por completo, aunque nuestro deseo de criar a nuestra familia con Dios permaneció… Y Él lo sabía.

El valor de dos jóvenes misioneros

Misioneros de Más Fe

Mi resistencia no alejó a los misioneros de mi hogar. Imagen: Más Fe

Un día, mientras estaba en el trabajo, 2 jóvenes misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días llegaron a mi puerta para compartir un mensaje que, aseguraban, fortalecería mi relación con Dios. 

Le preguntaron a mi esposa si podían regresar cuando yo estuviera en casa y ella —quien también quería acercarse a Dios— aceptó. Programaron la cita para el día siguiente alrededor de las 7:00 p. m.

Aunque mi esposa tenía un temor. Porque, especialmente entre las familias italianas y portuguesas, si uno nace católico, muere católico. Así que no sabía cómo reaccionaría yo ante la visita de los misioneros. Al grado de avisarme de su visita sino hasta unos 15 minutos antes de que llegaran.

Justo cuando terminamos nuestra conversación, vimos a los misioneros que se acercaban por la entrada. Mi esposa me pidió que fuera cortés con ellos y yo acepté. Pero, cuando entraron, lo primero que les dije fue: 

“Para que lo sepan, tenemos nuestra propia religión y si van a enseñarnos algo, tiene que ser de nuestra Biblia católica”.

¡Sorprendentemente, aceptaron! Así que, luego, añadí: “Escucharemos lo que tengan que decir, pero después de esta noche, no quiero que vuelvan.

Un calor que no era de la calefacción

Sentí un ardor en mi pecho que jamás había experimentado. Imagen: Pinterest

Comenzaron la lección preguntando si podían empezar con una oración. Aceptamos y ellos inmediatamente se arrodillaron. Esto me hizo sentir un poco incómodo, pero para ser amable, hice lo mismo. 

Era la primera vez que intentaba orar de esa manera.

Mientras me enseñaban, ocurrió algo extraordinario. Sentí un calor que se extendía por todo mi cuerpo, algo que nunca había experimentado. Al principio, pensé que era solo la calefacción, así que fui a comprobar la temperatura en el termostato. 

Pero todo parecía estar bien; entonces, ¿por qué sentía tanto calor?

No fue el horno en absoluto. Fue el fuego del Espíritu el que entró en nuestro hogar. Me tocó profundamente, atravesó mi alma y ese sentimiento ha permanecido conmigo desde entonces.

El valor de mis creencias católicas

cruz en las escrituras

Sin mi fe católica, no habría llega al evangelio de Jesucristo. Imagen: Canva

Cuando terminó la lección, nos agradecieron por permitirles compartir su mensaje y, tal como les hice prometer, aseguraron que no volverían a molestarnos. Pero, para su sorpresa, los interrumpí y dije: ¡No, por favor! ¿Cuándo pueden volver?. Todos en la sala estaban atónitos y encantados al mismo tiempo.

Me siento profundamente agradecido por la iglesia en la que nací y por las enseñanzas que recibí de mis padres cuando era niño. 

Sé que, a través de sus enseñanzas y valores, fui inspirado a buscar el evangelio restaurado de Jesucristo, y comprender así el maravilloso plan que Dios ha diseñado para todos Sus hijos e hijas.

Tal como lo explicó el presidente Gordon B. Hinckley: 

“Apreciamos la verdad en todas las iglesias y el bien que hacen. Traigan consigo todo lo bueno que tengan y luego veamos si podemos agregarle algo más. Ese es el espíritu de esta obra. Esa es la esencia de nuestro servicio misional”.

Testifico que toda lección que nos acerca a Dios, es valiosa en nuestro crecimiento espiritual. Animo a todos los que lean mi historia a que vengan, vean y experimenten la bondad de Dios por ustedes mismos.

Y recuerda que si deseas conocer más sobre la Iglesia de Jesucristo, ¡escríbenos en los comentarios del artículo! 

Fuente: LDS Daily

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