Hace unos años, vi un programa en el que se explicó cómo se creó el universo. La idea que más me impresionó fue la descripción de cómo el Big Bang arrojó miles de millones de toneladas de partículas por todos los rincones del universo: polvo, si así deseas llamarlo.
¿Cómo te sientes al saber que llevas en tu interior una parte de las estrellas del inicio de la creación? Es otra forma de ver el concepto que ya conocemos de las Escrituras: Que no hay tal cosa como materia inmaterial; que la luz de Cristo llena la inmensidad del espacio, causando que cada parte del universo se relacione con todas las demás; y que somos eternos en nuestra esencia.
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Me gustaría comenzar recordando la historia de los magos de Mateo 2:
Y cuando Jesús nació en Belén de Judea en los días del rey Herodes, he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle.
Y al oír esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
Y, habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
Y ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.
Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo en que había aparecido la estrella y enviándolos a Belén, dijo: Id allá, y preguntad con diligencia acerca del niño y, cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. (Mateo 2: 1 – 9).
Sabemos muy poco sobre los magos. Del mismo modo, no sabemos, en términos astronómicos, qué causó que la estrella llegara a la Tierra justo en ese momento. Pero, en realidad no importa.
Creemos que la estrella de Belén, la estrella que los sabios siguieron con tanta paciencia, esperanza y fe, fue un fenómeno en los cielos. Sin embargo, la estrella en los cielos no era la única o la más importante.
La estrella dentro del corazón de los magos fue la estrella más importante. Después de todo, si la estrella estaba en el cielo para que todos la vieran, entonces cientos de miles de personas la habrían visto y miles de personas podrían haberse preguntado cuál era su significado y cientos podrían haberla seguido hasta la pequeña ciudad de Belén.
Pero, hasta donde sabemos, solo los magos la vieron con los ojos de la fe. Solo ellos la siguieron con esperanza y paciencia. Solo ellos se arrodillaron ante el niño Jesús.
Tenían una estrella en su interior que les permitió ver la estrella en el exterior. Vieron la estrella con los ojos de la fe y ella los llevó a Jesús.
No sabemos qué pasó con la estrella. Lo último que se menciona es que “se detuvo” sobre donde estaba Jesús. Se presume que desapareció después, de que su trabajo terminó, pero no lo sabemos. Tampoco sabemos a dónde fueron los magos después de que entregaron sus regalos, adoraron al niño y se despidieron.
Lo que podemos decir con cierta seguridad es que se llevaron la estrella consigo, la estrella que realmente importaba, la estrella en su interior.
Esta es una traducción del extracto del libro “Stars: Reflections on Christmas” de Chieko N. Okazaki que fue publicado originalmente en ldsliving.com con el título “One Way to See the Star from Christ’s Birth That Will Transform How You See the Nativity”.