Recuerdo haber tenido una conversación sobre el Espíritu con mi compañero de habitación de la universidad. Él era 3 o 4 años más joven que yo y se estaba preparando para servir en una misión.
Mi compañero dijo algo que llamó mi atención. Dijo que no es posible tener el Espíritu contigo todo el tiempo.
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Entonces, analizamos esta situación y nos dimos cuenta de que en los días en los que nos acompaña el Espíritu nos sentimos más felices, dispuestos a ayudar a los demás. En general, somos una mejor persona.
Si somos más conscientes de esos días a medida que suceden, literalmente “tendremos hambre y sed” de ellos, como dice en las Escrituras.
El Espíritu puede ser adictivo en cierto modo, porque ¿quién no quiere sentirse bien y ser feliz? La única manera de ayudar a que esos días sucedan con más frecuencia y evitar los días opuestos a ellos, es reconocer ambos y esforzarnos por hacer las cosas que ayudan a que esos días ocurran.
Cuando comenzamos a juntar esos días, uno tras otro, es cuando el Señor realmente puede comenzar a acelerar nuestro progreso personal hacia la perfección.
Ahí es cuando realmente comenzamos a “tener siempre Su Espíritu con nosotros” al renovar nuestros convenios cada semana.
Aquí, tenemos una lista comparativa que te ayudará a saber cuándo el Espíritu te acompaña y cuándo no. Esta información la obtuvimos de la revista Ensign de agosto de 1978:
Cuando tienes el Espiritu |
Cuando no tienes el Espíritu |
1. Te sientes feliz, tranquilo y con la mente clara. | Se sientes triste, confundido y frustrado. |
2. Eres generoso. | Eres posesivo, egocéntrico o resentido por lo que se te pide. |
3. Nadie puede ofenderte. | Te ofendes fácilmente. |
4. No te molesta que vean lo que estás haciendo. | Te vuelves reservado y evasivo. |
5. Estás ansioso por compartir tiempo con los demás y deseas hacerlos felices. | Evitas a las personas, especialmente a los miembros de tu familia; y eres crítico con los miembros de tu familia y las autoridades de la Iglesia. |
6. Te alegra que otros triunfen. | Envidias el éxito de los demás. |
7. Te alegra asistir a tus reuniones y participar en las actividades de la Iglesia. | No quieres ir a la Iglesia, ministrar o tomar la Santa Cena. Desearías tener otro llamamiento en la Iglesia o no tener ninguno. |
8. Tienes el deseo de orar. | No quieres orar. |
9. Desearías poder guardar todos los mandamientos del Señor. | Piensas que los mandamientos son molestos, restrictivos o sin sentido. |
10. Te siente en control, no comes en exceso ni duermes demasiado; no te sientes incontrolablemente atraído por el entretenimiento sensacional, no pierdes los estribos ni sientes pasiones o deseos incontrolables. | Sientes las emociones y los apetitos con tanta fuerza que temes no poder controlarlos: odio, celos, ira, lujuria, hambre, fatiga. |
11. Piensas en el Salvador con frecuencia y con amor; quieres conocerlo mejor. | Casi nunca piensas en el Salvador; parece irrelevante para tu vida, o peor aún, parte de un sistema confuso que parece funcionar en tu contra. |
12. Te sientes seguro y feliz de estar vivo. | Te desanimas fácilmente y te preguntas si la vida realmente vale la pena. |
¿Cómo te sientes cuando el Espíritu te acompaña? ¡Cuéntanos en los comentarios!
Fuente: mormonlifehacker.com