Cada vez que me siento abrumada por el mundo o vencida por la desesperación, también me siento pequeña. Insignificante. En esos momentos, es difícil creer que le importo a Dios.
Me sentí así esta semana. Muchas cosas parecían insuperables. Mientras oraba, lloraba. Deseaba compartir lo que sentía en mi corazón. Quería creer en la tierna comunicación entre un amoroso Padre Celestial y Su hijo. Sin embargo, mientras trataba de detener las lágrimas que corrían por mi rostro, me sentí distante.
¿Cuál era el punto? Solo soy un pequeño bache en un mundo de miles de millones de personas con problemas como el mío. Todo el mundo está sufriendo. Todos están preocupados. Muchas otras personas están sufriendo calamidades. ¿Por qué sería algo para Dios? ¿Cómo Él podría escuchar mi pequeña oración?
Un pensamiento sorprendente vino a mi mente mientras trataba de entender lo horrible que me sentía en ese momento.
A lo largo de ese día, había estado enviando mensajes de texto con un amigo mientras tratábamos ansiosamente de comprar boletos para el concierto de Taylor Swift. Si sabes algo sobre este asunto, entiendes que no salió bien.
Millones de personas esperaron durante horas en la web y no obtuvieron ningún asiento y si lo hicieron, consiguieron entradas súper costosas. Mi amigo y yo no logramos salir de la sala de espera y quedamos decepcionados.
Me reí para ocultar mi pena mientras oraba. Sentí que estaba en el mismo caos, solo era un número en una fila masiva de personas que luchaban por encontrar algo de paz y propósito. Me sentía desesperada y exhausta. Era una comparación graciosa en mi mente, pero me hizo pensar en algunas preguntas más profundas.
¿Alguna vez has experimentado un momento como el mío? ¿Qué hacemos cuando parece imposible acercarse a Dios y mucho menos tener comunión con Él?
No tengo todas las respuestas, pero he aprendido algunas cosas mientras participo en esta lucha.
Aférrate a la verdadera naturaleza de Dios
Al igual que con Adán y Eva, lo primero que intenta hacer Satanás cuando nos sentimos débiles es distorsionar nuestra comprensión de Dios. Nos llenamos de pensamientos acerca de cómo Dios es indiferente, insensible, distante o cruel.
No tenemos una comprensión firme de quién es Dios y cómo obra, podemos alejarnos fácilmente de Él, más de lo que pretendemos.
Cuando tengas estos pensamientos, repite en tu mente lo que sabes que es verdad.
Si lo deseas, puedes memorizar pasajes de las Escrituras como Juan 3:16 o Moisés 1:39.
En tu aplicación Biblioteca del Evangelio o en un diario de fácil acceso, escribe citas de líderes sobre el amor de Dios. Recuerda este material cuando el adversario intente distorsionar tu visión.
Identifica tus emociones
Es importante procesar las emociones de una manera sana. No debemos menospreciarnos por tener emociones o tratar de eliminarlas. Sin embargo, debemos esforzarnos por volvernos emocionalmente inteligentes y obtener más control sobre cómo reaccionamos cuando surgen estos sentimientos.
El Señor quiere que actuemos y no que se actúe sobre nosotros. La hermana Patricia T. Holland enseñó: “Se espera que oremos con madurez”.
Una cosa que podemos hacer es identificar y verbalizar nuestras emociones. En un momento angustioso, trata de encontrar una palabra que describa cómo te sientes. Dilo en voz alta: “Estoy abrumado en este momento”. “Estoy experimentando mucho estrés”.
Cuando hacemos esto, podemos reconocer nuestras emociones como una experiencia y no como un estado del ser.
Podemos ser amables con nosotros mismos al saber que estas emociones pasarán y podremos experimentar algo diferente más adelante.
Sigue hablando con Dios
Pase lo que pase, no dejes de comunicarte con Dios. Comparte cómo te sientes, incluso si es que no sientes nada en absoluto o no tienes ganas de orar.
Considera diferentes maneras de comunicarte con Dios. Es posible que desees escribir en un diario, escuchar música inspiradora o salir a caminar. Mantén abiertas las líneas de comunicación y nunca dejes de esforzarte.
¿Cuáles son algunas de las cosas que haces cuando te sientes lejos de Dios?
Esta es una traducción del artículo que fue escrito por Aleah Ingram y fue publicado en LDS Daily con el título “What to Do When Connecting With God Feels Like Trying to Get Taylor Swift Tickets”.
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