El enfoque de la sesión del domingo por la mañana de Pascua de la Conferencia General Nº 191 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tuvo el objetivo de brindar paz, sanación y esperanza ante la angustia y el pesar de la realidad actual.
La sesión comenzó con los discursos de líderes de Brasil, Nicaragua, Nueva Zelanda y Zimbabwe, así como la música previamente grabada proporcionada en español y en coreano.
El élder Ulisses Soares, del Quórum de los Doce Apóstoles, compartió:
“En esta radiante mañana de Pascua de Resurrección, mi corazón se regocija al recordar el acto más maravilloso, majestuoso e inconmensurable que ha ocurrido en la historia de la humanidad, el sacrificio expiatorio de nuestro Señor, Jesucristo”.
La hermana Reyna Isabel Aburto, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, de Nicaragua, reconoció el dolor que viene de la pérdida de un ser querido.
“Podemos imaginarnos cómo se sintieron los amigos de Jesús, que lo habían seguido y servido, tras presenciar Su muerte. Sabemos que ellos estaban tristes y llorando”.
Como cada uno de los discursantes, la hermana compartió la historia de la pérdida de un ser querido, en su caso, la de su hermano mayor cuando ella tenía 9 años.
“Durante la pandemia global actual, muchos de nosotros hemos perdido seres queridos, ya sea familiares o amigos. Oramos por quienes sientan congoja debido a esa pérdida.
El presidente Russell M. Nelson ha dicho: ‘Sea cual sea la edad, lloramos por los seres amados que se van. Ese llanto es una de las más profundas expresiones de amor puro’”.
Cada líder compartió el mensaje de que la resurrección de Cristo rompe las cadenas de la muerte. El élder S. Mark Palmer, un Setenta Autoridad General de Nueva Zelanda, compartió:
“El glorioso mensaje de la mañana de Pascua de Resurrección es fundamental para todo el mundo cristiano. Jesucristo resucitó de entre los muertos, y debido a esto, nosotros también viviremos de nuevo después de morir. Este conocimiento brinda propósito y significado a nuestras vidas”.
Ese propósito incluye la capacidad de arrepentirse y mejorar como personas. El élder Soares agregó a las palabras del presidente Nelson un consejo para tener paz y felicidad.
“Por medio de Jesucristo y Su sacrificio expiatorio, podemos experimentar un gran cambio de mente y corazón, brindándonos una nueva actitud, tanto hacia Dios, como hacia la vida en general…
El don del arrepentimiento es una expresión de la bondad de Dios hacia Sus hijos y es una demostración de Su incomparable poder para ayudarnos a superar los pecados que hemos cometido.
Asimismo, es también una evidencia de la paciencia y longanimidad que nuestro amoroso Padre tiene ante nuestras debilidades y flaquezas”.
La trágica muerte de la hermanita de 17 meses del élder Palmer, llevó a su familia a cuestionar el propósito de la vida y, finalmente, a unirse a la Iglesia de Jesucristo. Le agradece a sus padres por sus “actos de fe en respuesta a [ese] profundo dolor”.
“Invito a todos los que sienten pesar, los que luchan con la duda, los que se preguntan qué pasa después de morir, a que pongan su fe en Cristo. Les prometo que si desean creer y luego actúan con fe y siguen los susurros del Espíritu, hallarán gozo en esta vida y en el mundo venidero”.
El élder Edward Dube, un Setenta Autoridad General de Zimbabwe, alentó a los miembros de la Iglesia a “proseguir hacia la meta” de Jesucristo, diciendo que eso incluye servirlo con amor y gratitud a pesar de los grandes pesares.
“Proseguir hacia la meta es avanzar fielmente en el camino estrecho y angosto que conduce a la vida eterna con nuestro Salvador y nuestro Padre Celestial.
Si bien los desafíos de la vida mortal vendrán a todos nosotros de una forma u otra, debemos enfocarnos en el objetivo de ‘proseguir hacia la meta al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús’”.
La sesión compartió himnos previamente grabados por coros de todo el mundo.
El coro de México cantó en español “Oh Dios de Israel”. El coro coreano de niños cantó “Me encanta ver el Templo” desde Corea, y los coros de mujeres y niños de todo el mundo cantaron “Soy un hijo de Dios” en diferentes idiomas.
El presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia, dirigió la sesión. La oración de apertura fue proporcionada por el élder Terence M. Vinson, un Setenta Autoridad General de Australia que fue relevado de la Presidencia de los Setenta el día de ayer.
Fuente: Deseret News