Antes de que los Santos emigraran de Nauvoo a Rocky Mountains, Wilford Woodruff tuvo una visión del futuro Templo de Salt Lake.
Además de la visión de los futuros servicios dedicatorios y aquellos que participarían en estas ceremonias, también vio que el templo estaba hecho de granito.
Más adelante, cuando los Doce se establecieron en el valle del Lago Salado, hablaron sobre cómo construir un templo allí. Pensaron en los diferentes materiales de construcción que se podrían utilizar, como el adobe y ladrillo.
En estas reuniones con los demás apóstoles, el élder Woodruff se decía a sí mismo: “No, así no será”.
Woodruff tuvo una visión del templo y sabía cómo se construiría.
Esto es un poco gracioso. ¡Solo piensa en el tiempo y los problemas que el élder Woodruff podría haber ahorrado a todos si les contaba su visión!
No obstante, el punto más importante es la voluntad del Señor para manifestar cosas a Sus apóstoles y profetas por el poder del Espíritu y su capacidad para recibir tales manifestaciones.
En este caso, el Señor envió una visión, pero no para llevar a cabo una gran tarea o incluso acelerar el proceso de toma de decisiones sobre el templo.
No conocemos los propósitos del Señor, pero su enfoque principal parece haber sido el mismo Wilford Woodruff y su relación con el Señor.
El élder Neil L. Andersen contó esta historia:
“Una vez fui a hablar con el presidente Faust sobre un serio problema que no sabía cómo resolver y él me preguntó: ‘Neil, ¿has orado al respecto? ¿Has orado toda la noche, como lo hizo Enós?’ Luego, reclinándose en el sillón, agregó: ‘Yo he orado toda la noche muchas veces para recibir respuesta a problemas difíciles. Así es como tú también obtendrás la respuesta que buscas’. Y tenía razón”.
Esto ilustra el tipo de hombres que el Señor elige: hombres dispuestos a orar toda la noche para obtener respuestas a problemas difíciles. Pero, también demuestra que el Señor les responde.
Cuando lo necesitan, incluso si es muy tarde, recibirán inspiración.
Con este espíritu, el presidente Harold B. Lee dijo en una oportunidad:
“Te preguntas cuándo fue que el Señor hizo la última revelación a esta Iglesia.
El Señor da revelación día tras día, tú serás testigo, recordarás este período y verás algunas de las poderosas revelaciones que el Señor dio en Su día y tiempo. De eso doy testimonio”.
Hay mucho que aprender acerca de la revelación, pero esta declaración de Harold B. Lee es un buen lugar para empezar.
Al leer y meditar en los testimonios de nuestros profetas y apóstoles, el Espíritu puede ayudarnos a saber que son verdad. Entonces, podremos confiar en que el Señor guía a Sus siervos escogidos, porque ¡eso es lo que hace!
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Duane Boyce y Kimberly White, y fue publicado en Meridian Magazine bajo el título “Can We Trust the Prophets to Lead the Church?“