“Ven sígueme”, el nuevo plan de estudios de la Iglesia, es para todas las personas, pero a veces el estudiarlo con nuestras familias no suele ser tan fácil como parece.
Es muy emocionante ser miembro de la Iglesia. Nuevos planes de estudio, nuevos programas, nuevos horarios de reuniones, nuevos templos, y aunque nos sentimos renovados con estas nuevas herramientas que profundizan nuestra fe en el Salvador, a veces saber por dónde comenzar puede ser abrumador.
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Recientemente, una miembro de la Iglesia, Carla, comentó en una de nuestras publicaciones de Facebook que está casada, pero que su esposo está inactivo, su hijo de 21 años ha abandonado la Iglesia, su hijo de 16 años está luchando contra la depresión y su hijo de 11 años de edad tiene síndrome de Down, pero aún así ellos “hacen que [su] vida valga la pena”.
Considerando su situación única, preguntó: “¿Tienen algún consejo para una madre que es la encargada de llevar el Evangelio al hogar y que siente que eso es algo totalmente abrumador?”
Sabemos que la mayoría de los miembros de la Iglesia tienen situaciones familiares y de vida que no se ven como la típica figura ideal de una mamá y un papá con sus niños felices sentados en el sofá. Todos luchamos con algo que hace que nuestra situación familiar sea difícil o única.
Por eso me encanta el título simple y directo del nuevo plan de estudios de la Iglesia: “Ven, sígueme”. Ese es el punto, acercarnos al Salvador y pensar en Él. Entonces, si tu estudio actual o la rutina de la Iglesia no te acercan al Salvador y a los poderes del cielo, tal vez sea el momento de redirigir tus esfuerzos.
Este plan de estudios no pretende complicar nuestras vidas, nuestro discipulado o enfoque. Por el contrario, se supone que debe refinar nuestras vidas, nuestro discipulado y enfoque al llevarnos hacia nuestro Salvador. Así mismo, los manuales dejan claro que no son más que recursos para ayudarnos, tampoco listas de verificación que tenemos que completar u obligaciones que nos pesan.
“Utilice este recurso de la manera que le resulte útil. “Ven, sígueme” no está pensado para reemplazar las cosas buenas que ya estén haciendo, ni competir con ellas. Hay diferentes maneras en que puede estudiar el Nuevo Testamento regularmente, y además lograr sus otras metas de estudio de las Escrituras… Siga la guía del Espíritu para determinar su propia manera de estudiar la palabra de Dios.”
Aquí hay un hermoso ejemplo:
Antes del año nuevo, mi Obispo se sentó con nuestro barrio para hablar de manera sincera sobre el nuevo plan de estudios. Una frase que él dijo, en particular, me sorprendió y me hizo reír porque es tan real.
Aquí están sus palabras, de la mejor manera en que pude recordarlas:
“En mi familia, tenemos muchos hijos por lo que el estudio de las Escrituras puede salirse de control muy rápido. Solíamos tratar de leer un capítulo de las Escrituras por las noches, pero eso fue una pesadilla. Con tantos niños, ellos y las Escrituras empezaron a causarme disgusto. Así que decidimos redirigir el enfoque .
Ahora, solo leemos un versículo juntos cada noche y luego hablamos sobre ese versículo y lo que aprendimos. Y funciona. Todavía podemos aprender sobre el evangelio sin querer matarnos unos a otros.”
Mi Obispo nos aconsejó que adoptáramos el mismo enfoque para “Ven, sígueme”. Primero, debemos sentir qué es lo que funciona mejor para nuestra familia. Si las cosas parecen demasiado estresantes, forzadas o caóticas, da un paso atrás y simplifica lo que es necesario.
Comienza leyendo un pasaje de las Escrituras o pregúntale a tu familia o pon un video de la Iglesia una noche en lugar de ver Netflix. A medida que nuestras familias se acostumbran más a las charlas sobre el Evangelio, podremos sentirnos más capacitados al compartir nuestros pensamientos, comenzaremos a aprender y realmente conocer por nosotros mismos cómo el Salvador influye en nuestras vidas.
La cruda pero hilarante honestidad de mi Obispo me ayudó a conectarme con mi barrio y su liderazgo. Me ayudó a darme cuenta de que no soy la única que lucha por integrar este nuevo plan de estudios en mi vida de una manera natural y genuina.
Como Carla, mi situación no es lo que se considera típico. Me llevará algo de tiempo averiguar qué funciona y qué no funciona en mi familia, y eso está bien. Incluso si es sólo un versículo una noche a la semana o si simplemente le preguntamos a los miembros de nuestra familia sobre lo que aprendieron en la Iglesia cada domingo, lo que importa es que lo intentemos.
Debemos estar dispuestos a comprometernos a aprender sobre el Salvador; puede que tome un poco de ensayo y error el descubrir la mejor manera de hacerlo, pero lo lograremos. Aprenderemos cómo no sentirnos abrumados, frustrados o molestos unos con otros en el proceso. Gracias al cielo, la Iglesia tiene recursos en su pagina web que podemos usar para probar cosas nuevas y descubrir qué funciona y qué no en nuestra familia.
Y, mientras lo hacemos, me doy cuenta de que este cambio no tiene nada que ver con los programas o nuestro plan del estudio o la obtención de conocimiento que tengamos de las escrituras. Este cambio se trata de nuestro Salvador Jesucristo, y de cómo podemos mejorar nuestra relación con Él. Eso es simplemente hermoso. Ese es el Evangelio en acción. Eso es lo que Jesucristo quiso decir cuando dijo: “Ven, sígueme”.
Este artículo fue escrito originalmente por Danielle B. Wagner y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “One Surprising Tip My Bishop Gave That Has Made All the Difference in My “Come, Follow Me” Study”