Si has conocido a un misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, significa que ya sabes cómo son todos los misioneros, ¿verdad?
Error.
Al igual que tú y yo, todos son diferentes.
Algunos son intrépidos y con una facilidad para hablar. Algunos son tímidos, callados y reservados, pero enseñan con poder cuando tienen que hacerlo.
Algunos élderes y hermanas le dicen a los obispos, líderes de misión de barrio y miembros exactamente lo que necesitan para que la maravillosa obra del Señor pueda progresar en su espacio de la Viña.
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Otros son menos vocales en su pedido y, en lugar de comunicar sus deseos, oran en privado para que hagamos nuestros esfuerzos.
Aunque cada misión es única y las diferencias culturales y demográficas son marcadas de un país a otro, una cosa es constante.
¡Los misioneros desean con ansias nuestra ayuda!
Aquí hay seis cosas que les encantaría que hiciéramos, pero que tal vez no nos hayan pedido hacer.
1. ¡Aprender los nombres de los investigadores y orar por ellos!
Si cada miembro del barrio orara a diario y por nombre por aquellos que fueron visitados por los misioneros de tiempo completo. ¿De qué manera veríamos a estas personas cuando entren a nuestras congregaciones los días domingo?
Si los misioneros están orando por estas personas todos los días, y en verdad lo hacen, entonces nosotros también podemos hacerlo.
2. Sentarnos junto a sus investigadores
Con demasiada frecuencia, los misioneros son los que esperan en la puerta de la Iglesia a que lleguen sus investigadores. Los misioneros esperan que veamos esos saludos e interrumpamos sus conversaciones, ¡que nos presentemos!
Nada hace más feliz a un misionero que un miembro que se acerque a ellos y les diga: “¡Hola! ¡Preséntenme a su amigo!” Y que luego ese miembro invite a esa persona a sentarse a su lado.
Todos conocemos a nuevos miembros que incluso años después de sus bautismos todavía se sientan con los misioneros de tiempo completo cada domingo y no con otros miembros de su barrio.
Eso puede cambiar, pero no podemos esperar a que alguien más actúe por nosotros. Podemos tratarlos como parte de nuestra familia al invitarlos a unirse a nuestra familia.
3. Hacernos amigos de los investigadores en las redes sociales
Busca a las personas que los misioneros estén enseñando y envíeles un mensaje o una solicitud de amistad. Puedes hacerlo incluso antes de conocerlos.
“¡Hola María! Mi nombre es Nicole y soy la presidenta de la Sociedad de Socorro de nuestro barrio. (Eso significa que dirijo nuestra maravillosa organización de mujeres). ¡He escuchado cosas maravillosas de usted y estoy encantada de conocerte!”
El peor resultado posible es que esa nueva persona no reconozca o recuerde tu nombre y puede que no responda a tu mensaje. Pero cuando veas a esa persona cara a cara, sabrá que pensaste en ella antes de que los misioneros te presentaran formalmente.
4. Visitar las casas de los investigadores sin los misioneros
Esto puede sonar contradictorio porque los misioneros están buscando sin cesar a los miembros que puedan acompañarlos en sus charlas. Eso es importante y, casi siempre, hay una gran diferencia cuando los miembros y los misioneros enseñan juntos en la casa de un amigo de la Iglesia.
Pero si deseamos tener un impacto real y demostrar nuestro amor genuino, podemos ir por nuestra cuenta en algún momento día llevando un plato de galletas o sólo para saber cómo se encuentra o invitarle a una reunión que podamos tener con nuestros amigos del barrio.
Ni siquiera tienes que decirles a los misioneros que vas a ir, pero puedes imaginar la cara que pondrán cuando se enteren, estarán muy felices.
5. ¡Ir a los bautismos!
Puede ser tentador tomar la decisión de no asistir a un bautismo cuando no tienes un llamamiento de liderazgo o no has tenido la oportunidad de conocer al investigador.
Pero, imagínate cómo se sentirían los misioneros, que después de pasar meses o semanas preparando a alguien para el bautismo, sólo unas cuantas personas se encuentren presentes en ese maravilloso día.
Apunta las fechas de bautismos cuando se anuncien en la sacramental y toma la decisión, junto con tu familia, de asistir y apoyarlos. El bautismo es un día que nadie olvida.
El asistir a su bautismo les mostrará que ahora son parte de la familia de nuestra Iglesia, y por ende, parte de nuestra propia familia.
6. ¡Expresar amor!
Los misioneros anhelan la aprobación y el amor de los miembros del barrio. Expresa gratitud por su sacrificio y servicio cada vez que los veas. Anótate como voluntaria para darles de comer. Comparte algunos dulces con ellos. Comparte los nombres de personas que necesitan del evangelio.
Cuanto más los ames y confíes en ellos, más te amarán y confiarán en ti.
¿Tienes curiosidad de saber si tus misioneros realmente quieren que sigas alguno de los consejos de esta lista? Entonces, pregúntales. Luego prepárate y ponte a trabajar.
Esta obra maravillosa te espera.
Este artículo es una adaptación y fue escrito originalmente por Jason F. Wright y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “7 Things Every Missionary Hopes Church Members Do and Know”