7 consejos para cuando no llegue la revelación

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Cuando se trata de la comunicación celestial, ¿alguna vez has sentido como si el Señor tuviera en marcación rápida a todos los demás y tú solo estás sentado ahí esperando un poco de comunicación, aunque sea un mensaje de texto genérico?

Todos tenemos momentos en los que sentimos que no estamos recibiendo la revelación que buscamos. Es fácil sentir que todos a nuestro alrededor reciben la guía que buscan mientras nosotros estamos solos, en la oscuridad, buscando un ligero rayo celestial de esperanza que ilumine nuestro camino.

Entonces, ¿qué hacemos si sentimos que estamos “haciendo las cosas bien” y todavía no recibimos las respuestas a nuestras oraciones?

¿Cómo sentimos Su presencia y guía? ¿Cómo continuamos con fe hasta que Él ilumine nuestro camino?

A continuación, mencionaré 7 consejos que podrían ayudarte:

1. Buscar Su mano en tu vida

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Cuando nos desanimamos y sentimos que los cielos están cerrados para nosotros, es fácil sentir que al Padre Celestial no le importa.

Pero, Él está ahí, ayudándonos de maneras que no podemos entender ni ver hasta mucho después. Entonces, ¿cómo combatimos esos sentimientos de desesperación?

Una manera es buscar activamente incluso la evidencia más pequeña del amor que Dios tiene por ti. Recuerda las veces en que Él ha abierto las puertas para ti o te ha bendecido de alguna manera. Las evidencias están ahí, solo debes buscarlas.

Durante un tiempo particularmente desalentador el año pasado, sentí que Dios me había abandonado. Él sabía que no estaba yendo a ninguna parte, en cuanto al testimonio. Estaba instalada cómodamente entre las “noventa y nueve [ovejas]”. Él ni siquiera tenía que buscarme. Estaba en el centro del redil.

Sin embargo, aun sí, sentí que Él me ignoraba mientras que todos los que me rodeaban en el redil eran bendecidos con las respuestas a sus oraciones y cosas buenas que pasaban en sus vidas. Sentía como si no tuviera nada.

No fue hasta que comencé a seguir el sabio consejo de mi madre de buscar Su mano en mi vida que comencé a verla. Su mano me bendijo abundantemente de muchas maneras. No me di cuenta porque había dejado de buscar.

Además, mientras más buscaba Su mano en mi vida, el Espíritu me testificaba más del amor de Dios. El camino no era claro al instante, pero sabía que estaba en el camino que Él tenía para mí.

Cuando dedicamos tiempo cada día a pedir al Espíritu Santo que nos ayude a ver la mano de Dios en nuestra vida,  podemos sentir mejor Su amor.

El Presidente Henry B. Eyring compartió su experiencia cuando mantuvo un diario de gratitud y cómo le ayudó a ver la guía de Dios en su vida:

“Antes de escribir, meditaba en esta pregunta: “¿Hoy he visto la mano de Dios bendecirnos a nosotros, a nuestros hijos o a nuestra familia?”. Al seguirlo haciendo, algo comenzó a suceder. Al repasar mentalmente el día, me percataba de lo que Dios había hecho por alguno de nosotros y no lo había reconocido en los momentos del día en los que estaba ocupado. Cuando eso ocurría, y pasaba a menudo, comprendí que el tratar de recordar había permitido que Dios me mostrara lo que Él había hecho.

En mi corazón comenzó a crecer algo más que la gratitud, creció también el testimonio. Tuve una creciente certeza de que nuestro Padre Celestial escucha y contesta nuestras oraciones.”

2. Evaluar sinceramente tus esfuerzos

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¿Realmente estamos haciendo las cosas sencillas: hacer  la oración, estudiar las Escrituras, asistir a todas las reuniones de la Iglesia, servir a los demás y hacer de la asistencia al templo una prioridad?

Si no es así, ese es un buen lugar por donde empezar. El Élder David A. Bednar enseñó:

“Todos los días, recibimos impresiones del Espíritu Santo para hacer cosas ordinarias y sencillas. Por ejemplo, sentimos la impresión de hacer nuestras oraciones personales todas las mañanas y noches. Sentimos la impresión de leer las Escrituras. Al grado en que prestemos atención a estas impresiones simples, aumentará nuestra capacidad de reconocer y responder al Espíritu Santo. Al grado en que no prestemos atención a estas impresiones sencillas, disminuirá nuestra capacidad de reconocer y responder al Espíritu Santo. Progresamos o retrocedemos en nuestra capacidad de reconocer y responder al Espíritu Santo. No hay un punto medio, nada se queda quieto.”

3. ¿Te encuentras en condiciones de escucharlo?

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Si, después de evaluar sinceramente tus esfuerzos, todavía sientes que no estás recibiendo revelación. Quizá, no te encuentres en condiciones de escuchar. Quizá el Espíritu está intentando comunicarse contigo, pero no te estás poniendo en la posición de escuchar eficazmente su voz calma y apacible.

Es difícil escuchar los susurros suaves de la revelación en medio del ruido del mundo.

¿Estamos en lugares santos? ¿Estamos pagando el precio espiritual y haciendo los sacrificios necesarios para escuchar al Espíritu? ¿Estamos intentando escuchar con un oído?

El Presidente Russell M. Nelson aconsejó:

“Pasen más tiempo —mucho más— en lugares donde el Espíritu esté presente. Ello significa más tiempo con amigos que procuran tener el Espíritu consigo. Pasen más tiempo arrodillados en oración, más tiempo con las Escrituras, más tiempo en la obra de historia familiar, más tiempo en el templo. Les prometo que, conforme ustedes den al Señor de modo constante una porción generosa de su tiempo, Él multiplicará el restante”.

Con frecuencia, no se escucharán los susurros del Espíritu si nos preocupa demasiado escuchar. Podríamos preguntarnos, “¿Qué puedo eliminar de mi vida para poder escuchar mejor los susurros del Espíritu?”

4. ¿Te estás centrando demasiado en la respuesta que quieres?

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A veces, intentamos decirle al doctor el diagnóstico y el tratamiento.

¿Queremos nuestra respuesta o Su respuesta? ¿Queremos nuestra solución al problema o Su solución? ¿Lo queremos en nuestro tiempo o en Su tiempo?

En ocasiones, estamos tan concentrados en nuestros propios deseos que cuando recibimos las respuestas a nuestras oraciones, no las reconocemos como tal. Intentamos tanto que nuestra decisión sea confirmada que no buscamos Su voluntad. Enmascaramos Su voluntad con la nuestra.

Jacob 4: 10 nos recuerda: “No procuréis aconsejar al Señor, antes bien aceptad el consejo de su mano”.

El Presidente Henry B. Eyring dijo: “Yo he tenido respuestas a mis oraciones, respuestas que han sido más claras cuando lo que yo quería ha quedado eclipsado por la irresistible necesidad de conocer la voluntad de Dios”.

Cuando sometemos nuestra voluntad a la Suya, podemos descubrir que las respuestas a nuestras oraciones estuvieron ahí todo el tiempo.

5. ¿Estás intentando que Dios decida por ti?

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Por otro lado, a veces, esperamos que el camino sea iluminado antes de hacer nuestra parte. Esperamos que el Padre Celestial tome la decisión por nosotros. ¡Así no funciona!

Se espera que utilicemos nuestro propio sentido y buen juicio, nuestros talentos y capacidades, para tomar una decisión. Luego, le pedimos al Padre Celestial que confirme nuestra decisión (DyC 9: 7-8). Tenemos que hacer el trabajo y tomar una decisión utilizando nuestro libre albedrío. Él no decidirá por nosotros.

No podemos forzar las cosas espirituales. A veces, simplemente Él nos deja a nuestro propio juicio para poder ganar experiencia y desarrollar nuestra fe.

El Presidente Dallin H. Oaks enseñó:

“Debemos tomar decisiones y experimentar las consecuencias para desarrollar autosuficiencia y fe. Incluso, en las decisiones que consideramos muy importantes. A veces, no recibimos respuestas a nuestras oraciones. Esto no significa que nuestras oraciones no hayan sido escuchadas. Significa que hemos orado por una decisión, que por alguna razón, debemos tomar sin la guía de la revelación”.

6. Avanzar con fe

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Habrá ocasiones en las que hayamos hecho todo lo anterior y todavía no sintamos una respuesta. ¿Qué sucederá?

El Élder Richard G. Scott enseñó que esto en realidad es evidencia de la confianza de Dios en nosotros.

Él no solo sabe que es lo mejor para nosotros. Él ve el final desde el principio y sabe qué vendrá. Tal vez, Él no responda porque un evento futuro hará que la decisión sea discutible. O, quizá, ambas elecciones le agraden a Dios y dependen de nosotros. Así es como crecemos y ganamos la experiencia necesaria: seguimos el consejo de las Escrituras y de los profetas de los últimos días y tomamos una decisión. Él confía en nosotros lo suficiente para actuar y elegir por nosotros mismos.

Cuando vivimos dignamente y nuestra decisión concuerda con las enseñanzas del Salvador, podemos avanzar y actuar con fe, al saber que Dios nos cuidará.

“Cuando explicamos un problema y la solución que proponemos. A veces, Él responde sí. A veces, no. A menudo, Él retiene una respuesta, no por falta de preocupación, sino porque nos ama perfectamente. Él desea que apliquemos las verdades que nos ha dado. Para que podamos crecer, debemos confiar en nuestra capacidad para tomar decisiones correctas. Necesitamos hacer lo que sintamos que es correcto. Con el tiempo, Él responderá. Él no nos fallará”.

7. Persistir pacientemente

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Con el tiempo, Él responderá. El problema ocurre cuando insistimos en que la respuesta venga en nuestro tiempo en lugar del Suyo.

El Élder Neal A. Maxwell enseñó que confiar en Dios incluye confiar en su tiempo para nuestra vida. “El problema está en confiar en Dios lo suficiente como para también confiar en Su tiempo. Si creemos realmente en que Él tiene nuestro bienestar en Su corazón, ¿no podemos dejar que Sus planes se desarrollen como mejor lo cree?”

Finalmente, ese tiempo a veces requiere que simplemente persistamos.

El Élder Maxwell explicó:

“A veces, lo que estamos haciendo es lo suficientemente correcto, pero simplemente hay que persistir con paciencia, no durante un minuto o un momento. Sino, a veces, durante años. Pablo habla de la maratón de la vida y de cómo debemos “correr con paciencia la carrera que tenemos por delante”. (Hebreos 12: 1) ¡Pablo no seleccionó la carrera de cien metros para su analogía!”

Entonces, sigamos intentando. Sigamos persistiendo. Sigamos confiando en Su plan.

Confiamos en que aunque nuestro conocimiento de la situación sea limitado, Él no lo es. Confiamos en que aunque no podamos ver todo el panorama, Él sí puede.

Sigamos avanzando, en el redil, esperando la mano guiadora de nuestro Pastor para ajustarnos ocasionalmente a nuestro camino elegido.

Cuando lo sigamos y persistamos pacientemente, podremos estar seguros de que el Señor nos ayudará cuando una decisión sea importante para nuestro bienestar eterno. Y, a lo largo del camino, Él nos permitirá volvernos espiritualmente autosuficientes mientras confiemos en Su plan.

Este artículo fue escrito originalmente por Ashli Kristine Hansen y fue  publicado en ldsliving.com con el título “7 Tips for When Revelation Doesn’t Come

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