Una conversación que nunca tenemos, pero necesitamos tener, sobre la pornografía

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Es una conversación simple que cambiará por completo la forma en que ayudamos y cuidamos de los que tienen desafíos con la pornografía.

Recuerdo la primera vez que entré a la oficina de mi obispo. Fue uno de los momentos más aterradores de mi vida. No sabía qué esperar. Quería esconderme y nunca ser encontrado.

Pero fue también cuando la expiación de Jesucristo se hizo real para mí.

Cuando se trata de lidiar con la pornografía, me gusta aclarar que no soy un experto ni un terapeuta en salud mental. Nunca he sido obispo, y solo he tenido un par de llamamientos en mi vida con los jóvenes.

Lo que tengo que compartiré no es el resultado de una investigación de varios años, tampoco proviene de años y años de estudio sobre este tema en particular. 

Simplemente hablo por experiencia. A partir de simples observaciones que he tenido y pensamientos que he tenido a lo largo de mi vida.

Verás, en la cultura de la Iglesia, se ha hecho evidente que la pornografía es un gran problema y una de las herramientas más efectivas de Satanás. La Iglesia ha evolucionado su forma de pensar, de “cómo evitamos que las personas vean pornografía” a “qué podemos hacer para ayudar a todos (que en realidad son casi todos) que la han visto”.

Desafortunadamente, hay una gran brecha. Una brecha donde perdemos la fe, la confianza y la esperanza de quienes se ven afectados por el uso de la pornografía.

La buena noticia es que hay una manera de llenar este vacío. Y que no es tan difícil como parece.

Es una conversación simple que cambiará por completo la forma en que “tratamos” la pornografía.

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Cómo NO hablar del tema

Para aquellos que nunca han tenido un problema con la pornografía, permítanme tratar de ayudarles a comprender cómo es tener este problema estando en la cultura de nuestra Iglesia. Me puede tomar un minuto… 

Solo necesito pensar en la palabra precisa que se ajuste a la descripción. Creo que… tal vez… Sí, lo tengo.

Es terrible. Horrible. Insoportable. Puedes elegir cualquiera de las tres.

Es posible que nunca comprendas lo que es ir a las clases de la Iglesia, a seminario, a instituto o incluso a actividades cuando ocultas este problema. Cada reunión rompe un poco más tu corazón, dejándote sintiéndote aún peor.

¿Y sabes cuál es la peor parte? No es que nos sintamos fuera de lugar y sin valor, aunque eso es realmente insoportable, es que vamos a estas reuniones y actividades porque se supone que es allí donde recibiremos ayuda y encontraremos sanación y esperanza, pero en su lugar nos vamos de ellas sintiendo más depresión y vergüenza que antes.

No es de extrañar que muchos “adictos al porno” se alejen y lo oculten todo. No es que estén tratando de salirse con la suya. Es que hemos perdido casi toda esperanza en nuestra capacidad para superarlo.

¿Por qué? Te lo explicaré.

Las advertencias sobre la pornografía

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Para empezar, escuchamos constantemente lo incorrecto que es mirar pornografía.

Sí, es importante comprender y advertir sobre los peligros espirituales que trae. Lo entiendo. Pero ese parece ser el único enfoque de cada conversación que tenemos sobre la pornografía.

Piensa en algo con lo que luchas…  ¿Cual es tu mayor debilidad? Imagina que tus mejores amigos y familiares más cercanos hablan constantemente de lo terrible que es tener *inserta aquí tu debilidad*. Se vuelven recordatorios constantes.

¿Qué tan efectivo crees que es esto? Sí, tienes razón, no lo es.

Cada vez que un maestro o un compañero saca a relucir el peligro de la pornografía y todo lo que sucede como consecuencia, muchos esperan que la tierra los trague, rogándole al mundo de alguna manera que los haga desaparecer para siempre.

Lo entendemos, pero sabemos que el problema no se solucionará solo con estas advertencias. Especialmente si sólo las mencionamos porque tenemos que mencionarlas, porque son parte de una lección obligatoria.

Promesas de esperanza y sanación

voluntad de Dios

Este punto es un poco complicado. Espero no confundir a nadie cuando digo que las promesas de sanación a través del Evangelio son malas. Sí, son exactamente lo que necesitamos, pero deben hacerse de la manera correcta.

Cuando se me hacía difícil continuar, junto con las advertencias constantes, también había promesas constantes de que podía superarlo. Esas promesas realmente me motivaron en ese momento. Me sentía inspirado a esforzarme más.

Cuando recaía. El problema volvía a surgir y, de repente, esas promesas desaparecían. Finalmente, dejé de creer en ellas. “Sí, tal vez hay esperanza en el Evangelio, pero no para mí. Eso no funciona”.

Todo lo que tenía como reflexión era esa lección de hace unos meses antes donde había encontrado inspiración. De ahí no tenía más guía. No tenía de saber cómo vendría esta sanación. No había un seguimiento ni apoyo. Solo una promesa de que era posible.

Nuestra incapacidad de ver la realización de estas promesas nos causan más daño que la ayuda que recibimos de esa pequeña inspiración que encontramos.

Espero que nunca dejemos de ofrecer las promesas que realmente ofrece el Evangelio. Las que realmente inspiran y elevan, pero que deben darse con la conversación adecuada.

Cómo SÍ hablar del tema

Estás a medio camino. Ahora ya sabes lo que NO debes hacer.

Quizás estos consejos parecen obvios. Quizás sean nuevos para ti. Cualquiera que sea el caso, te digo que evitar esas dos cosas hará una gran diferencia en la vida de tus amigos, familiares y compañeros.

Sin embargo, solo ayudarán si conoces las cosas que debes hacer para ayudar a aquellos que tienen desafíos con la pornografía.

La conversación de oro que necesitamos tener sobre la pornografía es… una conversación.

Quizá esperabas un principio desconocido que una experiencia de vida me enseñó, lo que trato de decir es que necesitamos tener más conversaciones sobre la pornografía.

Es algo simple, lo sé, pero ¿sabes cuál es la peor parte? Que a pesar de ser algo tan simple, casi nunca, usamos esta herramienta como una forma adecuada de combatir la pornografía.

Entonces sí, esto es lo que siento que muchos de nosotros realmente necesitamos.

El ejemplo perfecto

arrepentimiento

Por supuesto, no hay mejor ejemplo que Jesucristo. ¿De qué manera aborda un pecado grave o un problema a través de la conversación?

Piensa en la mujer sorprendida en adulterio.

En uno de los momentos más misericordiosos de las Escrituras, Cristo nos enseña no solo que es bondadoso, sino que nos muestra cómo debemos tratar a los que pueden estar pasando desafíos.

Hubo fariseos, que atraparon a la mujer en “el acto” del adulterio. Su táctica era dar advertencias verbales de las consecuencias del adulterio. 

“Bueno, ya sabes lo que les sucede a los que son adúlteros. Son apedreados. Lo dice en la Ley de Moisés, que es la ley por la que se supone que debemos vivir”.

Tenían razón, pero esa advertencia no infundía esperanza, ¿cierto?

Por otro lado estaba Cristo. No le importaba cuán verdaderas fueran las “advertencias”. No le importaba la gravedad del pecado.

“Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?” –Juan 8:10

Esta fue mucho más que una simple pregunta. Él entendía la ley. Entendía que el acusador era el primero en arrojar la piedra. Básicamente lo que Cristo le preguntó fue “¿Qué pasó con las advertencias? ¿Qué pasó con todas las cosas negativas que se te prometieron? ¿Dónde están? ¿Eres en verdad un caso perdido? ¿Crees que ya no te puedes salvar?”

Ese es el momento en que su vida cambió. 

No fue la misericordia de Cristo. No fue Su instrucción de no pecar más.

Fue en el momento en que miró a Su alrededor y descubrió por sí misma que realmente ese pecado no podía arrastrarla a la destrucción que temía estaba cerca.

Eso hizo que las promesas y la instrucción de Cristo fueran mucho más poderosas e impresionantes.

Teniendo la conversación

El poder de la sanación, particularmente con los pecados extremadamente destructivos, se produce cuando el pecador encuentra esperanza en sí mismo.

Sin la conversación que tuvo Cristo, la mujer probablemente no habría encontrado esperanza. Él fue paciente. Él esperó. Él escuchó. No predicó… Él habló.

Cuando se trata de lidiar con un problema como la pornografía, ¡necesitamos tener conversaciones!

No estoy diciendo que todos tengan que reunirse en un círculo y tener una gran confesión el uno con el otro. Ni siquiera digo que debamos ignorar la naturaleza destructiva de la pornografía y pretender que no afectarán nuestra espiritualidad. Para nada.

abuso

Pero, ¿qué sucedería en un quórum, un grupo o Noche de Hogar donde el líder les preguntase sobre los problemas y la culpa que tienen que vienen de los desafíos que están enfrentando? 

¿Qué sucede cuando no solo se nos advierte sobre la pornografía, sino que se nos ayuda a descubrir un camino de regreso, paso a paso?

Te diré lo que pasa. De repente te sientes apoyado. De repente, la esperanza que tanto tiempo deseabas tener es real, que de pronto existe un camino claro hacia ella.

La pornografía ya no es una razón por la que te sientes excluido o que no puedes ser amado. Es solo un mal hábito que verdaderamente puedes superar.

Todo está en las conversaciones que tenemos. Hablemos. Preguntemos. Amemos. Pongamonos en su lugar. 

No les digas el porqué no deberían hacerlo dándoles solo un par de promesas de esperanza. Eso nunca funcionará.

Cómo encontrar verdadera esperanza y sanación

mujer y el sacerdocio

Toda persona que lucha con la pornografía anhela deshacerse de la vergüenza y la  que conlleva.

He hablado con más de un obispo sobre este tema. Y cada ocasión fue aterradora. Pero en cada ocasión me sentí un poco mejor.

Pero luego volvía a recaer.

No pude superar el problema hasta que conocí a un obispo que no me dijo que “no pecara más”.

Hizo citas de seguimiento conmigo. Comprendió que el problema no desaparecería de inmediato. Él sabía exactamente lo que yo necesitaba escuchar.

Pero eso sucedió únicamente porque me dio la oportunidad de hablar con él.

Esta conversación puede tomar diferentes formas. Puede que escuches más de lo que hables. Puede requerir un seguimiento y apoyo constantes.

civismo

Pero te digo que vale la pena. Al conversar con aquellos que pueden estar luchando contra la pornografía les damos valor y esperanza para seguir avanzando.

La sanación y la esperanza se pueden encontrar en el Evangelio de Jesucristo, pero muy a menudo, no podemos ver cómo. Necesitamos personas que nos ayuden a mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que en realidad no tenemos acusadores, al igual que la mujer sorprendida en adulterio. 

Necesitamos personas que nos ayuden a descubrir por nosotros mismos la forma en que podemos superar nuestros malos hábitos. Necesitamos personas que puedan ayudarnos a darnos cuenta de que no todo está perdido.

En resumen, necesitamos tener conversaciones que nos conduzcan hacia el Salvador, no sermones que ya conocemos.

Ten esas conversaciones. Necesitamos desesperadamente ese tipo de ayuda.

Este artículo fue escrito originalmente por Conner Johnson y fue publicado originalmente por thirdhour.org bajo el título “A Conversation We Never Have, but Need to Have, About Pornography

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