No sentirse familiarizada
Mis padres se divorciaron antes de que naciera, estableciendo la pauta para una inconstante crianza religiosa. Si bien mi mamá creció en una familia mormona, ya no era religiosa. Mi papá y mi madrastra eran miembros de la iglesia mormona, pero no eran muy activos. En consecuencia, fui muy pocas veces a la iglesia mientras crecía. Me bauticé a los ocho años, pero no entendía qué significaba.
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Cuando íbamos a la iglesia, me sentía incómoda. Nunca me enseñaron sobre los principios fundamentales del evangelio y ni siquiera entendía la distribución general de las escrituras (¿Mateo estaba en el Nuevo Testamento o en el Libro de Mormón? ¿Estaba en DyC?). Me aterraba que me llamaran en clase, así que me ocultaba lo más que podía. Aunque me divirtiera en los diferentes campamentos de la iglesia y las conferencias para jóvenes, siempre me sentía como una desconocida invitada a la fiesta de alguien más.
Constantemente abandonada
En séptimo grado, mi mejor amiga comenzó a distanciarse. Cuando le pregunté al respecto, me hizo algunas preguntas: “Nicky, ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a las Mujeres Jóvenes?” No lo podía recordar. “Nicky, ¿Alguna vez has dado algún mensaje en la iglesia?” No lo había hecho. Me explicó que no podía ser mi amiga porque no era “suficientemente mormona.” Mi corazón se rompía a medida que intentaba entenderlo.
Durante mi segundo año de secundaria, comencé a salir con mi primer novio. Venía de una familia mormona muy activa y sus padres me odiaban porque yo no lo era. Era mi primer amor, pero mantener nuestra relación en secreto nos cansó. Finalmente, terminamos un año después. Estaba devastada, había perdido a otra persona cercana porque no era suficientemente mormona.
En la universidad, estuve buscando a alguien con valores cristianos básicos, pero que no fuera un religioso activo. A pesar de mis mejores esfuerzos, no encontré a nadie. Eventualmente, salí con joven mormón de mi trabajo, pero nuestra relación terminó un par de meses más tarde debido a un motivo familiar, no era suficientemente mormona. Después de la ruptura amorosa, decidí que no iba a relacionarme con la iglesia mormona en absoluto. Estaba enojada, resentida y harta de sentirme rechazada.
Retirarse
Un par de años más tarde, mi mejor amiga se me acercó y me preguntó si retiraría mis registros de la iglesia mormona con ella. Sorprendiéndome a mí misma dije que no. Pensé que aunque no amaba a la iglesia mormona, no la odiaba, solo no era parte de ella. No deseaba deshacer mi relación con la iglesia, en caso de que algún día encontrara Dios y volviera. Mi mejor amiga no comprendió, pero yo era firme.
Unos meses después, en el verano de 2014, conocí a un joven llamado Jordan. Sabía que era mormón, pero pensaba que era inactivo. Cuando me di cuenta de que era muy firme en sus creencias, fui sincera con él. Le expliqué mis problemas y mi resentimiento hacia la iglesia, me escuchó, comprendió y fue paciente. Estaba tan agradecida de que no me juzgara o dejara de verme solo porque nuestros puntos de vista eran diferentes.
Estuve saliendo con Jordan casualmente cuando mi mejor amiga se acercó a mí nuevamente para retirar nuestros registros. Esa vez, acepté. No estaba dejando la vida mormona y no creía que pudiera regresar a una religión tan estricta. Si alguna vez encontraba a Dios, deseaba ir a una iglesia sin ninguna denominación. Además, si alguna vez regresaba a la iglesia mormona, estaría completamente comprometida. No deseaba estar mitad adentro y mitad afuera como muchos que conozco. Jordan me recomendó que no retirara mi nombre, pero fue claro al decir que eso no cambiaría lo que sentía por mí.
Solo intentar
A principios de 2015, cada vez que Jordan y yo hablábamos sobre un futuro juntos, nos toparíamos con un obstáculo: él deseaba tener una boda en el templo y criar una familia mormona, y yo no. Ninguno de nosotros cedería. Nos amábamos, pero no podíamos ver ningún compromiso. Casi terminamos un par de veces debido a nuestras diferencias, pero nos dijimos que debíamos darle más tiempo. Mis sentimientos por Jordan eran tan fuertes que me asustaban. No podía imaginar perderlo por la iglesia mormona, como a muchas otras personas en mi vida.
Sabía que Jordan era la persona más importante para mí y sabía que si deseaba un futuro con él, lo cual quería, tendría que volverme mormona. Y, odiaba esa idea. ¿Por qué tenía que cambiar quien yo era? ¿Por qué siempre me pasa esto? Nuevamente, estaba enojada y confundida por la iglesia y estas conversaciones trajeron viejos sentimientos. Toda mi vida, había considerado este dolor como una señal para desvincularme de la iglesia mormona. Pero, esta vez, decidí intentarlo de otra manera. Quizá, fue una señal para acercarme a la iglesia. La idea era humillante (¡Me acababa de ir!), pero también fue emocionante.
Después de pensarlo mucho y dudar, decidí solo intentar ser mormona. Nunca antes lo había intentado realmente, ¿lo hice? Había ido a la iglesia y los campamentos de jóvenes porque tenía que hacerlo, pero nunca lo había intentado activamente por mí misma. Me dije que si funcionaba ¡genial! Y si no… bueno, entonces, podría estar en paz al saber que hice todo lo que pude en mi relación con Jordan.
Jordan se sorprendió cuando le dije que quería investigar. Estaba emocionado, pero estaba seguro de que me amaba tal como era. Jordan quería estar tan alejado de mi investigación como fuera posible con el fin de que no influenciara. Le aseguré que no continuaría si no me parecía correcto y que mi objetivo final era ser tan fuerte en la iglesia que estaría ahí con o sin él.
Investigar
No tenía idea de cómo comenzar. Pero, afortunadamente, la conferencia general era esa semana. Tomé notas, me sentí aturdida, confundida y abrumada, pero emocionada. Por primera vez, escuchar hablar a los líderes de la iglesia no me lleno de culpa, sino de esperanza. Me aferré especialmente al mensaje “La Música del Evangelio.” Días después de la conferencia, me sentía maravillada con ese mensaje y otros que me conmovieron.
Luego, comencé a reunirme con los misioneros. La primera lección fue difícil porque estaba comenzando desde el principio: ¿Crees en Dios? Toda mi vida me sentí tonta por no estar segura de la existencia de Dios cuando parecía que todos a mí alrededor estaban seguros. Tuvimos varias lecciones sobre ese tema: respondiendo mis preguntas y escuchando mis dudas hasta que mi respuesta finalmente fue sí. Entonces, continuamos, ¿Crees en Su hijo, Jesucristo?
Nuestras lecciones iban lentamente, pero bueno. Cansada de estar rodeada de una iglesia que no entendía, trabajé en cada principio hasta que lo comprendí. Continuamente, luchaba contra los profundos sentimientos de hipocresía y vergüenza, pero también me sentía aceptada de una manera diferente. Por fin, me sentí aceptada: mis preguntas no eran tontas, mis dudas no eran infundadas y mi intención era verdadera. Finalmente, estaba llegando a algún lugar.
Todavía no le había contado a mi mejor amiga sobre mi decisión de investigar la iglesia mormona. Temía que pensara que era hipócrita y asumiera que solo lo estaba haciendo por Jordan. Cuando finalmente se lo dije, intenté explicarle cuanto cuidado tomé y reflexioné sobre mi decisión. Pero, parecía en vano. Si bien no dijo directamente que no lo aceptaba, no creí que nuestra amista ya tensa iba a durar más tiempo. A pesar de que estaba profundamente dolida, confesarle mi viaje me liberó de mucha vergüenza y culpa. Me sentí fortalecida por el hecho de que no tenía que explicárselo a nadie, estaba haciendo lo que creía correcto, y eso era lo que importaba.
Estudiar en el extranjero
En mayo de 2015, fui a estudiar un curso en el extranjero por cinco semanas en Londres, Inglaterra. Era una oportunidad emocionante para probarme espiritualmente, lejos de mi vida normal. Era la oportunidad perfecta para estar solo con el Señor. Cumplí la Palabra de Sabiduría ahí, asistí a la iglesia cuando pude y comencé a leer el Libro de Mormón.
Una tarde, durante la cena, mi compañera de habitación y yo comenzamos a hablar sobre religión. Ella no era religiosa, pero sabía que yo era investigadora y comenzó a hacer preguntas que no estaba lista para responder. Estas preguntas me abrumaban y me sentía desafiante. Decidí romper la Palabra de Sabiduría y pedir un vino. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de tomar, sonó mi teléfono. Eran los misioneros, haciéndome seguimiento. Sabía que era una señal de que el Señor me estaba cuidando.
A la siguiente tarde, fui con la misma compañera de habitación a un show de comedia. Éramos dos de las cuatro personas que fueron a ver a un comediante realmente malo. Después del show, la pareja Welsh detrás de nosotros nos invitó a salir por unos tragos. La mujer estaba curiosa por saber por qué solo pedía agua y entramos en una profunda conversación sobre la religión mormona. Me contó que su mejor amiga de la infancia era mormona y que ella se había bautizado. Me confesó que fue muy feliz durante los años que estuvo activa y a veces, los echaba de menos. Hablamos por un largo tiempo sobre estar y salir de la iglesia. Conocer a esta mujer tan amable no fue una coincidencia, era una señal de que estaba en el camino correcto.
Decisiones
Regresé a casa sintiéndome muy segura del camino en el que estaba. Además de reunirme con los misioneros, comencé a asistir a la iglesia mormona semanalmente. Mi experiencia en la iglesia fue mucho más diferente que cuando estaba creciendo: me aceptaron inmediatamente en el barrio y finalmente, tuve conocimiento para seguirlo. Incluso, ¡comencé a responder preguntas! Ya que me sentía más cómoda con mi decisión, comencé a abrirme con mis amigos y familia. Ya no sentía temor de ser juzgada o incomprendida y no recibí nada más que apoyo.
Durante ese otoño, Jordan me propuso matrimonio. Sabía que aunque estuviera investigando, todavía no estaba lista para el bautismo. Jordan se aseguró de que supiera que su propuesta no dependía de ninguna manera de mi conversión. Fijamos la fecha para el 09 de enero de 2016.
Durante algunos meses, continué asistiendo regularmente a la iglesia, me reunía con los misioneros y estaba trabajando en el Libro de Mormón. Un domingo, tuve un sentimiento abrumador durante la sacramental. Después de la reunión, me acerqué a los misioneros y les dije que deseaba que me bautizaran. Se sorprendieron, la última vez que me preguntaron sobre el bautismo, me negué completamente. Todos estábamos tan emocionados y comenzamos a hacer planes. Puse dos metas: ser bautizada para el Año Nuevo y terminar de leer el Libro de Mormón antes de mi bautismo.
Bautismo
Según la política de la iglesia mormona, debido a que había retirado mis registros, no tenía que bautizarme como conversa sino volverme a bautizar. Mi Presidente de Estaca me informó que tenía que esperar un año a partir del día en que retiré mis registros antes de que pudiera volver a bautizarme. Increíblemente, el año se cumplía en un par de semanas. El final de diciembre venía muy rápido, pero estaba decidida a cumplir mi meta de ser bautizada antes de Año Nuevo. Decidimos que sería el último sábado del año, 26 de diciembre. Fue solo con una semana de anticipación, pero se sintió bien.
La Navidad llegó rápido y de repente, era el siguiente día. Los familiares que ni se enteraron que había dejado la Iglesia se presentaron y estuvieron emocionados. Muchos de mis viejos amigos vinieron y de la misma manera, muchas personas del barrio. No me sentí juzgada, sino amada y apoyada. Mi prometido compartió un hermoso mensaje y cantamos mis himnos favoritos. Mi papá me bautizó y después, mis hermanas corrieron a mi lado y me abrazaron mientras derramaba lágrimas de felicidad. Uno de mis mejores amigos me confirmó al lado del agua, nunca me había sentido tan feliz, amada, aceptada y completa como en esas pocas horas.
Ahora
Solo ha pasado poco más de un año desde ese día y no podría estar más feliz. Cuando comencé este viaje, me sentía tan preocupada de perderme en mi conversión. Ahora me doy cuenta de que no me perdí a mi misma, me superé. Mi semblante es mucho más brillante porque seguir al Señor ha sacado mis mejores cualidades y me ayuda a ver aquellas cualidades en otras personas. Cuando atravieso pruebas, ya no me siento desesperada o vencida. Siento esperanza y determinación para recuperarme. Estar cerca de Dios es hermoso e importante en mi matrimonio y me siento tan agradecida de que Dios y Jordan me acercaran a ellos.
Artículo originalmente escrito por Nicky Woodfield y publicado en faithandhappiness.com con el título “Becoming Mormon Again: Conversion Story By Nicky Woodfield.”