El modelo tradicional del matrimonio, no siempre puesto en práctica, pero considerado como un ideal en la sociedad, era casarse joven sin antes haber convivido y con el objetivo de tener un matrimonio que fuera para toda la vida.
La crítica de algunos expertos en cuanto a este modelo ha argumentado que los jóvenes deberían hacer otras cosas además de formar familias, que un joven adulto debería pasar por diferentes relaciones primero, que los jóvenes de 21 a 25 años no son lo suficientemente maduros como para comprometerse de por vida, y que la convivencia antes del matrimonio es una prueba que afirma si la relación perdurará o no con el tiempo.
Por otro lado, W. Bradford Wilcox, profesor de sociología y director del Proyecto Nacional del Matrimonio, respalda en su último estudio junto con el demógrafo Lyman Stone el punto de vista tradicional, no el de los detractores.
Él expone que entre la mayoría de las personas que practican una religión hay cierta ventaja en cuanto al compromiso debido a las enseñanzas que han recibido sobre el matrimonio.
“Nuestros estudios indican que los hombres y mujeres que practican una religión y que contrajeron matrimonio entre los 20 y 30 años sin convivir primero… tienen en la actualidad las probabilidades más bajas de divorcio…
Presumimos que la ventaja que tienen los solteros religiosos entre los 20 y 30 años sobre sus pares seculares es que es más probable que tengan acceso a un grupo de hombres y mujeres que están listos para casarse y compartir su visión de una vida centrada en la familia.
Hoy en día, jóvenes solteros como estos suelen ser difíciles de encontrar entre la población en general… La fe compartida entre una pareja está vinculada a una mayor fidelidad sexual, un mayor compromiso y una relación de mayor calidad.
Un estudio de Harvard encontró que las mujeres que asistían regularmente a la iglesia tenían un 40% menos de probabilidades de divorciarse. Los estándares y relaciones favorables para la familia que se encuentran en las iglesias, mezquitas y sinagogas… hacen de la religión uno de los pocos pilares de los matrimonios fuertes y estables en la actualidad”.
El estudio también compartió que muchos jóvenes adultos solteros creen que convivir es un pilar básico para el éxito de un matrimonio, lo que se convierte en una de las razones por las que más del 70% de los que se casan en la actualidad conviven antes de casarse.
La realidad es que los estudios demuestra lo contrario:
“Las [personas] que conviven antes de casarse tienen menos probabilidades de tener un matrimonio feliz y más probabilidades de terminar su relación. Según nuestra investigación, las parejas que conviven tenían un 15% más de probabilidades de terminar en divorcio que las que no convivían”.
Asimismo, un estudio de Stanford citó otra investigación que encontró que la relación entre la convivencia y el divorcio era particularmente alto para las mujeres que convivían con alguien además de su futuro esposo.
La psicóloga Galena Rhoades, que estudia las relaciones de jóvenes adultos, está de acuerdo en que esta podría ser una de las razones por las que las convivencias múltiples son riesgosas para el matrimonio.
Ella compartió que la convivencia no necesariamente prepara a una persona para un matrimonio de éxito porque no hay un compromiso real.
“Generalmente pensamos que tener más experiencia en algo es mejor para nuestra vida, sin embargo, los estudios demuestran todo lo contrario cuando se trata de las relaciones [de pareja]”.
Adquirir más experiencia de convivencia con diferentes parejas está relacionado a los indicios de matrimonios que han fracasado. La convivencia puede hacer que una persona disminuya el valor que tiene su futuro cónyuge.
Un ejemplo de esto podría ser pensar de la siguiente manera: “Mi esposo, Juan, es muy bueno y un gran padre, pero no es tan simpático como Pedro ni tan productivo como Carlos, los otros dos hombres con los que conviví antes de casarme con Juan”.
Hacer este tipo de comparaciones puede dañar tu matrimonio. Un cónyuge llega a verse como algo que se puede reemplazar en cualquier momento y no como el compañero con el que esperas pasar el resto de tu vida y la eternidad.
Reservar la convivencia para el matrimonio y brindarle a tu relación de noviazgo un significado sagrado maximizará tus probabilidades de tener un matrimonio estable y feliz.
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó acerca de la importancia de casarnos con la persona correcta:
“El amor es frágil, y existen elementos en la vida que procuran destruirlo. Es mucho el daño que se puede hacer si no nos encontramos en manos tiernas y bondadosas. El entregarnos completamente a otra persona, como lo hacemos en el matrimonio, es el paso de todas las relaciones humanas que mayor confianza requiere”.
Además añadió que en el matrimonio se ve el gran ejemplo del expiación de Cristo, aprendemos a mostrar más bondad, respeto, abnegación y cortesía hacia quienes serán nuestros compañeros eternos.
“[El matrimonio] se trata de un acto de verdadera fe, una fe que todos debemos estar dispuestos a ejercer. Si lo hacemos bien, compartimos todo con la otra persona: nuestras esperanzas, miedos, sueños, flaquezas y alegrías”.
Nuestra prueba en la tierra consiste en aprender a elegir las vidas y las funciones que nos llevaran a tener familias eternas y a la exaltación. Un esposo y una esposa no deben esperar la perfección en sus cónyuges y eso tampoco viene de la convivencia. En cambio, deben esperar que ellos puedan guardar los convenios que hicieron y vivir de manera digna de ellos.
Quizá uno de los consejos proféticos que siempre podemos tener en mente sean la declaración del presidente Gordon B. Hinckley:
“No existe nada que pueda substituir el casarse en el templo; es el único lugar bajo los cielos donde el matrimonio se solemniza por la eternidad. No se defrauden a sí mismos, ni defrauden a su compañero o compañera. No se conformen con menos.
Cásense con la persona apropiada en el lugar apropiado y en el tiempo apropiado. Elijan a un cónyuge que sea de la misma fe que ustedes; será mucho más factible que sean felices.
Elijan a un compañero al que siempre puedan honrar, al que siempre puedan respetar, una persona que los complemente en su vida, alguien a quien le puedan entregar todo el corazón, todo su amor, toda su devoción, toda su lealtad”.
Fuente: Meridian Magazine