Hay muchas oportunidades para aquellos que tienen el potencial, ya sea que éstas estén relacionadas con el trabajo, el amor u otra cosa.
A veces, dudamos de nuestro potencial y nos decimos mentiras como: “No creo que pueda conseguir este trabajo. No soy lo suficientemente bueno”; o, quizás, “Esta chica es casi perfecta, no creo que se fije en mí”. Si esto está pasando, entonces tenemos un problema.
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Pero, ¿qué es lo que nos detiene o limita al alcanzar nuestro potencial divino? Hice esta pregunta a muchas personas y me dieron las siguientes respuestas:
- Cuando una persona no ve lo que puede llegar a ser
- Si alguien está satisfecho con lo que es ahora mismo
- Cuando alguien no cree en sí mismo
- Cuando una persona no se ve como Dios la vería
- Si alguien no tiene la motivación correcta
- Cuando alguien no sabe quién es realmente
- El temor, las distracciones del mundo y el orgullo
De todas las respuestas que obtuve, me di cuenta de que la palabra “actitud” tiene una función vital en el progreso y la mejora en la vida de una persona. Debemos tener la actitud correcta que nos conduzca a ver lo mejor en nosotros y descubrir nuestro potencial divino.
Nuestro Padre Celestial nos ama y nos envió aquí, a la Tierra, para aprender y mejorar, para que algún día podamos llegar a ser como Él. Podemos leer en las Escrituras:
“De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia; porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa”. (DyC 58: 27 – 28)
Necesitamos creer desde lo más profundo de nuestro ser que lo que deseamos puede suceder, ya que Dios nunca deja de creer en nosotros. Creo que el Señor se regocija cada vez que damos un paso hacia adelante. Para Él, nuestra dirección es más importante que nuestra velocidad.
Aquí, hay algunas ideas que nos pueden ayudar a descubrir nuestro potencial:
1. Fijar metas
Fijar metas puede ayudarnos a lograr grandes cosas en la vida. Las metas reflejan los deseos de nuestro corazón y nuestra visión de lo que podemos lograr.
Las metas deben ser específicas, realistas y asequibles. El Presidente M. Russell Ballard dijo:
“Estoy plenamente convencido de que si no nos fijamos metas en la vida ni aprendemos a dominar las técnicas del vivir para alcanzarlas, llegaremos a la vejez y miraremos hacia atrás y nos daremos cuenta de que habremos logrado tan solo una pequeña parte de nuestro pleno potencial. Si llegamos a dominar los principios relacionados con el establecimiento de metas, entonces surtiremos una gran diferencia en los resultados que logremos en esta vida”. (“¿Cómo utilizo el tiempo con sabiduría?”, Predicad Mi Evangelio, capítulo 8)
2. Hacer planes
Debemos decidir cómo alcanzaremos nuestras metas.
Desde el plazo que fijamos para cumplir nuestras metas, podemos considerar hacer estas preguntas: “¿Quién puede ayudarme?”; “¿Para cuándo necesito esto?”; “¿A dónde me dirijo?”; “¿Qué es lo que necesito?”; y no olvidemos esta pregunta, “¿Cómo puedo ser una bendición para los demás?”
Ayudar a otros puede ayudarte a descubrir tus fortalezas y también tus debilidades.
3. Comprometerse
Nuestro comportamiento y decisiones diarias deben coincidir con nuestras metas. Se cuidadoso y mide tu progreso cada día.
Al final del día evalúa tus esfuerzos y busca maneras de lograr tus metas. A lo largo de nuestro viaje habrá altibajos, pero no te desanimes. Consulta al Señor en todos tus hechos y busca fortaleza para permanecer firme en medio de las grandes tormentas de la vida.
El Presidente Thomas S. Monson enseñó:
“El sólo desearlo no lo hará realidad. El Señor espera nuestro razonamiento; nuestra acción; nuestro trabajo; nuestros testimonios; nuestra devoción”.
Cuando trabajamos con mucho esfuerzo e incluimos a Dios en el proceso de lograr nuestras metas, Él magnifica nuestros esfuerzos y nos ayuda a alcanzar nuestro potencial divino. A medida que fijamos metas y hacemos planes, esto nos ayuda a ganar autocontrol.
No nos conformemos con menos porque somos hijos de Dios. Tengamos más fe que temor. No te rindas. Cuando tomes decisiones y escojas tu camino, recuerda quién eres.
Luchar por alcanzar nuestro máximo potencial vale la pena, ya que trae mucho gozo. Pero, se paciente contigo mismo a medida que haces tu viaje por la vida para aprender y descubrir tu potencial divino.
Fuente: Faith.ph