A veces, el dolor que sentimos por dentro es tan fuerte que buscamos formas de hacerlo visible. Y para algunos, esa manifestación se convierte en algo muy silencioso pero muy real: el autodaño.
Esta es una realidad que muchas personas viven en secreto. En especial dentro de un entorno religioso, hablar de salud mental y emociones fuertes (como la ansiedad, la culpa o la tristeza) puede sentirse como un tabú. Pero no debería ser así. La buena noticia es que el Evangelio de Jesucristo ofrece esperanza, sanación y comprensión también para quienes luchan con el autodaño.
El autodaño no es un pecado, es una herida que necesita sanarse

El cortarse o lastimarse de forma intencional no es un simple “llamado de atención” ni necesariamente un intento de quitarse la vida. En la mayoría de los casos, es una forma de lidiar con un dolor emocional muy intenso. Algunas personas lo hacen para sentir que tienen control sobre sus emociones, otras como una forma de castigo, y otras más porque no encuentran otra salida.
En ese sentido, el autodaño no es un pecado que requiera arrepentimiento en el sentido tradicional. Es una señal de que algo profundo necesita sanarse, no sólo a nivel físico, sino emocional y espiritual.
¿Y si soy miembro de la Iglesia y lucho con esto?

Puede ser que alguien se pregunte: “¿Sigo siendo digno(a) de entrar al templo? ¿Estoy fallando como discípulo(a) de Cristo?” La respuesta es: tu valor y tu dignidad no dependen de tus heridas, sino de tu deseo de sanar y de acercarte al Salvador.
La Iglesia no enseña que el tener problemas de salud mental o autodaño te descalifica espiritualmente. Al contrario, se alienta a buscar ayuda profesional y espiritual al mismo tiempo, reconociendo que el cuerpo y el alma están profundamente conectados.

El presidente Jeffrey R. Holland enseñó con claridad:
“Los problemas de salud mental no son señal de debilidad espiritual. Dios no te ama menos por tener una mente que sufre. Él está contigo, incluso en la oscuridad.”
El papel de los líderes del sacerdocio
Muchas veces, sentimos temor de acercarnos a nuestro obispo o presidenta de la Sociedad de Socorro para hablar de estas luchas. Pero los líderes del Evangelio están allí para ayudarte, no para juzgarte. Si sientes que necesitas orientación espiritual, hablar con ellos puede brindarte consuelo, claridad y pasos concretos hacia una mayor paz.
En muchos casos, lo primero que te preguntarán es: ¿Estás recibiendo ayuda profesional? Porque el bienestar espiritual y mental van de la mano. Buscar terapia o tratamiento no es falta de fe, sino es un acto de amor propio y obediencia a los principios del Evangelio.

Caminos hacia la sanación
Sanar del autodaño no es algo inmediato. Es un proceso que requiere paciencia, apoyo y fe. Pero es posible. Y no tienes que hacerlo solo(a).
Hay muchas formas de comenzar a sanar:
- Acudir a un terapeuta o consejero profesional con enfoque en salud mental.
- Fortalecer tu relación con Dios mediante la oración sincera y el estudio de las Escrituras.
- Rodearte de personas que te escuchen con empatía y te recuerden tu valor eterno.
- Buscar espacios en la Iglesia donde puedas servir, aprender y sentir que perteneces.
Eres hijo(a) de Dios, y eso no cambia por lo que hayas hecho o por lo que estés enfrentando.
Dios conoce tus heridas… y puede sanarlas
Una de las frases más poderosas de las Escrituras dice: “Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas” (Salmo 147:3). Esa promesa no es metafórica. Es real. Jesucristo, el Médico Maestro, puede sanar incluso aquellas heridas que nadie más ve.
Si hoy estás luchando, por favor, no te aísles. Habla con alguien. Busca ayuda. Ora. Sigue adelante. El dolor no es eterno, pero las bendiciones que vienen por confiar en Dios sí lo son.
Y como dijo el presidente Holland, con palabras que tocan el alma:
“Las mentes rotas pueden sanar, así como se sanan los corazones rotos o los huesos quebrados. Mientras hay Dios en el cielo, siempre hay esperanza.”
Fuente: Ask Gramps
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Yo no me he llegado a lastimar físicamente pero si necesito ayuda !!!
Gracias por abrir tu corazón, Alma Patricia. 💙 No estás sola. Te animamos a hablar con tus líderes y buscar apoyo. Dios siempre nos brinda esperanza y fortaleza en los momentos difíciles.