Hay personas que oran con el corazón en la mano, buscan ser mejores cada día, tratan de hacer las cosas bien, pero sienten que nunca es suficiente. Que no importa cuánto lo intenten, Dios podría estar decepcionado. Esa sensación no es simplemente “culpa”. En muchos casos, es algo más profundo.

Ese fue el caso de David. Después de confesar algo a su obispo, sintió un alivio inmenso, pero a los pocos minutos, comenzaron a llegar pensamientos como: “¿Y si no fui completamente sincero?” “¿Y si minimicé las cosas?”.

Este patrón de pensamiento constante, donde la persona duda obsesivamente de su valor ante Dios, es una señal clara de un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo conocido como escrupulosidad, o trastorno obsesivo religioso.

¿Qué es realmente la “escrupulosidad”?

Aunque no es un diagnóstico clínico oficial, los expertos lo identifican como una forma de TOC enfocada en temas religiosos o morales. Las personas con scrupulosity suelen obsesionarse con la idea de ser “buenas” o “dignas” y, en respuesta, desarrollan comportamientos compulsivos que buscan calmar su ansiedad.

llamamientos de la iglesia
Imagen: Canva

Por ejemplo, pueden repetir oraciones automáticamente, confesar lo mismo muchas veces o sentir que cada decisión (hasta qué ropa usar) tiene un peso eterno.

Como explica el doctor Brodrick Brown, del Centro de Consejería Psicológica de BYU (Universidad de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días): 

“La escrupulosidad puede transformar la religión de una fuente de esperanza a algo que asusta y agobia”.

¿Es culpa de la religión?

No. Pero sí hay que reconocer que cuando se malinterpreta el evangelio, la fe puede alimentar la ansiedad en lugar de aliviarla. El problema no es la doctrina, sino las ideas distorsionadas que algunos desarrollan sobre cómo obtener el amor de Dios.

Un estudio liderado por el doctor G. E. Kawika Allen mostró que el problema no es la fe en sí, sino cuando se vive con legalismo, esa idea de que “tengo que ganarme el amor de Dios con mi conducta”. Eso es contrario al mensaje central del evangelio, que el amor de Dios ya está ahí.

inspiración
Imagen: Canva

El Élder Jeffrey R. Holland lo expresó con claridad en su discurso “Sed, pues, perfectos… eventualmente”, al enseñar que el perfeccionismo tóxico no es el camino del evangelio. Jesucristo no nos pidió ser impecables, sino seguir avanzando con fe mientras nos perfeccionamos en Él.

Cuando el deseo de ser perfecto termina alejándonos de Dios

Un patrón que se ha observado en muchos miembros que luchan con la escrupulosidad es el de evitar a Dios por miedo o vergüenza. En vez de acercarse con humildad y confianza, se alejan pensando que ya no hay esperanza. Esta idea no solo es dolorosa, sino completamente falsa.

En 3 Nefi 9:14, el Señor declara: 

“He aquí, mi brazo de misericordia se extiende hacia vosotros; y a cualquiera que venga, yo lo recibiré; y benditos son los que vienen a mí.”

Él no pone condiciones para acercarnos. Solo pide que lo busquemos sinceramente.

¿Qué podemos hacer si alguien vive con este tipo de ansiedad?

La primera invitación es a ser más amables, más pacientes y menos absolutistas. Como dice el doctor Brown:

“Ser menos todo-o-nada con las personas es algo que ayuda a todos, pero en especial a quienes luchan con TOC”.

Además, es importante buscar ayuda profesional. Las terapias de exposición y prevención de respuesta ayudan a reeducar el cerebro para reconocer que no todo pensamiento ansioso requiere una acción compulsiva. También se trabaja en devolverle el sentido real a prácticas como la oración o el arrepentimiento, que deberían ser experiencias de amor, no de angustia.

mujer orando
Imagen: Canva

Un consejo para quienes se sienten atrapados

David Johnson, que ahora está terminando su doctorado para ayudar a otros con scrupulosity, da este consejo:

“Olvídate de ser perfecto y enfócate en sanar. Sanando vas a poder crecer de forma sana hacia la persona que quieres ser”.

Y añade:

“Dios sabe que tienes escrupulosidad. Él es infinitamente paciente mientras tú navegas este proceso”.

El evangelio no fue diseñado para castigarte, sino para sanarte

La fe verdadera no paraliza, angustia, ni te hace sentir indigno constantemente. El evangelio de Jesucristo es un mensaje de esperanza, de redención y de paciencia infinita.

Si alguna vez sientes que no eres suficiente, que tu arrepentimiento no vale o que nunca vas a estar bien con Dios, recuerda que esos pensamientos no vienen del Padre Celestial. Él te llama por tu nombre y te extiende la mano, aun cuando tú mismo no crees merecerlo.

Y si te cuesta aceptarlo, no estás sólo, puedes buscar ayuda y hablar con alguien. Dios también trabaja a través de profesionales, amigos y líderes que pueden ayudarte a ver la luz cuando tu mente solo ve miedo.

Fuente: The Daily Universe 

Video relacionado