El saber que alguien a quien amas dentro de la Iglesia, sea tu familia o un amigo querido, tomó la decisión de dejar la Iglesia puede sentirse como si el aire hubiera sido expulsado completamente de ti; como si tu mundo se hubiera desmoronado y puesto de cabeza al mismo tiempo. Cuando el impacto por la noticia baja, el dolor todavía se siente momentos después.
Puede llegar a ser difícil aceptar que alguien a quien amamos tome la decisión de abandonar La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Después de ver a algunos de mis amigos y familiares dejar la Iglesia, he aprendido algunas cosas sobre lo que debemos hacer.
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No dejes que el enojo te domine
Una vez que el shock desaparece, muchos de los que pasan por la experiencia de tener a un ser querido que abandona la Iglesia empiezan a sentirse enojados. Pueden sentirse enojados con Dios, con el ser querido, o incluso con ellos mismos. Es posible que se sientan justificados en su ira, pero el estar enojado puede crear divisiones en su relación con esa persona.
La ira es una emoción secundaria. Eso significa que cuando estás enojado, tu enojo es realmente una máscara para otra emoción primaria más profunda que estás sintiendo. healthypsych.com dice:
“Normalmente, una de las emociones principales, como el miedo o la tristeza, se puede encontrar disfrazadas en la ira. El miedo incluye cosas como la ansiedad y la preocupación, y la tristeza proviene al experimentar una pérdida, decepción o desaliento.
Sentir miedo y tristeza es bastante molesto para la mayoría de las personas; les hace sentir vulnerables y muchas veces sin control. […] En contraste con el miedo y la tristeza, la ira puede proporcionar un aumento de energía y hacer que se sientan más en control, en lugar de sentirse vulnerable o indefenso.
Esencialmente, la ira puede ser un medio para crear una sensación de control y poder ante la vulnerabilidad y la incertidumbre.”
Es muy fácil enojarse con alguien que abandona la Iglesia. Perder a un ser querido de la Iglesia a menudo se siente como si todo se estuviera desmoronando y esto puede hacer que te sientas extremadamente vulnerable, haciendo que sientas que has perdido todo el control.
Si te sientes enojado con un ser querido que dejó la Iglesia, no permitas que ese enojo te haga hacer algo que pueda dañar tu relación con ellos. Busca ayuda profesional o de tu líderes si es necesario.
Siempre recuerda que es mejor crear puentes que muros cuando se trata de su relación con alguien que dejó la Iglesia. Trata de identificar la raíz de tu enojo para que puedas afrontar y solucionar la emoción primaria que sientes.
Evita juzgar a los demás
Hace unos meses, escribí sobre cómo el juzgar a los demás no es saludable y nunca lleva al arrepentimiento sincero.
Ahora, trata de ver las cosas desde el punto de vista de tu ser querido, imagina que han vivido varios años, quizás toda su vida, entre un grupo religioso muy singular (La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, por ejemplo). Ahora, imagina que un día decidiste dejar ese grupo por razones que consideras son correctas.
Aunque sientes que los miembros de la Iglesia fueron engañados, al principio no tienes malos sentimientos hacia ellos. Te sientes ansioso por contarle a tus amigos y familiares sobre tu decisión de dejar la Iglesia, y esperas que sigan siendo tus amigos.
Pero después de dejar la Iglesia, tus amigos y familiares comenzaron a llamarte cosas como un apóstata, un pecador y otros nombres hirientes. En lugar de tratar de entender cómo te sientes, te tratan mal, como a alguien que ha perdido su camino. En lugar de sentir su amor sentiste vergüenza.
¿Acaso eso no sería difícil de aceptar? ¿no te haría sentir más enemistad hacia la Iglesia y sus miembros? ¿No te dejaría con un sabor amargo? Cualquier posibilidad de que regreses a la Iglesia en el futuro ahora debe superar esa amargura adicional que sentiste cuando te fuiste.
Recuerda, debemos tratar a todos con amabilidad, amor y respeto. Nunca debemos lastimar, menospreciar o juzgar a alguien que decide abandonar la Iglesia. La decisión de tu ser querido de dejar la Iglesia no lo hace menos preciado a los ojos de nuestro amoroso Padre Celestial.
No trates de forzar el Evangelio en tu ser querido
Es posible que te sientas tentado a compartirles discursos inspiradores de la iglesia, escrituras o cualquier cosa que tenga que ver con la Iglesia. Es posible que sientas que tu problema fue que no tenían contacto suficiente con Iglesia, y que si tan sólo pudieras hacer que lean el discurso que te ayudó a sentir el espíritu, podría arreglar las cosas y ayudar a que tu ser querido regrese. la Iglesia.
Ten cuidado, el hacer esto sólo alejará a tu ser querido. Es posible que ellos sientan que sólo se preocupan por ellos mientras sea miembro de la Iglesia. Es probable que alguien que abandona la Iglesia no responda bien a una afluencia de mensajes relacionados con el Evangelio.
El Evangelio no es, ni nunca fue, destinado a ser forzado a alguien. Recuerda, el plan de Satanás era quitarnos el albedrío, pero el albedrío es tan importante para Dios que rechazó el plan de Satanás.
Dejar que otros tomen decisiones que sabemos no son correctas es difícil, pero nosotros, tal como el Padre Celestial, debemos respetar el albedrío de los demás.
No puedes controlar las creencias o conductas de otros, sólo puedes invitarlos a compartir la alegría que sientes en Cristo y Su Evangelio restaurado. En lugar de tratar de volver a convertir a tu ser querido, tu meta número uno debe ser fortalecer tu relación con ellos. Es muy probable que eso genere sentimientos de respeto mutuo necesarios para una comunicación abierta donde el espíritu pueda estar.
No permitas que las conversaciones sobre el Evangelio se conviertan en un debate
¿Alguna vez has sentido cuando una conversación se sale de control? ¿Sientes que entras en una discusión para nada edificante? Entonces, detente. Discutir no convencerá a tu ser querido de que el Evangelio es verdadero, y es muy probable que les impida tener una mente abierta al evangelio.
En 3 Nefi 11:29, Cristo proclama:
“Porque en verdad, en verdad os digo que aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo, que es el padre de la contención, y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros.”
El Evangelio es una parte muy importante de tu vida, por lo que debes encontrar maneras de compartir las cosas con tu ser querido de una manera respetuosa. Encuentra formas seguras y pasivas de hablar sobre el sobre Evangelio con ellos.
Trata de crear una relación en la que te sientas cómodo al invitar a tu ser querido a eventos importantes en la Iglesia como bendiciones de bebés, bautismos, entre otros.
A veces puedes sentir la necesidad de defender tu fe. Cuando sea necesaria la corrección, asegúrate de que sea breve y con amor. Sigue las impresiones del espíritu para saber lo que debes decir y cómo debes decirlo.
Reconoce que habrán cambios en la vida de tu ser querido
Cuando alguien decide dejar la Iglesia, abandona una creencia fundamental atrás, una parte central de sí mismos. Esto no significa que se vuelva una persona completamente diferente, no obstante, no puede dejar algo tan esencial como sus creencias religiosas sin hacer algunos otros cambios.
Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se adhieren a un conjunto de normas, mandamientos y directrices únicos. Cuando las personas dejan la Iglesia, ya no se sienten obligadas a adherirse al estilo de vida único asociado con la digna participación de la Iglesia.
Es importante recordar que tu ser querido tiene ahora un nuevo código moral. Estamos seguros de que nos decepcionarán si seguimos colocando nuestros estándares únicos en su nuevo estilo de vida.
En lugar de centrarte en cómo tu ser querido no cumple con tus estándares, mira las cosas buenas que hace. Los cambios vendrán, debes buscar establecer una relación con tu ser querido que les permita comunicarse abiertamente y con respeto.
Aceptar la posibilidad de que tu ser querido puede nunca volver a la Iglesia
Esta puede ser la parte más difícil de asimilar debido a que la Iglesia se centra en las relaciones eternas. Puede que te encuentres diciendo: “Pero se suponía que éramos una familia eterna. ¿Cómo será eso posible si mi hijo nunca regresa?”
Mirémoslo de esta manera: ¿puedes tener una relación eterna con alguien si no puedes primero aprender a entablar una buena relación con él/ella en esta vida? No creo que nos demos cuenta por completo todos los aspectos del gran plan de Dios. Rara vez podemos ver Sus grandes diseños en la vida de cada persona.
Creo que a menudo esperamos que nuestro ser querido, tal como el hijo pródigo, finalmente encuentre su camino de regreso y que todo vuelva a estar bien. Eso no siempre sucede.
La realidad es que la persona que amas, que abandonó la Iglesia, puede que nunca sea un hijo pródigo, que nunca regrese a la Iglesia. Si bien nunca debemos perder la esperanza, a veces ponemos toda nuestra felicidad en esa esperanza y sufrimos inmensamente hasta que por fin se realiza.
En el caso de un ser querido que decide dejar la Iglesia, la esperanza es buena pero el amor es mejor (1 Corintios 13:13).
La parábola del hijo pródigo está destinada no solo a mostrarnos que siempre podemos volver a los brazos extendidos y amorosos del Padre Celestial, sino a mostrarnos cómo amar a quienes toman malas decisiones.
Mira el ejemplo del padre del hijo pródigo: no juzgó a su hijo cuando su hijo salió de casa y despilfarró su dinero; no persiguió a su hijo; nunca trató de obligar a su hijo a tomar ninguna decisión. Él sólo lo amó. Al igual que Cristo, sus brazos estuvieron extendidos (2 Nefi 19:12), esperando que el hijo que tanto amaba regrese a sus amorosos brazos.
Si nuestros seres queridos abandonan la Iglesia, amémoslos de todos modos. Si toman decisiones equivocadas, amémoslos de todos modos. Si nunca regresan, debemos amarlos a pesar de todo. La verdadera distinción de los Santos que pertenecen a la Iglesia Restaurada de Cristo se da en su capacidad de amar.
Este artículo fue escrito originalmente por Derek Lange y fue publicado originalmente por thirdhour.org bajo el título “What Should You Do When Someone You Love Leaves the Church?”