Mi hijo vio recientemente una película en la que un niño, después de haber tomado algunas decisiones extremadamente malas, dijo con simpleza: “Se cometieron errores”.
Mientras veíamos juntos la película, aquella frase no dejaba de darme vuelta en la cabeza. Todos cometemos errores, pero tenemos que reconocerlos, de lo contrario no aprendemos ni crecemos.
Sin embargo, en todo esto debemos ser claros. ¿Cuál es la diferencia entre un pecado y un error?
En un discurso dado por el élder Dallin H. Oaks sobre el tema, él expresó:
“Los pecados son el resultado de la desobediencia deliberada a las leyes que hemos recibido por enseñanza explícita o por el Espíritu de Cristo, que enseña a cada hombre los principios generales del bien y del mal. Para los pecados, la solución es disciplinar y alentar a las personas al arrepentimiento.
Los errores son el resultado de la ignorancia en cuanto a las leyes de Dios o del funcionamiento del universo o de las personas que Él ha creado. Para los errores, la solución es corregir el error sin condenar al individuo”. –“Sins and Mistakes”
Uno de los propósitos principales de la vida terrenal es aprender en base a nuestra propia experiencia, las elecciones que tomamos y nuestra capacidad de aferrarnos a nuestra fe en Dios y Su Hijo Jesucristo.
Esto se da eligiendo por nosotros mismos, en el trayecto cometeremos errores, nos levantaremos y volveremos a intentarlo. No somos castigados por ese crecimiento, porque, como dijo el élder Oaks, no teníamos un conocimiento de las cosas.
Todo lo contrario sucede con el pecado. Cuando desobedecemos intencionalmente al Señor o ampliamos la distancia entre Él y nosotros, es porque elegimos conscientemente tomar una decisión que es contraria a los principios del Evangelio.
Cuando nos hemos separado de nuestro Dios, debemos reconocer Su presencia y regresar a Él mediante el poder expiatorio de Jesucristo. Nuestros pecados pueden ser borrados. El Señor prometió:
“Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. -Isaías 1:18
Podemos ser renovados y sanados. Es una promesa que es real y está a nuestro alcance.
El juez Oliver Wendell Holmes Jr. destacó la distinción entre un acto no intencionado y uno intencionado en su famosa observación de que “incluso un perro distingue entre ser atropellado y pateado” (The Common Law, 1963, 7).
Algunos errores pueden ser muy pequeños como olvidarse de lavar los platos de la cena, así como muy graves como pararse frente a un auto que viene a velocidad.
Las consecuencias de un error pueden ser de por vida. A veces hay consecuencias que vienen con el pecado que no desaparecen, pero la culpa y el dolor de nuestra desobediencia pueden ser tomados por nuestro precioso Salvador.
En pocas palabras, elegimos pecar pero cometemos errores por accidente. El Señor conoce los deseos más profundos de nuestro corazón. Él puede identificar si nos desasíamos del sendero por error o por elección.
Por esta razón, es imperativo que escuchemos la voz apacible del Espíritu Santo que nos ayudará a estar bien con nuestro Padre Celestial a través del don perfecto de Su Unigénito.
Seamos siempre rápidos en perdonar y lentos en condenar a medida que experimentamos este crecimiento mediante las pruebas y errores en nuestro propio camino en la mortalidad.
Fuente: Latter Day Saints Customs