Hay miles de millones de personas en la Tierra, ¿cómo puede Dios amar a todos? ¿en verdad escucha nuestras oraciones? ¿en realidad nos conoce?
¿Dios realmente nos ama a todos? ¿Cómo es eso posible? ¡Hay tanta gente en el mundo! ¿Puede Dios realmente responder todas nuestras oraciones? ¿El Padre Celestial realmente sabe quién soy?
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¿Puedes recordar todos sus nombres?
Recuerdo haberme preguntado cómo podría Dios amar a todos incondicionalmente y responder a todas nuestras oraciones. No dudé de Su capacidad de amar, pero hay miles de millones de personas en la Tierra en ese momento. ¿Es posible?
Un día en la Sociedad de Socorro, alguien a quien admiraba muchísimo mencionó que, cuando era una joven madre, le costó mucho comprender cómo Dios podía amar a todos en todo el mundo. ¿Realmente la conocía?
En su lucha con esa pregunta, ella asistió a una reunión familiar con su esposo y sus cuatro hijos. Ella era la única miembro de la Iglesia de Jesucristo en su familia y algunos miembros de su familia consideraban que tener cuatro hijos era demasiado.
“¡Son muchos hijos! ¿Puedes recordar todos sus nombres?”
¡Por supuesto que sí! ¡Ella podía recordar todos sus nombres! ¡Qué pregunta tan tonta! Se ofendió al saber que alguien podría si quiera pensar si es que podía recordar los nombres de sus hijos.
En ese momento, el Espíritu Santo le enseñó que el número de hijos del Padre Celestial no es tan grande como para que Él no recuerde todos sus nombres. Así como ella ama y se preocupa por sus hijos individual y colectivamente, Dios hace lo mismo por todos y cada uno de Sus hijos.
Son míos
En su asombrosa visión, Moisés se maravilló de la cantidad innumerable de hijos de Dios.
Eran. Muchas. Personas. ¿Por qué fueron todos creados?
“Y aconteció que Moisés miró, y vio el mundo sobre el cual fue creado; y vio Moisés el mundo y sus confines, y todos los hijos de los hombres que son y que fueron creados, de lo cual grandemente se maravilló y se asombró…
Y también vio a sus habitantes; y no hubo una sola alma que no viese; y pudo discernirlos por el Espíritu de Dios; y grande era su número, sí, incontables como las arenas sobre la playa del mar…
Y Dios el Señor habló a Moisés, diciendo: … son muchos, y son innumerables para el hombre; pero para mí están contados, porque son míos…
Porque, he aquí, esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre.” -Moisés 1
¿Sabe Dios quién soy realmente?
¡La humanidad no fue creada como un experimento! Una gota infinitesimal de humanidad no era Su intención.
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” -Génesis 1: 27
Él nos creó a cada uno de nosotros individualmente a Su imagen y con un propósito glorioso: ¡alcanzar la inmortalidad y la vida eterna!
¡Él sabe quiénes somos porque Él nos creó!
Él conoce nuestros nombres, nuestras personalidades, nuestros hábitos y deseos. Él ha diseñado la manera, si así lo queremos, de regresarnos a Su presencia, y ser participes de la inmortalidad y la vida eterna.
¿Contestará Él tu oración?
¡Claro que sí!
No tengo idea de cómo puede velar por cada una de nuestras necesidades, tal como lo hace un padre amoroso. Pero sé que Él vela por mí de la misma manera.
Veo Su mano en mi vida a través de milagros y bendiciones que específicamente me traen alegría, incluso a través de las cosas más simples como poder ver las luces de las estrellas en la noche o encontrar nuevas especies de flores que nunca antes había visto.
Al creer en Él puede ver cómo se desarrollan Sus propósitos. Empiezo a escuchar Su voz. Empiezo a sentirlo cerca. Confío en que Él es mi padre y yo soy su hija, y tú también lo eres. Y nos ha prometido:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros un porvenir y una esperanza.
Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os escucharé; y me buscaréis y me hallaréis cuando me busquéis con todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová.” -Jeremías 29: 11.14
Este artículo fue escrito originalmente por Melisa Hargrove y fue publicado originalmente por ldsblogs.com.com bajo el título “Does God Really Know Who I Am?”
