Probablemente estés estudiando o tal vez no.
Puede ser que estés ahorrando para estudiar en un futuro, como también puede que estés en los últimos ciclos o semestres de tu carrera profesional.
Sin importar la situación, la meta es una: la educación.
El Señor ya lo ha declarado por medio de sus profetas:
“Enseñaos diligentemente…de cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; cosas que han sido, que son y que pronto han de acontecer…”. -DyC 88:78-79
El élder Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, durante la Conferencia General del 2009, declaró:
“Para los miembros de la Iglesia, la educación no es simplemente una buena idea, sino un mandamiento”.
La educación no es solo algo bueno, es un mandamiento. Entonces, tal vez te preguntes:
“Si es un mandamiento, ¿es más importante que otras cosas o asignaciones?”
La respuesta es SÍ.
Aquí te cuento una experiencia que tuve después de haber retornado de la misión. Una con la cual puedas identificarte y que probablemente pueda ayudarte a tomar decisiones en el futuro.
Tu llamamiento no puede perjudicar tu educación
Poco tiempo antes de salir a la misión, y poco tiempo después de haber regresado, recibí distintos llamamientos por parte de mis líderes, por parte del Señor.
Trabajaba, estudiaba, tenía un llamamiento, tenía que ayudar a mi familia y todo en la época de pandemia.
Durante todo el 2021, año en que regresé de la misión, fui maestro de seminario y posteriormente maestro de instituto, pero podía cumplir con todas mis responsabilidades y seguir estudiando.
Mi llamamiento no perjudicaba mis estudios y mis estudios no perjudicaban mi llamamiento.
En 2022, me dieron un nuevo llamamiento, sin embargo, a finales de ese mismo año me llamaron a cumplir una asignación de gran responsabilidad dentro del Sistema Educativo de la Iglesia.
Me quedé atónito. No sabía qué hacer, pues ya no tenía el tiempo suficiente para poder cumplir con todo de manera correcta.
Acepté confiando en que las cosas se acomodarían y que el Señor me ayudaría en esta nueva asignación.
En 2023, semanas antes de que comenzaran las clases en la universidad, vi que los horarios de mis cursos abarcaban todas mis tardes y noches de la semana, en otras palabras, ya no podría estar sirviendo en esa asignación a menos que dejara mis clases de lado.
Buscando consuelo y guía del Señor para tomar una decisión, recordé las palabras del élder Uchtdorf:
“La educación es un mandamiento”.
Con el dolor de mi corazón, me matriculé y puse mis estudios en primer lugar.
Un poco desanimado y en conflicto conmigo mismo por dejar de lado una asignación del Señor, conversé con mi Obispo y le comenté mis sentimientos. Su respuesta me dio el alivio que necesitaba. Él me consoló:
“No te sientas mal por hacerlo. Recuerda, la educación es un mandamiento. Tus llamamientos y asignaciones no pueden perjudicar tu progreso y desarrollo personal. No puede perjudicar tu educación”.
Después de escuchar sus sabias palabras, tuve paz en mi corazón por haber tomado esa decisión que me parecía tan difícil y que al mismo tiempo me avergonzaba.
Ahora otra persona tiene esa asignación y lo hace de maravilla. Le da el tiempo y las energías que yo no podía darle.
Sé que el Señor tiene un plan perfecto. Aprendí muchas cosas de gran valor y me quedo con lo que el élder Uchtdorf y mi obispo me enseñaron:
“La educación es un mandamiento”.
No tengan miedo en decir “NO” a un llamamiento o asignación que saben que no podrán cumplir de la manera debida y tampoco teman cuando tengan que pedir un relevo.
El Señor conoce sus corazones. Él no los despreciará ni tendrá rencor hacia ustedes. Él los utilizará para su gran obra de otra manera.
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová”. -Isaías 55:8