Usualmente, escuchamos que la educación es indispensable para crecer como personas en la sociedad. Cada vez hay más instituciones que se dedican a la educación e incluso se adaptaron a la modalidad remota brindando mayores oportunidades de estudio.
Esto no parece ser una mera coincidencia. La pandemia del COVID-19, que provocó este cambio revolucionario en el acceso a la educación, según las palabras del élder Dieter F. Uchtdorf, no tomó por sorpresa a nuestro Padre Celestial.
Esto nos lleva a entender que, para nuestro Padre Celestial, la educación es sumamente importante.
Dios tiene propósitos inimaginables para todos Sus hijos e hijas y la educación forma parte de ese plan debido a que es importante para nuestro progreso eterno.
Progreso personal
El Manual de Desarrollo Personal para la juventud de la Iglesia resalta el aspecto intelectual como una parte importante para nuestra vida. Cuando Jesucristo estaba en la Tierra, se relata que crecía en “sabiduría” (Lucas 2:52).
Este es un gran ejemplo, porque incluso Él se dedicó al estudio. Jesucristo llegó a enseñar y obtener una gran sabiduría debido a la educación que recibió durante los 30 años antes de comenzar Su ministerio.
Así como nuestro Salvador, podemos crecer en sabiduría año tras año, no solo en el lado espiritual, sino también en el lado profesional.
Un mandamiento, muchas bendiciones
Citando nuevamente al élder Uchtdorf:
“Para los miembros de la Iglesia, la educación no es simplemente una buena idea, sino un mandamiento”.
El Señor nos ha dado los mandamientos para darnos todas las bendiciones que Él tiene reservado para nosotros y nosotras. Él está ansioso por derramar y bendecirnos abundantemente.
Una de estas grandes bendiciones que Dios desea que obtengamos es la verdad, pues esta nos hará libres (Juan 8:31-32).
Obtener esta verdad nos ayuda a comprender que Dios es nuestro Padre, que somos Sus hijos e hijas, y que cada uno de nosotros y nosotras tenemos la capacidad de llegar a ser como Él. Esto es fundamental para la eternidad. Saber que llegaremos a ser como Él.
Desarrollo profesional
Obtener esta educación profesional nos ayudará a convertirnos también en miembros valiosos y valiosas de la sociedad, pero sobre todo, nos ayudará a ser mejores padres y madres para nuestra familia.
El sustento económico depende mucho de la capacidad profesional que vayamos a obtener. Esto está sumamente relacionado con la libertad que el Señor nos promete, con la eternidad que nos depara en el futuro.
Una buena educación nos da libertad financiera y laboral; nos da la oportunidad de escoger, y no estar sometido a lo desconocido o inesperado.
Y lo podemos ver aún más en las palabras que el élder Nielson, de los Setenta, compartió durante una charla en BYU-Pathway:
“En lugar de tener una sola opción de empleo, [el y la joven que estudie] tendría miles de opciones de empleo. Podía elegir dónde vivir. Podía elegir el tipo de ingreso que obtendría. Él [o ella] sería libre. Es esa libertad de elegir lo que la educación nos brinda a cada uno de nosotros [y nosotras]”.
La educación nos brinda una vida tranquila y amena. El Señor es sabio por establecerla como un mandamiento.
Incluso el élder Nielson compartió la gran bendición que tuvo cuando él y su esposa se graduaron en la universidad:
“Después de nuestra graduación, ambos nos graduamos el mismo año, nuestras opciones sobre dónde viviríamos, dónde trabajaríamos y qué haríamos se volvieron ilimitadas. La verdad, nuestra educación, nos había hecho libres. Nuestras opciones para elegir eran ilimitadas debido a nuestra educación”.
Si bien educarse no es fácil ni sencillo, es un esfuerzo y sacrificio, pues estamos consagrando ese tiempo para nuestro futuro, para nuestra eternidad.
El Señor está aquí para bendecirnos en cada paso de nuestra vida.