Así como un rayo no cae dos veces en un mismo lugar, dos hechos no suceden exactamente igual, por más que las condiciones sean las mismas.
Esto se debe a que, en algún momento, las condiciones cambiarán y se generará un futuro totalmente distinto.
Es por ello que el efecto mariposa, nombre dado por la suposición de que el aleteo de una mariposa puede provocar un tornado a medida que transcurre el tiempo, se podría encontrar no solo en el mundo científico, sino también en las escrituras.
Por ello, veremos cómo el efecto mariposa más importante de la historia de la humanidad se encuentra en la Biblia, porque ‘por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas’ (Alma 37:6).
Todo comienza con un hombre judío llamado Elimelec que, debido a la hambruna en que se encontraba su ciudad natal, Belén, fue a vivir a los campos de Moab junto a su esposa y sus 2 hijos (Rut 1:1).
Su esposa se llamaba Noemí, y sus dos hijos Mahlón y Quelión. Es entonces que poco después de llegar a los campos de Moab murió Elimelec.
Noemí se queda viuda con sus 2 hijos, quienes se casaron con dos mujeres oriundas de la ciudad (Rut 1:3).
Es importante recalcar que Elimelec, Noemí, Mahlón y Quelión eran judíos, mientras que las personas oriundas de los campos de Moab no lo eran.
Estas dos mujeres oriundas de Moab se llamaban Orfa y Rut, respectivamente.
Es aquí cuando la historia, guiada por acontecimientos imprevistos, comienza a cambiar radicalmente.
Después de 10 años viviendo en los campos, Mahlón y Quelión fallecieron, quedando así Noemí desamparada. No tenía a su marido, quien había fallecido, ni a sus 2 hijos (Rut 1:5).
Entonces, abrumada por lo que había acontecido, y sintiéndose desdichada por no poder ofrecer esposos para sus 2 nueras, Noemí manda a Orfa y Rut a que hagan una nueva vida.
Ambas deciden quedarse, pero Noemí insistió nuevamente.
Orfa, triste por la situación y habiendo negado irse anteriormente, acepta y decide regresar a ‘su pueblo y a sus dioses’ (Rut 1:6-15).
Rut, sin embargo, decide quedarse por el gran amor que le tenía. Es esta decisión la que cambiaría el curso de la historia de la humanidad por la eternidad. Esta pequeña, y no tan simple decisión, trajo consecuencias inimaginables cientos de años después.
Con palabras de amor que probablemente se asemejen al amor puro de Cristo, Rut le dice a la madre de su difunto esposo:
“No me ruegues que te deje y que ame aparte de ti; porque adondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Donde tú murieres, moriré yo y allí seré sepultada. Así me haga Jehová y aún me añada, porque solo la muerte hará separación entre tú y yo”. (Rut 1:16-17)
Noemí, sin más que decir, acepta y ambas regresan a Belén.
Al llegar a Belén, Rut decide recoger espigas para encontrar ‘gracia’ ante los ojos de alguien, y la encontró ante los ojos de Booz, pariente de Elimelec, el difunto esposo de Noemí, y dueño de los campos donde Rut espigó.
Booz, luego de escuchar la historia de Rut y Noemí, queda admirado por el amor que ella tuvo por su suegra después de la muerte de su marido, pues ella, Rut, dejó a su padre, a su madre y la tierra donde nació para ir con Noemí a una tierra desconocida (Rut 2).
Otro factor muy importante, pero totalmente inesperado, era que la ley judía permitía y mandaba que el pariente del esposo de la mujer viuda, con tal que esta no haya tenido hijos, la despose para que no se case con un hombre extraño (Deuteronomio 25:5).
Es así que, en resumidas cuentas, Rut le pide a Booz que la tome por esposa, y él acepta (Rut 3).
Producto de este matrimonio, Rut da a luz a Obed, su primogénito, quien a su vez engendró a Isaí, padre de David, quien posteriormente sería el rey de todo Israel (Rut 4:13-17).
Poco a poco es mediante este linaje que la descendencia de Rut y Booz comienza a generar aquel nacimiento que cambiaría la historia por completo.
El rey David, después de casarse legítimamente con Betsabé, engendró a Salomón, de quien, luego de varias generaciones, nació María, la madre de Jesús aquí en la Tierra (Lucas 1:26-28).
Fue Jesucristo quien dio Su vida por nosotros, para que todo aquel que en Él crea viva y no perezca.
Aquella decisión de Rut, guiada por su gran amor a su suegra, fue la que ocasionó aquel dichoso nacimiento cientos de años después.
Rut ni siquiera conocía al Dios de Israel, pues era una moabita, pero fue en base a ese acontecimiento que el nacimiento del Salvador, el Hijo de Dios, nuestro Redentor, fue posible.
Idea originalmente dada por Hyrum Egúsquiza Rodríguez.
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@masfe.org ¿Sabías que el efecto mariposa más grande de la historia es el nacimiento de Jesucristo? #efectomariposa #jesus #biblia #secretosdelabiblia #sabiasque #telocuentoentiktok #curiosidades #fypシ #datocurioso #nacimientodejesus #asipasa #amor #caridad ♬ sonido original – Masfe.org