Recientemente, el élder Dale G. Renlund del Cuórum de los Doce Apóstoles, perdió a su muy querido hermano, sin embargo compartió unas emotivas palabras para él y una gran enseñanza para todos nosotros.
El élder Renlund declaró:
“El martes 5 de octubre de 2021, mi hermano, Gary Mats Renlund, falleció a causa de un cáncer de páncreas, dejando una enorme sensación de pérdida. Uno de mis primeros recuerdos es que Gary intervino en mi favor cuando yo tenía unos tres años. Había arrancado todas las flores del jardín de un vecino y mi madre estaba avergonzada y decepcionada conmigo. Recuerdo que Gary, que solo tenía un año más, se interpuso entre mi madre y yo y dijo en sueco: “Slå honom inte, mamma. Han är liten. Han förstår inte”. (No le reprendas, mamá. Es pequeño. No entiende). Siempre fue mi defensor.
De forma innata o desarrollada, Gary poseía atributos como los de Cristo que me motivaban. Siempre quise ser como Gary. Era directo, abierto, honesto, veraz, transparente y valiente. Nunca quise decepcionarle. Gracias a él, tomé mejores decisiones de las que habría tomado en otras circunstancias. Por lo tanto, él me inspiraba o me atormentaba, tanto si vivíamos cerca como si estábamos al otro lado del mundo.
En una charla en la Iglesia en 2015, Gary se refirió a un personaje ficticio de la televisión que había pasado por una dura prueba. Tuvo que ser evaluada por un psiquiatra para valorar su recuperación. Durante la entrevista, el psiquiatra le preguntó: “¿Qué quieres?”. La respuesta llegó rápidamente: “Quiero algo permanente, algo que no me puedan quitar”.
Retóricamente, Gary preguntó: “¿Dónde están las cosas permanentes en la vida a las que podemos aferrarnos y no perder?”. Su respuesta: “Sólo dentro del evangelio de Jesucristo podemos encontrar esas cosas que no nos pueden quitar. Dentro del evangelio se encuentra la perla de gran precio por la que deberíamos estar dispuestos a pagar todo para obtenerla”. Gary entonces testificó sobre el Padre Celestial, Su Plan, el Salvador y Su Expiación, y que estamos vinculados al Salvador a través de convenios y ordenanzas.
En el terrible y confuso laberinto de la mortalidad, Gary ganó el premio de la fe en Jesucristo y la justicia personal que le trajo la bendición de estar preparado para estar en la presencia de Dios. Si más personas tuvieran un hermano mayor como Gary, más personas encontrarían más fácil tener fe en Jesucristo.”