El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, se dirigió a los misioneros del Centro de Capacitación Misional de Provo, Utah, en un devocional realizado el 8 de noviembre.
El apóstol les expresó a los nuevos misioneros que no deben olvidar los convenios y promesas que hicieron con Dios y que luego compartan con las personas que conozcan en el campo misional.
Él compartió:
“Muchas veces perdemos de vista la importancia de los convenios que hacemos, olvidamos cuán importantes son, no nos centramos como deberíamos en nuestras bendiciones y la manera en que esos convenios bendicen nuestras vidas”.
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
El apóstol compartió con ellos un video donde estuvo acompañado de la presidenta general de la Primaria, la hermana Susan H. Porter.
Ambos declararon que progresar en la senda del convenio nos lleva a Jesucristo, que todo lo que hacemos nos lleva a ser como Él y recibir todas las bendiciones que el Padre Celestial tiene preparadas para nosotros.
“Pongan a Cristo en primer lugar y todo cambiará”.
Afirmó que cuando los hombres y las mujeres jóvenes ponen a Cristo en prioridad en su vida, querrán hacer convenios sagrados en el templo, querrán ir a la misión.
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Cuando ponen a Cristo en primer lugar, empiezan a comprender las ordenanzas y los convenios que están haciendo con el Salvador, querrán hacer Su voluntad y ser más como Él.
“Mediante los convenios y las ordenanzas del Evangelio, nos unimos al Señor Jesucristo, viviente y resucitado. Eso es más que solo una relación; es una conexión de convenio personal”.
Asimismo, declaró que esta relación y fortalecimiento de la misma depende de cada uno de los hijos e hijas de Dios, expresando que es “individual, personal [y] especifica para [nosotros]”.
El élder Bednar también explicó que el bautismo, la confirmación y la Santa Cena no son actos separados, son parte de una secuencia que nos mantienen en la senda estrecha y angosta.
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“El acto de comer y beber el pan y el agua no es lo que perdona nuestros pecados, es prepararnos en oración y sinceridad, participar dignamente de la ordenanza, analizar nuestras acciones y los deseos de nuestro corazón y aceptar la invitación del Señor al arrepentimiento lo que hace esto posible.
Cuando ofrecemos el sacrificio que Él requiere de nosotros, un corazón quebrantado y un espíritu contrito, se nos promete que siempre podremos tener Su Espíritu con nosotros. Con el poder del Espíritu Santo como nuestro compañero constante, podemos obtener y retener siempre la remisión de nuestros pecados”.
Por último, el apóstol invitó a los misioneros a ayudar a las personas a las que enseñan a entender que el Evangelio es un Evangelio de oportunidades interminables debido al arrepentimiento.
Fuente: Church News
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