Patricia Terry Holland, esposa del élder Jeffrey R. Holland y ex consejera de la presidencia general de las Mujeres Jóvenes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, falleció pacíficamente a los 81 años.
El élder Holland y su amada Pat, como él le decía de cariño, cumplieron 60 años de matrimonio por esta vida. Durante ese tiempo compartieron gran sabiduría y felicidad junto a su familia y seres queridos.
‘No podría imaginar la vida en esta vida ni en la eternidad sin ella’
Al enterarme hoy de la partida de la hermana Holland, pensé en cómo se sentiría el élder Holland y qué recuerdos tendría en su mente al pensar en su compañera. Así que busqué entre sus publicaciones en redes sociales y encontré una de las declaraciones más especiales que haya leído de un líder de la Iglesia sobre su esposa. Él compartió:
En la última etapa de la creación, nuestro Padre Celestial dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Entonces, con la imagen de una costilla sacada del costado de Adán —“hueso de [su] hueso y carne de [su] carne”, que describiría su unidad— Él creó a una mujer, a la que Adán llamó Eva, “porque ella era la madre de todos los vivientes” (véase Génesis, capítulos 1-3).
No presumo saber todo lo que sucedió ese día en la formación de la mujer y el despliegue del Plan de Salvación. Lo que sí sé es que el mismo Padre Celestial miró a Jeff Holland y supo profundamente que necesitaba una “ayuda” (o “ayudante”) que fuera “idónea” (o “correcta”) para mí.
Así que creó a Patricia Terry y me la dio; más que una “ayudante” y más que “correcta”. De hecho, ella sería la “madre de todos los que viven” en nuestro pequeño mundo del hogar de los Holland, pero también llegaría a ser la vida misma para mí: mi vida, mi ayuda, mi esperanza, mi todo. Al igual que Eva, mi Patricia sería la creación final, la declaración final, el pináculo del propósito de mi vida. Ciertamente, Dios la miró y no vio que “las cosas”, sino más bien que “ella” era “muy buena”.
Nada en este mundo (ni fuera de este mundo) significa más para mí que saber que puedo tener 58 aniversarios más con ella, luego 5800 más y luego, 58 000 después de eso. No podría imaginar la vida en esta vida ni en la eternidad sin ella.
Durante más de medio siglo, ella ha sido “la madre de todos los que viven” en mi mundo, mi razón para seguir viviendo, para seguir intentándolo, para seguir creciendo. Ha dado vida y crecimiento a todos los que ha conocido y servido en la Iglesia y la comunidad, por no hablar de cómo ha enseñado y moldeado a nuestros hijos, Matthew, Mary Alice y David. Ellos también son “muy buenos”, y ella es la autora de su fe.
Decir que el 7 de junio hay una celebración en nuestra casa es quedarse corto. Si prometen no malinterpretarme, diré que es más como un servicio de adoración y una acción de gracias especial combinada. Estoy eternamente agradecido por la “ayudante” que Dios sabía que era “correcta” para mí.
‘Siempre será mi amor verdadero’
Al continuar revisando otras publicaciones encontré el siguiente fragmento que enterneció mi corazón:
“Lo que he aprendido del amor romántico y la belleza del matrimonio lo he aprendido de la hermana Holland. Me siento honrado de ser su esposo. Ella siempre será mi amor verdadero” .
Luego de leer este mensaje, me di cuenta de lo maravilloso que es saber que el amor y la familia pueden ser eternos y que tal vez, este sea el consuelo que en estos momentos esté recibiendo nuestro querido élder Holland: Saber que las familias pueden ser eternas.