El 23 de marzo, el élder Evan A. Schmutz, Setenta Autoridad General, compartió un interesante discurso sobre cómo recibir las bendiciones prometidas de Dios en un devocional en BYU-Idaho.
“No hay verdad más conocida o aceptada que esta: Dios ama a Sus hijos.
Debido a este amor, Dios hace que el don de la vida eterna esté disponible para Sus hijos a través de Jesucristo.
Sin embargo, debemos recordar que recibir los frutos del amor de Dios en nuestras vidas y la riqueza de las recompensas prometidas están condicionados a cómo respondemos a Su amor perfecto”.
Reconocer y disfrutar plenamente de las bendiciones de Dios
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El élder Schmutz compartió un ejemplo original acerca de cómo reconocer las maravillosas bendiciones de nuestro Padre Celestial.
Recordó un comercial que vio hace algunos años en el que una hija visita a su padre anciano y le da un regalo que él no utiliza como debería porque no conoce su función.
“La hija saludó a su padre con un beso y, luego, se volteó para ayudar a lavar algunos platos en el fregadero. Por lo tanto, le dio la espalda a su padre.
Ella comenzó a hablar e hizo una pregunta: ‘Papá, ¿qué te parece el nuevo iPad que te compré por tu cumpleaños?’ No escuchó respuesta, por lo que volvió a preguntar, con una voz un poco más fuerte: ‘Papá, ¿te gusta el nuevo iPad que te di?’ Una vez más, no hubo respuesta.
La hija se dio la vuelta y vio a su padre cortando verduras usando el nuevo iPad como tabla de cortar. Posteriormente, volteó las verduras picadas del iPad en agua hirviendo.
Su padre no conocía ni comprendía el valor del iPad o lo que podía hacer si lo usaba para los fines previstos. Además, no podía disfrutar del uso completo del regalo.
La capacidad para aprovechar al máximo los dones y las promesas que Dios ha ofrecido a Sus hijos sigue principios similares.
Dios ha reservado bendiciones indescriptiblemente ricas y eternas para aquellos que guarden fielmente Sus mandamientos y obedezcan Su ley”, dijo el élder Schmutz.
Los tres reinos de gloria
Cuando era joven y pedía permiso para asistir a una actividad o ir a algún lugar con sus amigos, la madre del élder Schmutz “siempre” le preguntaba con quién iba y quién más estaría allí.
“Ella estaba mucho más interesada en la compañía que mantenía que en las actividades que planeábamos. Sabía que, si estaba rodeado de hombres y mujeres jóvenes que tuvieran las metas y los estándares correctos, estaría a salvo de cualquier daño espiritual”, dijo.
Este principio ayuda a comprender los tres reinos de gloria, la naturaleza de las personas que los habitan y los requisitos necesarios para ser admitidos en ellos.
“Al estudiar las características y atributos de los ciudadanos de cada reino, así como una descripción de las vidas que llevaron en la tierra, puedo aprender lo que necesito hacer y en lo que necesito convertirme para ‘encajar’ y pertenecer a la sociedad de personas que habitan la gloria del reino celestial”, dijo.
Esa descripción se puede encontrar en Doctrina y Convenios 76: 51-70.
Calificar para el don de la vida eterna
El presidente Russell M. Nelson enseñó un principio con respecto a calificar para el don de la vida eterna:
“Uno debe negarse a sí mismo de la impiedad, y honrar las ordenanzas y los convenios del templo.
El ramo resplandeciente del amor de Dios, incluida la vida eterna, abarca bendiciones para las que debemos calificar, no derechos que se esperen indignamente.
Los pecadores no pueden doblegar Su voluntad a la de ellos y pedirle que los bendiga en el pecado”.
No es difícil ver las palabras de Pablo ejemplificadas en la sociedad moderna, “cuando tantos han ignorado a Dios y han elegido convertirse en una ley en sí mismos”, dijo el élder Schmutz.
Sin embargo, no es necesario rechazar por completo a Dios, a Cristo y a la religión para que una persona se convierta en una ley para sí misma.
El peligro de mezclar la filosofía de los hombres con la doctrina de Dios
El élder Schmutz advirtió sobre tomar la ruta más común hacia este terreno peligroso, que “se encuentra en nuestra disposición a escuchar las voces del mundo y comenzar a mezclar las filosofías de los hombres con la doctrina de Dios”.
“Esto casi siempre se hace en pequeños pasos, avanzando gradualmente hasta que la pura doctrina de Cristo ya no reside en nosotros porque se ha diluido por las filosofías de los hombres”, dijo.
Para evitar caer en esta trampa, es necesario “asirnos a la vara con una determinación fija en nuestro destino en el Árbol de la Vida, aferrándonos y avanzando a través de nuestro estudio diario y deleite en las palabras de Cristo”.
Asimismo, es de gran importancia evaluar cuidadosamente “lo que vemos y leemos contra la norma inmutable de la ley de Dios. Podemos caer presos de los peligros de los que habló Samuel el Lamanita, ‘si un hombre llegare entre vosotros y dijere: Haced esto, y no hay mal; haced aquello, y no padeceréis; … id en pos del orgullo de vuestros ojos, y haced cuanto vuestro corazón desee; … lo recibiréis como profeta’”, dijo el élder Schmutz.
El élder Schmutz culminó su discurso con una invitación:
“Permite que las palabras de Dios guíen tu camino en la vida; si prestas atención a Su consejo, verás las rocas y los bajíos debajo de los bajíos que han naufragado a muchos de los hijos de Dios”.
Fuente: Church News