Una pandemia mundial. Una crisis económica. Agitación en general. El temor a ser “excluido” por ser sinceros.
Gran parte del mundo moderno se encuentra en medio de una o más de estas crisis y podemos preguntarnos cómo puede alguien vivir bien en medio de tantas diferencias sin perder la esperanza.
El élder Ulisses Soares, apóstol de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, dijo a los que se reunieron gracias a la tecnología el primer día de la Cumbre de Libertad Religiosa de Dallas-Fort Worth que valorar la dignidad de cada alma es primordial.
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“El concepto de dignidad humana puede variar de una cultura a otra, pero actúa como una constante en medio de un mundo cambiante y volátil”, dijo el élder Soares, desde un estudio de grabación en la Manzana del Templo en Salt Lake City.
“Los derechos humanos regulan los desequilibrios de privilegios, riquezas y oportunidades. Esos derechos deben aplicarse universalmente, de lo contrario, la justicia se vería reducida a quienes están en el poder en este momento. Todas las personas son importantes, en todo momento y en todo lugar”.
El apóstol tomó a Brasil como un ejemplo de manejo exitoso de las dificultades que vienen a causa de las diferencias.
“Al pasar por un cambio dinámico a lo largo de los años, del catolicismo a pentecostales, protestantes y otras iglesias, la población pudo evitar un amplio conflicto entre los diferentes segmentos”, dijo el apóstol.
Las investigaciones demuestran que no se han reportado de incidentes de hostilidad relacionados con el flujo religioso de este país.
“Aunque [Brasil] está lejos de ser perfecto, la tensión se ha manejado por medio del diálogo entre las diversas comunidades religiosas”, dijo el élder Soares.
En lugar de ceder al espíritu de división y contención, el apóstol propuso una solución simple: el respeto mutuo.
El élder Soares también expresó:
“No debemos sentirnos amenazados por la diferencia de opiniones. A cambio, podemos respetar las creencias de nuestro prójimo y, al hacerlo, se podrán fortalecer nuestras propias creencias. Algo tan simple como el hablar y las palabras pueden tener un efecto decisivo en la salud de la civilización.
Tenemos que aprender a no ofender a las personas y a no ofendernos. Es significativo que los países con más libertad religiosa tengan más paz. Y los países con menos libertad religiosa tienen menos paz”.
Las palabras, dijo el élder Soares, no serán suficientes. Deben obrar juntos con altruismo mutuo y servicio desinteresado. La religión proporciona las “redes y vínculos sociales que hacen esto posible”.
Él recordó en el 2017, cuando los Santos de los Últimos Días en Bellevue, Washington, ofrecieron su capilla a amigos musulmanes de la localidad cuya mezquita fue destruida por el fuego.
Un Santo de los Últimos Días de la zona expresó el acto de bondad como “hermanos ayudando a otros hermanos”, tal como Jesús les pidió que hicieran.
“Nunca nos sentimos más amados o conectados con el mundo como cuando ayudamos a quienes atraviesan problemas o recibimos ayuda en un momento de gran necesidad”, dijo el élder Soares.
“Muchas acciones pequeñas como [lo que hicieron los miembros de nuestra Iglesia en Washington] se suman para generar confianza social, fortalecer la amistad entre la sociedad y garantizar la defensa de la libertad religiosa de los demás”.
Fuente: Newsroom