Duda primero de tus dudas antes que dudar de tu fe. No debemos permitir que la duda nos prive del amor y la paz que vienen mediante la fe en Jesucristo
Los Santos de los Últimos Días reconocen que, la falta de conocimiento es una característica central y definitoria de la vida en la tierra en lugar de ser un error garrafal en el plan de Dios,.
Sí, es un poco contradictorio que para llegar a ser como Dios debamos dejar Su presencia para venir a la tierra y convertirnos en bebés sin conocimiento alguno, cien por ciento dependientes de otras personas con limitaciones en lo que respecta al conocimiento.
Es interesante que, para saber lo que Dios sabe, debamos experimentar la vida mortal a través de la lente diminuta de nuestros propios cuerpos subjetivos y el contexto de vida limitado, sin una visión clara de nuestro pasado eterno.
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No obstante, la verdad es que, para progresar espiritualmente, era necesario que olvidáramos todo lo que sabíamos en la vida preterrenal y sumergirnos intencionalmente a la realidad abrumadora del no saber, la incertidumbre.
En lugar de ver esta falta de certeza como una señal de fracaso, nuestra comunidad de fe reconoce esto como un paso crucial dentro del cual nuestro albedrío es preservado.
En este mundo, “contamos con los suficientes materiales para desarrollar una vida de convicción creíble o negación desdeñosa”, señalan Terryl y Fiona Givens. Lo que “inclina la balanza”, sugieren ellos, es el hecho de que cada individuo es “verdaderamente libre de elegir entre la creencia o el escepticismo, la fe o la fidelidad” (“The God Who Weeps: How Mormonism Makes Sense of Life”).
De manera contraria, imagínate cómo serían las cosas si es que Dios hubiera impuesto Su voluntad en todo el género humano, ya sea que lo quieran o no. Eso lo cambiaría todo y no para bien.
Sorprendentemente, es en la falta de claridad, de todo el conocimiento, la confusión y el lento aprendizaje, pasando por los diferentes estados del no saber, que se preserva el albedrío que nos permite dirigir nuestras vidas.
Haciendo un espacio para el no saber
Si el plan del evangelio no se ve afectado por los diferentes estados del no saber, tal vez nosotros tampoco necesitemos preocuparnos por ello.
En lugar de tener que “luchar en contra” de aquellas experiencias, podemos dejar que puedan convertirse en medios que nos impulsen a investigar y aprender de nuestro Dios, a desarrollar fe en Él.
La mayor parte de nuestro sufrimiento podría aliviarse si creáramos un espacio más compasivo para realizar preguntas sinceras, dentro de nuestras comunidades (la familia, el barrio y estaca) y de forma personal.
De manera individual y colectiva podemos “no temer” cuando nos enfrentemos a preguntas que por ahora no tienen respuestas. Podemos tomar un respiro, relajarnos y sentir curiosidad sin el peso de la duda.
Puede que no sea fácil aceptar esto cuando queremos saberlo todo. ¿Estamos realmente dispuestos a esperar el tiempo que sea necesario, si eso es lo que requiere, para obtener las respuestas que buscamos?
Un antiguo filósofo chino, Lao Tse, escribió:
“¿Tienes la paciencia de esperar hasta que el barro se asiente y el agua se aclare? ¿Puedes permanecer inmóvil hasta que la acción correcta surja por sí sola?”
Por más desafiante que parezca no recibir respuesta alguna de Dios en oración, Adam Miller sugiere que aquellas experiencias son momentos cruciales:
“Cuando esto suceda, tendrás que tomar una decisión. Tendrás que decidir si te levantas y sales de la habitación o si permaneces en ella en silencio… [Si optas por el silencio] podrás descubrir que aquel silencio de Dios no es un reproche sino una invitación.
Los cielos no están cerrados, están en silencio. Dios, en lugar de rechazarte, te invita a compartir este silencio con Él. Así es como luce una parte de la expiación: un momento de silencio compartido con Dios”. -“Letters to a Young Mormon”.
Un joven, tratando de encontrarle sentido a su identidad sexualidad mientras se enfrentaba a sentimientos de atracción hacia otros hombres, se preguntó porqué Dios le permitiría experimentar algo que “se siente natural” pero que parece ir en contra de lo que se enseña en la Iglesia sobre la familia.
A pesar de lo desafiante que fue seguir confiando en las enseñanzas de los líderes de la Iglesia, cuando los ideales culturales y el pensamiento del mundo con frecuencia critican esas enseñanzas, aquel joven encontró consuelo en las palabras del élder D. Todd Christofferson.
“El declarar las verdades fundamentales relacionadas con el matrimonio y la familia no es pasar por alto ni disminuir los sacrificios y éxitos de aquellos para quienes ese ideal no es una realidad actual… todos tienen dones; todos tienen talentos; todos pueden contribuir al desarrollo del plan divino en cada generación”.
El élder Christofferson también agregó:
“Gran parte de lo que es bueno, gran parte de lo que es esencial, incluso a veces todo lo que por ahora es necesario, se puede lograr en circunstancias que no son ideales.”
Este joven decidió confiar en que Dios lo ayudaría a comprender con el tiempo el “por qué” de su experiencia, teniendo fe en que todas las experiencias de la vida mortal tienen un propósito y el poder de acercarnos a Dios.
Un paso más cerca de Dios
Incluso si tus dudas o preguntas no han sido contestadas del todo , los desafíos de fe se pueden afrontar en un espacio de conciencia y paciencia. Por supuesto, se necesita madurez y fuerza para mantener la fe y, en algunos casos, mantenerla durante mucho tiempo sin recibir mayor conocimiento.
Nuestras dudas o preguntas no deberían ser un oscuro secreto o algo inconfesable, aquello es parte de nuestra vida en la tierra y es una experiencia que no solo le sucede a algunos, sino a todos los hijos de Dios.
Vivimos en un espacio creado donde el no saber puede coexistir de forma natural con la convicción y la pasión.
Algo que puede ayudarnos a no dejarnos vencer por la incertidumbre, las dudas y preguntas, es recordar las experiencias espirituales que hemos tenido en el pasado. A pesar de no tener todas las respuestas o explicaciones, hemos llegado, hasta cierto punto, a recibir luz, una que provine únicamente del espíritu.
Aferrarnos a nuestra fe y a las impresiones del espíritu, darle a Dios el beneficio de la duda, nos ayuda disipar esas dudas. El élder Hugo Montoya, de los Setenta dijo de esto:
“Si el Evangelio era verdadero cuando enviaron su solicitud para servir una misión (¡y lo era!), si era verdadero cuando fueron al templo (¡y lo era!), si era verdadero cuando se convirtieron y fueron bautizados (¡y lo era!), si era verdadero cuando fueron sellados (¡y lo era!)… ¡entonces es igualmente verdadero hoy en día!”.
Para permanecer ‘firmes e inamovibles’ durante una prueba de fe, debemos enfocamos cosas específicas que edificaron el núcleo de nuestra fe: Ejercer fe en Cristo, orar, meditar en las Escrituras, arrepentirnos, guardar los mandamientos y prestar servicio a los demás.
Podemos escoger seguir al Señor a pesar de no saberlo todo, podemos escoger el camino estrecho y angosto y saber que un día todo lo que un día nos preocupó será aclarado. No dejemos que la duda nos aleje de lo que sí sabemos.
El élder Uchtdorf dijo:
“Duden primero de sus dudas antes que dudar de su fe. Nunca debemos permitir que la duda nos mantenga prisioneros y nos prive del amor, la paz y los dones divinos que vienen mediante la fe en el Señor Jesucristo”.
Escoger creer siempre será nuestra elección, es una evidencia del amor y respeto eterno de Dios por nuestro albedrío.
“Puedo vivir con algunas imperfecciones humanas, incluso entre los profetas de Dios; eso es de esperar de los mortales. Puedo vivir con algunos supuestos descubrimientos científicos que son contrarios al Libro de Mormón; el tiempo los corregirá; y puedo vivir con algunas supuestas anomalías históricas; son pequeñas en el panorama total de la verdad.
Sin embargo, no puedo vivir sin las verdades doctrinales y ordenanzas que restauró José Smith, no puedo vivir sin el sacerdocio de Dios para bendecir a mi familia, no puedo vivir sin saber que mi esposa y mis hijos están sellados a mí por la eternidad.
Ésa es la opción que tenemos: unas cuantas preguntas sin respuesta por un lado, frente a infinidad de certezas doctrinales y el poder de Dios por el otro”. -Tad R. Callister, “¿Cuál es el plano de la Iglesia de Cristo?”
Fuente: Ldsliving