Emociones o lógica: ¿A cuál afecta el Espíritu Santo?

espíritu santo presidente Packer

Cuando pensamos en la memoria, a menudo se nos viene a la mente la capacidad de recordar información específica. Andar en bicicleta o retener el material estudiado para un examen, ambos son ejemplos de la memoria a largo plazo. Cada vez que aprendemos información nueva, nuestra memoria la almacena en algún lugar. Mientras más aprendamos repetitivamente ese concepto nuevo, seremos más capaces de recordarlo.

Los estudios demuestran que los humanos necesitamos que se nos repitan las cosas más de una vez, frecuentemente, para recordarlo. Por eso, las tarjetas son muy útiles al momento de estudiar para un examen. Además, debido a ese mismo motivo, desarrollar cualquier talento nuevo toma tiempo y práctica dedicada.

Memoria emotiva

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Además de aprender y almacenar información nueva, igualmente el cerebro tiene la capacidad innata de almacenar emociones. Recordamos esa sensación de libertad cuando nos subimos a una montaña rusa por primera vez o las mariposas en nuestro estómago cuando nos enamoramos.

A veces, se necesitan de fuerzas externas para traer a nuestra mente esas emociones nuevamente. Quizá el aroma de un perfume específico nos recordará el séptimo grado. O, tal vez, una canción favorita de nuestra infancia nos remontará a nuestro primer juego de béisbol, o algo en lo que no hayamos pensado en años.

Las personas tienden a considerar la memoria emotiva como menos tangible que la memoria informativa. Tal vez es porque, como humanos, estamos evolucionando continuamente. Aunque todos sentimos esa emoción estimulante a los dieciocho años cuando conducimos un auto por primera vez, ya no sentimos eso. No existe ninguna manera de probar que lo sentimos, más allá de nuestros propios recuerdos, que solo nosotros podemos sentir. Es un concepto extraño, ¿verdad?

¿Lenguaje o emociones?

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A lo largo de los años, los filósofos se han turnado para estudiar la mente humana. La investigación de Jaques Derrida especuló que el lenguaje ayuda a describir aquellas cosas que sentimos originalmente sin ningún tipo de conocimiento de cómo identificarlas primero.

Dicho eso, qué vino primero: ¿las emociones o el lenguaje? Y, si las emociones vinieran primero. Entonces, ¿no las recordaríamos mejor que los conceptos de conocimiento?

Motivación

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Quizá, esa teoría puede relacionarse con la motivación. Piénsalo: la razón por la que memorizas todas las respuestas para un examen es para que te vaya muy bien en ese examen. Estuviste motivado emocionalmente para tener éxito en esa clase, ir a la universidad y alcanzar tu sueño.

¿Qué pasó la primera vez que aprendimos a andar en bicicleta? A la mayoría de nosotros nos lo enseñó un familiar o un amigo. Sentimos entusiasmo y determinación para aprender y muchos de nosotros también quisimos complacer a nuestros maestros. Esa tenacidad fue lo que nos motivó a montar la bicicleta otra vez después de que nos caímos y raspamos nuestras rodillas. Tal vez, ahora, esté almacenado como un recuerdo implícito. Sin embargo, al momento de aprender, nuestros pensamientos fueron manipulados por la emoción.

Sin emociones, nosotros, como humanos, seríamos robots o computadoras, que simplemente generan información. Por supuesto, existen quienes argumentan que eso es exactamente lo que somos y que las emociones son solo parte de la programación. Después de todo, como antes se mencionó, evolucionamos constantemente y no existe forma de demostrar las emociones específicas. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que existe algo que afecta nuestras emociones que nunca cambia?

El Espíritu Santo nunca cambia

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El Espíritu Santo es uno de los miembros de la Trinidad. Como miembros de la iglesia, se nos bendijo con el don del Espíritu Santo para que esté con nosotros en todo tiempo y lugar, siempre que guardemos nuestros convenios bautismales. Si eso es verdad y si el Espíritu Santo, de hecho, es un miembro de la Trinidad, que no cambia. Entonces, ¿también no sería verdad que el Espíritu Santo nunca cambia?

Aunque posiblemente no queramos admitirlo, somos una sociedad impulsada en gran medida por las emociones. Incluso, el deseo de la lógica analítica pura podría considerarse una emoción.

Así que tiene sentido que no solo se conozca al Espíritu Santo como el consolador sino también como el mejor maestro. El Espíritu Santo puede extender una mano amiga en tiempos de necesidad o un susurro suave de consuelo cuando nos preguntamos si estamos tomando la decisión correcta. El Espíritu Sano también nos enseña las verdades por medio de las palabras de las escrituras o los mensajes de las conferencias.

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Debido a que el Espíritu Santo no se puede ver o “escuchar,” muchas personas lo consideran como una emoción básicamente humana. ¿Cómo podemos reconocer que no son solo nuestros propios pensamientos o sentimientos? Esta pregunta puede ser respondida en Moroni 7: 12, “todo lo que es bueno viene de Dios.”

Fundamentándonos en nuestra conversación hasta aquí, podríamos interpretar eso como un SÍ, el Espíritu Santo es parte de nuestras emociones, pero solo porque nos ha ayudado a discernir entre aquello que nos hace felices en primer lugar.

También podríamos entender que eso significa que finalmente el Espíritu Santo nos enseñó todo lo que sabemos. Todo ser humano es bendecido con la luz de Cristo para ayudarlo a discernir el bien del mal. Todo gran científico, filósofo, explorador, etc. fue influenciado por el Espíritu Santo, que enseña verdades. Y, eso no solo se refiere a las verdades que leemos en las escrituras.

Conocimiento utilizado en momentos de necesidad

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En la Conferencia General de octubre de 1993, el Élder Richard G. Scott enseñó, “el conocimiento que se archive cuidadosamente estará siempre disponible en momentos de necesidad.” Por ejemplo, después de recibir una bendición del sacerdocio, anota las palabras que se dijeron. O, si sientes una promesa espiritual durante una reunión de la iglesia, escribe lo que el Espíritu Santo te comunicó. Si registras esas impresiones, descubrirás que solo podrían ser las respuestas a tus oraciones más adelante.

Algo más sobre el conocimiento archivado cuidadosamente es que si lo revisas más adelante, también recordarás las emociones que sentiste en ese momento. Muchos de nosotros podríamos dudar del Espíritu Santo en diferentes momentos de nuestras vidas. Alguien podría decir algo que nos haga cuestionar todo.

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Sin embargo, el Señor le recordó a Oliver Cowdery:

He aquí, te he manifestado por mi Espíritu en varias ocasiones, que las cosas que has escrito son verdaderas; por tanto, sabes que son verdaderas.

Y si sabes que son verdaderas, he aquí, te mando que confíes en las cosas que están escritas. (Doctrina y Convenios 18: 2-3)

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Entonces, a cuál afecta más el Espíritu Santo: ¿las emociones o la lógica? Puede ser que afecte a ambos simultáneamente de una manera en que solo el Espíritu Santo puede hacerlo. El Espíritu Santo tiene la capacidad de recordarnos impresiones espirituales pasadas por medio del conocimiento archivado cuidadosamente y nos puede enseñar cosas nuevas por medio de las emociones. Por eso, tiene sentido por qué Dios nos dice constantemente por medio de las escrituras, confía en “el poder del Espíritu Santo [y] podréis conocer la verdad de todas las cosas.” (Moroni 10: 5)

Artículo originalmente escrito por Camille Thomas y publicado en mormonhub.com con el título “Emotions or Logic: Which Does the Holy Ghost Influence More?

Comentarios
Hola quisiera saber que significa la escritura en dónde dice Dios no mora en templos echo por manos de hombres ya que nosotros podremos templos
Daniel Alberto Silva

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