Cómo una enfermedad que casi le quita la vida ayudó a una mujer a entender el dolor y la sanación

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Santa de los Últimos Días comparte su testimonio a través de su experiencia. “Nuestras circunstancias son diferentes… Pero siempre tendremos una fuente de sanación eterna”

Normalmente soy quien hace las bromas y encuentra humor en situaciones difíciles. Pero recientemente experimenté un desafío en el que reí muy poco y lloré mucho.

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Fui hospitalizada dos veces en un mes por una infección sistémica por estafilococos. El estafilococo se alojó en mis nalgas, lo que me impidió moverme mucho. ¡Eso sí que fue un dolor en las pompis!

Tuve un dolor constante y severo durante semanas, y ningún medicamento aliviaba mi agonía lo suficiente. Me dolía tanto que comencé a preguntarme si alguna vez me curaría.

Tuve muchos exámenes médicos, muchos doctores y mucho dolor que no pensé que podría aguantar un segundo más de todo eso. Mis oraciones fueron continuas: “¡Por favor, ayúdame!”

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Una noche, cuando sentía un dolor tremendo, me encontraba acostada en mi cama del hospital mientras lloraba. Estaba sudando como si estuviera corriendo una maratón, y me era difícil respirar. Cuando presioné el botón de llamada a la enfermera, nadie vino a mi habitación para ayudarme, y le pedí ayuda al Padre Celestial.

En eso entró James, mi esposo, quien inmediatamente consiguió a alguien que me administrara un analgésico. Mi oración había sido contestada.

Pero el problema no había terminado. Cuando el asistente de la enfermera entró para tomar mis signos vitales, supe que algo estaba mal. De repente, todo el equipo cardíaco estaba en mi habitación. 

Tenía colocadas en el pecho unos veinte millones de cables y monitores que mostraban la actividad de mi corazón. El carro de paro incluso estaba allí a lado de mi cama. Me sentí como si estuviera en un programa médico de televisión.

Cuando el doctor llegó, me informó que aunque mi frecuencia cardíaca estaba por lo general entre los 90, ahora estaba en 240 y no mostraba signos de desaceleración. Me iba a administrar un medicamento que reduciría la velocidad y que posiblemente detendría mi corazón para que pudieran reanimarlo y que bombeara a un nivel normal.

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Dos enfermeras sostuvieron una jeringa cada una, lista para poner en mi IV (vía Intravenosa). En verdad me pregunté si es que iba a morir. Si detenían mi corazón, ¿volvería a latir?

Antes de dar la orden de administrar el medicamento, el médico me pidió que intentara un ejercicio de contracción muscular, que a veces puede hacer que el corazón se vuelva más lento.

Pude seguir sus instrucciones, y mi corazón se redujo de inmediato a un ritmo normal. Hubo un audible suspiro de alivio en mi habitación por parte de todo el equipo médico, pero nadie estaba tan aliviada como yo.

Me mantuvieron conectada a los monitores y, en un momento, esa noche, una enfermera entró y se presentó diciéndome su nombre, luego me dijo: “Yo seré la que vigilará su corazón.”

testimonio de un hombre

Casi lloré al escuchar sus palabras. Ella era la que vigilaría la actividad de mi corazón, no obstante el Espíritu me hizo saber realmente quién estaría cuidando mi corazón esa noche. Y cada noche después de esa. El Padre Celestial estaba completamente al tanto de mi condición y estaba cuidando de mí.

Nuestras circunstancias son diferentes. Nuestros dolores, pruebas, preocupaciones, tristezas y otros desafíos personales pueden no ser los mismos. Pero hay una cosa de la que cada uno de nosotros puede estar seguro.

Tú y yo tenemos un Padre que nos ama y nos conoce personalmente. Él sabe cuánto nos duele. Él conoce nuestros anhelos y escucha nuestras oraciones llenas de angustia. Es posible que no siempre nos libre del dolor y la pesar, pero Él siempre nos ayudará a superarlos.

Cuando sientas que tu corazón se está rompiendo, te invito a que te acerques a Él una y otra vez para sentir la paz y el amor que necesitas. No hay otra fuente para la sanación eterna.

Este artículo fue escrito originalmente por Kris Belcher y es un extracto del libro “In His Hands” y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “How a Life-Threatening Emergency Helped One Woman Understand Heartbreak and Healing

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