“Ustedes tienen su albedrío para elegir la contención o la reconciliación. Los insto a elegir ser pacificadores, ahora y siempre”. – Russell M. Nelson, “Se necesitan pacificadores”
En la última conferencia general, el presidente Russell M. Nelson nos invitó a ser pacificadores y elegir la reconciliación sobre la contención.
Sin embargo, hay situaciones que nos llevan al límite y podemos caer en la trampa de Satanás e irritarnos.
Eso no nos debe suceder. Nosotros somos más inteligentes que eso.
Por ello, hoy compartiremos 7 principios de las escrituras para ayudarnos a calmar los ánimos cuando las cosas parezcan salirse de nuestras manos.
1. No enciendas la llama de la contención
En Proverbios 17: 14 leemos:
“El comienzo de la contención es como el soltar de las aguas; deja, pues, la rencilla antes que se complique”.
Cuando estés muy sulfurado, evita responder porque solo una palabra puede comenzar un gran incendio. Cuando estamos enojados y hablamos, solo decimos cosas que en verdad no sentimos. Esas palabras pueden dejar heridas eternas.
Ama antes de herir, respira y, cuando estés más calmado, explica lo que te incomodó.
2. Sé sabio y usa palabras medicinales
En Proverbios 12: 18 leemos:
“Hay quien habla como dando estocadas de espada, pero la lengua de los sabios es medicina”.
Algunas personas hacen comentarios hirientes, pero las palabras del sabio traen alivio.
Tú eres una persona sabia, con mucho amor para dar y Dios te ha dado una boca para emitir palabras que alivien los dolores de tus semejantes.
No caigas en la trampa del enemigo que solo desea usarte para herir a los hijos del Padre Celestial.
3. Perdona como Dios te perdonó
En Santiago 4: 32 leemos:
“Más bien, sed benignos los unos con los otros, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros, como también Dios os perdonó a vosotros en Cristo”.
La vida es demasiado corta como para vivir con rencor, puedes invertir mejor tu tiempo. Las cosas se pueden solucionar más rápido cuando reconocemos que también nos equivocamos y perdonamos como Dios nos perdonó.
4. Controla tu carácter y no seas necio
En Eclesiastés 7: 8, 9 leemos:
“Mejor es el fin del asunto que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.
No te apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo reposa en el seno de los necios”.
Vale más terminar que empezar un conflicto. Vale más la paciencia que el orgullo. Controla tu carácter porque el enojo es el distintivo de los necios.
5. No trates con aspereza
En Colosenses 3: 19 leemos:
“Maridos, amad a vuestras esposas, y no seáis ásperos con ellas”.
Cuando haya momentos difíciles con tu cónyuge, antes de decir algo que pueda lastimar, recuerda la razón por la que elegiste a esa persona para compartir la vida y la eternidad.
6. Usa la inteligencia emocional
En Proverbios 14: 29 leemos:
“El que tarda en airarse es grande de entendimiento, pero el impaciente de espíritu engrandece la necedad”.
No te dejes llevar por tus impulsos y menos si son de enojo o contención. Si ya estás llegando al límite, retírate de ese lugar. Luego, agradecerás no haber dicho o hecho lo primero que se te pasó por la mente.
7. No destruyas, edifica
En 1 Tesalonicenses 5: 11 leemos:
“Por lo cual, consolaos los unos a los otros, y edificaos los unos a los otros, así como lo hacéis”.
Dios nos ha dado el mandamiento de amarnos unos a otros y si elegimos lo contrario, no lo estamos cumpliendo. Entonces, elijamos edificar antes que destruir. Usemos nuestras palabras y actos para elevar a nuestros semejantes.
Siempre habrá momentos difíciles que pongan a prueba nuestro carácter, pero tú puedes salir triunfante de ellos. Antes de contender, recuerda que debes edificar, antes que destruir.
Espero que este artículo te haya ayudado. ¡Comparte en los comentarios qué te ayuda a controlarte para no contender!
Fuente: Instagram