Recientemente, a mi hijo menor, Koleson, se le asignaron algunas responsabilidades simples para que trabajara en el patio.
Koleson es un joven excelente con un profundo deseo de brillar por sí mismo y no vivir por siempre detrás de la sombra de sus tres hermanos. Entonces, cuando lo invité a ser amigo de la nueva podadora y compartir algunas responsabilidades con el siguiente mayor en la cadena de mando, estuvo más que dispuesto.
De hecho, estaba un poco emocionado.
Confieso que sus primeras sesiones fueron muy entretenidas de ver a distancia. Obviamente, estuve atento a su seguridad. Pero, me reí en una escena que podría haber sido extraída de una comedia de verano. Algunas veces, Koleson dirigía la podadora y, otras veces, la podadora lo dirigía.
Las líneas tradicionales y definidas que iban de un lado a otro y las capas delgadas del césped recién cortado fueron reemplazadas por patrones y pilas que no se parecían a un patio delantero tanto como a un proyecto de arte abstracto y moderno.
“¿Cómo se ve?” Koleson preguntó el primer día, con ojos muy abiertos y cabello sudoroso pegado a su frente.
“Fantástico”, dije con una gran sonrisa. “Incluso, un día podrías tener una exitosa empresa de paisajismo”.
Luego, le di algunos consejos y lo dejé regresar a su lienzo de césped. “Sigue cortando el césped”, dije.
A decir verdad, a uno o dos meses en la carrera de cuidado del césped, las líneas siguen siendo onduladas y, a veces, Koleson deja algunas partes del césped sin podar. Pero, cada vez le gusta más preocuparse por observar sus resultados cada pocos minutos a fin de admirar su progreso.
Cada vez que lo veo bailar con esa podadora, me sorprende su deseo de hacer lo mejor que puede con una sonrisa para estar satisfecho con los resultados. Ahora, es probable que el patio no gane ningún premio del vecindario este verano o aterrice nuestro hogar en un reality show, pero al menos sigue podando el césped. ¿No es eso lo que más importa?
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Últimamente, no puedo verlo cuidar nuestro pequeño lugar de tierra verde que Dios nos dio sin preguntarme si no todos estamos aprendiendo una lección mucho más importante que el paisajismo.
¿Qué sucede si el cielo nos ve con los mismos ojos?
¿Algunos de nosotros perdemos el amor por vivir durante la ardua búsqueda de la perfección?
¿Nos enfocamos demasiado en las líneas perfectamente rectas que la vida se vuelve agotadora y triste?
No es difícil imaginar a nuestro Padre amoroso y misericordioso en el cielo viendo desde la ventana y animándonos para continuar, sin importar cuán inconstantes sean nuestros esfuerzos.
Recuerda: hacer nuestro mejor esfuerzo significa hacer lo mejor hoy, no mañana.
Por supuesto, es bueno preocuparte y admirar tu trabajo. Pero, no te olvides de que debemos confiar en que nuestros mejores esfuerzos se verán aún mejor en el futuro.
Amigo, independientemente de lo que estés enfrentando hoy, da todo lo mejor de ti y no te preocupes por si las líneas no son las ideales. No te estreses si los patrones no son perfectos.
Prometo que alguien que te ama te está observando.
Alguien que te ama te está animando.
Sigue podando.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Jason F. Wright y fue publicado en ldsliving.com con el título “If Your Efforts Aren’t Perfect, Know Someone Who Loves You Is Cheering You On”.