El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha discursado en diferentes ocasiones sobre el principio de recibir revelación personal.
De todas las preguntas que él ha escuchado sobre el tema, hay una que siempre se repite: “¿Cómo puedo saber si son mis pensamientos o el Espíritu?”
En un nuevo episodio del podcast All In, el élder Bednar comparte ejemplos de Doctrina y Convenios y el Libro de Mormón para analizar cómo la revelación personal es un acto de fe y cómo es que el Señor guía a cada persona.
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Para empezar, el élder Bednar reconoce que como personas imperfectas podemos cometer errores, pero que aun así tenemos derecho a la compañía constante del Espíritu Santo. No se trata de perfección sino de nuestra intención.
Él expresó:
“Siempre que hagamos lo mejor que podamos y sigamos adelante en la senda de los convenios, y nos arrepintamos a medida que avanzamos, entonces, en verdad, seremos influenciados por el Espíritu Santo todo el tiempo”.
Al entender esto, nos esforzamos por buscar la guía del Espíritu y eso es bueno. Sin embargo, si empezamos a caer en la tangente de “¿esa impresión es mía o del Espíritu?”, nos interpondremos en nuestro propio camino, quedaremos estancados.
Para esto, el élder compartió un ejemplo que se encuentra en Doctrina y Convenios 80. El Señor le dice a Stephen Burnett, por medio de Jesé Smith, que vaya a predicar el evangelio “bien sea al norte o al sur, al este o al oeste” (DyC 80:3).
Al Señor no le importaba la ruta que él tomase, lo que le importaba es que Stephen actuase con fe. El Señor lo llevaría a donde se supone que debía estar, lo único que Steve Burnett tenía que hacer era caminar.
El Señor le había prometido que “no podría errar” (DyC 80:3). Él sería guiado, influenciado y dirigido hacia lo que el Señor quería que hiciese.
El élder Bednar también explicó que todas las respuestas o impresiones no vendrán con rapidez, algunas vendrán linea por linea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allá.
Solo si seguimos el sendero y creemos que podemos tener la compañía del Espíritu Santo en nuestra vida, entonces la promesa de que no podremos errar, que no seremos desvíados, también será nuestra.
“Esto no significa que todo saldrá como lo pensamos o como lo queremos, solo que nunca nos equivocaremos porque estaremos siendo constantemente guiados”.
Para lograr esto debemos buscar y seguir esas impresiones constantemente.
La práctica reduce el temor, nos brinda familiaridad hasta el punto que dejamos de caer en la preocupación de “¿soy yo o el Espíritu?”, simplemente aprendemos a reconocer las señales.
“Dejamos de preocuparnos por cómo funciona [la revelación personal] y solo actuamos, empezamos a reconocer la mano del Señor que nos lleva a los lugares donde debemos estar”.
El élder Bednar nos invita a tener una fe en acción. A veces no sabremos que somos guiados por el Espíritu asta después de lo sucedido, como pasó con Nefi cuando quizo recuperar las planchas que Labán tenía. Nosotros solo necesitaremos actuar con fe y avanzar.
A esto, el apóstol dio la siguiente reflexión:
“Pienso que nos enfocamos mucho en el “tengo que reconocer [la impresión] cuando venga”.
Disculpen, pero ¡estamos experimentándola ahora! No es que solo viene de vez en cuando.
La promesa del convenio que renovamos en la ordenanza de la Santa Cena es que siempre podemos tener Su Espíritu con nosotros, no solo periódicamente.
Si realmente creemos en la promesa del convenio, ¿por qué solo nos preparamos para reconocer y seguir una impresión del Espíritu en ciertas ocaciones?”
Las impresiones están siempre ahí para nosotros, solo debemos creer en ellas, debemos creer que el Señor nos guiará para bien.
Lo que necesitamos hacer en vez de enfocarnos si son nuestras ideas o las del Espíritu es esforzarnos por ser buenos discípulos de Cristo y el resto vendrá por añadidura.
Fuente: Ldsliving