¿El Espíritu Santo es simplemente el efecto placebo?

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En lugar de sentarme en el Quórum de Élderes y la escuela dominical esta mañana, me encuentro en casa con una hija enferma. En una hora más o menos, cambiaré de lugar con mi esposa e iré a la reunión sacramental con los otros niños.

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Estuve pensando sobre una discusión que tuve recientemente sobre el efecto placebo. Algunos de ustedes sabrán de qué se trata. Básicamente, es algo que los científicos observaron cuando estudiaban medicamentos y tratamientos o intentaban probarlos. Para saber si un medicamento funcionará, los investigadores frecuentemente les darán a un grupo de personas el medicamento real a ser probado y a otro grupo, una sustancia que no es un medicamento, conocido como “placebo.” Algo totalmente inerte que sabemos no tendrá ningún efecto (a veces, incluso se usará azúcar simple, de ahí el nombre “píldora de azúcar”). Luego, se mide la diferencia entre los dos grupos para observar cuán bien funciona el medicamento.

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Curiosamente, tomar algo que se supone que no funciona, a menudo tiene algunos beneficios. El placebo frecuentemente da a las personas un beneficio médico real a pesar de que “no debería.” Por alguna razón, el placebo funciona, a veces. Quizá sea mental, emocional o una combinación de cosas. Si el placebo da un beneficio el 10 % del tiempo y el medicamento nos da un beneficio el 80 % del tiempo, podemos tener una buena idea de si debemos o no usar ese medicamento. O, probablemente el placebo dará una reducción de 10 % en los síntomas todo el tiempo, pero el medicamento nos dará un 70 % de reducción todo el tiempo. Para algunas cosas, el efecto placebo puede ser tan efectivo como las mejores medicinas que tomamos. Es algo loco, ¿verdad?

Esto significa que cuando PENSAMOS que algo funcionará, frecuentemente, produce suficientes cambios en nuestro cuerpo y por lo tanto, eso realmente FUNCIONA en nuestras vidas. El poder de la mente – así como las hormonas y las señales que puede emitir – es increíble. Es un asunto tan delicado realmente creer en el medicamento que evitarlo y asegurarse de que la creencia o duda en cierta medicina no está causando el efecto, los investigadores usualmente no les dicen a los pacientes qué medicamentos toman para el estudio. Esta es una prueba a ciegas.

Y para asegurarse de que no haya pistas de qué medicamento realmente proviene de los doctores, los investigadores a menudo impiden que los doctores sepan cual es cual [el medicamento real y el placebo] hasta después de terminar el estudio. Esto se llama estudio “doble ciego” y es la manera más segura que tenemos en la ciencia para saber si algo funciona o no: cuando NADIE involucrado en el experimento sabe cuál es el medicamento verdadero o no hasta que se termina. Entonces, sabemos con certeza que no hubo pistas que pudieran haber ocasionado que el doctor o el paciente creyera que el medicamento funcionaría o no.

Así de poderoso es el efecto placebo. Cuando CREEMOS que funciona, muchas veces, realmente lo hace. No siempre, y casi nunca la mayor parte del tiempo, pero lo suficiente para que podamos medirlo constantemente y vigilarlo para no interferir con nuestros estudios.

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Como doctor que ama la ciencia y la investigación, tengo que considerar esto en mi propia vida. Por ejemplo, soy propenso a los dolores de cabeza por tensión. A lo largo de los años, he descubierto muchas de sus causas. Además, he aprendido muchas maneras de eliminarlos o detenerlos rápidamente utilizando métodos naturales cuando siento que empiezan. A veces, todavía se llevan lo mejor de mí y tengo que recurrir a algunas pastillas de ibuprofeno para aliviarlos. Una vez que tomo un poco de ibuprofeno, dependiendo de la comida en mi estómago y qué tipo de actividad realice, puedo esperar que los músculos en mi cabeza y cuello se relajen y el dolor de cabeza se vaya en casi una hora.

A veces, aunque – quizá una de diez veces – mi dolor de cabeza se irá inmediatamente. En segundos o minutos después de tomar la pastilla, me aliviaré bastante rápido por el efecto que proviene del medicamento real. En ocasiones muy raras, el dolor de cabeza comenzará a disminuir por decidir tomarlo, ¡antes de tomarlo! Mi cerebro y mi cuerpo SABEN qué viene y desencadenarán cosas dentro de mí para disminuir la tensión incluso ¡sin el ibuprofeno! Sí, el efecto placebo es poderoso.

Entonces, ¿cómo el efecto placebo afecta mi fe? He escuchado a suficientes entrenadores de vida, he asistido a suficientes charlas y conferencias motivacionales además de leer suficientes libros para saber que CREER en algo frecuentemente lo CONVIERTE en realidad. Ya se han escrito innumerables libros basados en esta idea. La creencia en nosotros mismos es fundamental para la dirección que toman nuestras vidas.

Independientemente de lo que decida creer, puedo encontrar la evidencia que me respalda en esa decisión. Esto puede ir en ambas direcciones, para bien o para mal.

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El asunto divertido sobre las decisiones que tomamos en la vida es que al principio solo se basan en nuestras emociones. Luego, usamos la “lógica” y el “razonamiento” para respaldar o racionalizar nuestras decisiones. Se ha estudiado suficientes veces que la mayoría de científicos aceptan esto sin reparos como un hecho. Sentimos alguna respuesta emocional a una experiencia que impulsa nuestro proceso de toma de decisiones. Luego, utilizamos nuestras habilidades e inteligencia para probar a los demás que tomamos la decisión correcta.

Sabiendo todo esto, ¿cómo sé cuándo realmente estoy tomando una buena decisión? ¿Cómo sé que creo en el evangelio por las razones correctas independientemente de cuáles sean? ¿Cuáles incluso SON las razones correctas para creer en algo? Esto será diferente para cada uno. Gran parte del tiempo, esto no importará. Si funciona para ti entonces funciona para ti y eso es perfecto.

Para algunos de ustedes, creer porque su familia cree será suficiente. Creer porque ves que eso te hace una mejor persona podría ser suficiente. Creer porque ves que esto ha ayudado las vidas de tu comunidad podría ser suficiente. Creer porque confías o confiaste en la persona que te lo enseñó podría ser suficiente. Esas son razones maravillosas para creer en el evangelio. Eso es fe. Hemos visto los frutos del evangelio y la esperanza de ver esas mismas verdades que también nos elevan. Como Alma describió al pueblo de Ammoníah, sabemos que la semilla es buena porque ha brotado.

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Esas han sido razones suficientemente buenas para mí en el pasado para incluso decir “SÉ.” Porque lo supe. Las personas en que confiaba me lo enseñaron. Por medio de las personas cuyas vidas mejoraron. Por la familia, los amigos y la comunidad. La iglesia es una escuela y un equipo de apoyo. Nos enseñan por medio de un currículum de expertos y compartimos los unos a los otros lo que ha funcionado para la vida de cada uno. Lo que SABEMOS sobre el evangelio, lo aprendimos de personas que amamos y confiamos.

Nadie se bautizó sabiendo cómo lidiar con un empleado difícil, vivir con problemas desalentadores de salud o tener un conocimiento perfecto de cómo lidiar con la ansiedad y los vecinos malhumorados. ¡Muchos ni siquiera saben cómo ser amables consigo mismos! El mandamiento “ámense los unos a los otros” no tiene muchos detalles respecto a cómo llevarlo a cabo. La iglesia es uno de los muchos lugares donde podemos aprender esas habilidades importantes y aplicarlas. Aprendemos de personas ricas, aprendemos de los niños tiernos y tímidos. Aprendemos de madres abrumadas. Aprendemos de doctores y aprendices por igual. Realmente, es un lugar donde los leones y los corderos se acuesten justos.

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Nos han dado una meta, un estándar, una bandera que estamos tratando de alcanzar. Se conoce como “el Salvador.” Y, a medida que aprendemos las estrategias para jugar este juego en este campo, aplicamos esas estrategias para ayudarnos a llegar a la zona final, la meta. Entonces, sin importar dónde nos encontremos en este campo, aunque nuestro equipo esté separado en su terreno desigual, tenemos el mismo punto final.

¿Cómo sé realmente que mi punto final es el correcto? ¿Cómo sé que estoy yendo en la dirección correcta, jugando por el equipo correcto y trabajando hacia la meta correcta? ¿Cómo sabemos que no solo nos hemos engañado a nosotros mismos o que nuestras familias tienen la razón? ¿Cómo nos enfrentamos a las acusaciones de “falsas esperanzas” y “fantasías de santurronería”? ¿Cómo sabemos que un milagro es real y no solo una memoria o recuerdo selectivo?

Continuamos aprendiendo. Aprendemos a diferenciar entre la verdad y el error. Avanzamos en sabiduría e inteligencia. Buscamos palabras de sabiduría solo con “los mejores libros.” Lo más importante es que trabajamos para obtener experiencia como personas con Dios mismo.

Leemos que Él ha permitido que otros lo vean o hablen con Él. Leemos sobre aquellos que han tenido experiencias inconfundibles con el cielo. Luego, trabajamos y oramos por ese tipo de experiencias de manera personal. O bien, trabajamos y oramos para recibir suficiente fe y evidencia para seguir creyendo hasta que tengamos la experiencia innegable que buscamos.

Después de todo, si tuviste una experiencia innegable, no te sorprendas si la intemperie y los golpes de la vida en la tierra y cuerpo mortal disminuyen esa experiencia para ti. Guarda el recuerdo lo mejor que puedas hasta que se renueve de alguna manera. Solo porque una montaña esté desgastada por el viento y la lluvia, no niega las fuerzas que la establecieron ahí en primer lugar ni la majestuosidad que tuvo una vez.

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¿Qué pasa con aquellos en todo el mundo que están absolutamente convencidos tanto como nosotros de que su fe y religión son correctas? Respondería, “si están en un camino bueno que eventualmente los llevará de regreso al Salvador, Dios no tendrá problemas para decirles eso, ¿verdad?” Entonces, por supuesto, continuarán haciendo cosas buenas y debemos animar eso. Si Dios nos dice que lo que estamos haciendo está bien. Entonces, debemos continuar haciéndolo. Si te sientes bien en tu otra iglesia, entonces es ¡genial! Continúa yendo y aprendiendo. Sigue mejorando porque tú y el resto de nosotros, todos necesitamos mejorar.

Si te apoyas en tu fe y Dios te dice que Él está contigo, ¡créelo! Luego, haz tu mejor esfuerzo para vivir a la altura de tu fe. Él te ayudará a regresar a casa, sin importar dónde comenzaste. Dios no consentirá las cosas malas que nos hacemos los unos a los otros, pero nos animará en las cosas buenas que hacemos.

Si te preguntas, “¿todos estos asuntos religiosos solo son un placebo? ¿Qué pasa si el Espíritu Santo y el Espíritu son simplemente placebos? ¿Qué sucede si solo mi cerebro hace lo que el cerebro ha hecho a lo largo de la historia? Mi cabeza y mi corazón, haciéndome sentir consolado, ¿podría estar todo en mi cabeza?”

Nuestro razonamiento, lógica, memoria y valores morales superiores se encuentran en la capa externa de nuestro cerebro, el neocórtex. Toda nuestra biología, pasiones, emociones, motivaciones e instintos residen en nuestro cerebro interno primitivo, el sistema límbico. Estas dos capas explican la mayoría de lo que hemos hablado cuando llegan a nuestra cabeza y corazón (ya que nuestro sistema límbico controla nuestro corazón e interpreta sus sentimientos). Gran parte de nuestro proceso de toma de decisiones sucede en nuestro sistema límbico, más rápido de lo que nos podemos percatar. Solo los humanos tienen la capacidad de ignorar su “biología” y “hombre natural” con nuestro asombroso neocórtex.

Muchas de las cosas que describimos como sentimientos del Espíritu y el Espíritu Santo se pueden explicar muy bien por medio de los neurocientíficos. Y para eso, digo, “¡eso es tan sombroso!” lo que nuestros líderes religiosos y profetas nos han enseñado desde antes de que la historia registrada coincidiera con la ciencia más reciente sobre el cerebro. ¿No es increíble? El hecho de que la ciencia pueda explicar algo no la convierte irreligiosa o no especial. ¡Debería hacerlo aún más especial!

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Solo porque un medicamento, hasta cierto punto, funcione mediante el efecto placebo (así como la forma en que mis dolores de cabeza desaparecerán antes de que el ibuprofeno haya tenido tiempo de trabajar) no significa que el medicamento no sea real y efectivo por sí solo. De hecho, el efecto placebo y médico trabajando juntos son una increíble combinación.

Incluso los doctores más especializados coincidirían en que ningún medicamento sanaría a alguien que no deseara curarse. Nuestras creencias son tan importantes como el medicamento real. Muchas veces, las creencias SON el medicamento, pero el medicamento todavía es fundamental. Por lo general, no puedo curar un hueso roto solo por creer que puedo, ni puedo destapar una arteria obstruida, tampoco eliminar una infección grave solo por creer. El medicamento y la cirugía reales son herramientas muy útiles.

Entonces, ¿el Espíritu Santo es verdadero y la fe es una sustancia real? O ¿simplemente estamos recibiendo beneficios porque pensamos que son reales?

La respuesta es: Ambos

“¿No podría obtener los mismos o mejores beneficios al probar otras cosas?” Quizá podrías, puede ser tu lugar en la vida para probar y ver. Tal vez sea tu lugar en la vida para aprender algunas cosas de la manera difícil. Espero que vuelvas y me informes cómo te fue. Te voy a adelantar algo: Así es como todos aprendemos.

Todos tenemos que aprender por medio de nuestros errores, al intentar hacer las cosas a nuestra manera o abandonando conscientemente lo que sabíamos que era correcto, para darnos cuenta por nosotros mismos. Todos hacemos esto de maneras distintas y en diferentes grados. Si alguna vez te sientes incómodo yendo a la iglesia porque sentiste que no sientes que encajas, estoy aquí para decirte que la mayoría de las personas no sienten que encajan. Están en la iglesia porque están intentando encajar.

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Si sientes que lo que acabo de decir no se aplica a ti, entonces quizá la incapacidad de ver tus propios errores y el daño que causan, sea TU desafío. O, uno de ellos.

Si la fe en Dios solo fuera un medicamento placebo, sería el medicamento original por el que se produjeron todos los otros medicamentos para imitar. Sería una tontería abandonar la fe de tus padres sin abandonar todo lo que la fe también les enseñó y sus padres, y lo que los padres de sus padres les enseñaron sobre la decencia, el civismo, la amabilidad y el amor; y lo más importante sobre la esperanza para el futuro. Si alguna vez tienes la oportunidad de vivir en una cultura irreligiosa o más tribal, aprenderás rápidamente la diferencia que la religión basada en reglas de oro ha marcado en nuestra cultura y sociedad. La brecha entre los dos tipos de cultura es enorme.

Sin embargo, a pesar de que gran parte de la bondad que obtengo de la religión y la fe puede explicarse por el efecto placebo, Dios no es un placebo.

He conocido a Dios mejor que a mi esposa, mis padres o mis hijos. Lo escuché hablar dentro de mi “corazón” y “mente” además de mostrarme cosas que nadie más podría mostrarme. He probado la realidad fuera de la realidad. Algunas veces incluso. Todo mientras estaba completamente sobrio y lúcido. Esta vida es un sueño nebuloso. La siguiente vida será más nítida en comparación con esta vida, de la misma manera en que una ventana limpia se compara con el agua turbia del estanque.

El evangelio es verdadero, el Libro de Mormón es correcto y verdadero. Dios mismo me lo ha dicho. El Salvador y Su Expiación son reales. Puedes ser perdonado por tus errores. Dios también me lo dijo.

Te invito a seguirlo e intentar aprender estas cosas por ti mismo. No temas usar algo que funcione para ti y haya funcionado para ti. Solo busca maneras de seguir aprendiendo progresando y añadiendo a esto.

 Artículo originalmente escrito por Christian Lassen y publicado en mormonhub.com con el título “Is the Holy Ghost Just the Placebo Effect?

Comentarios
Muy interesante el razonamiento que plantea esa poderosa duda. ¿Es placebo aquel bienestar que siente un creyente al orar y pensar que se comunica con un ser divino? Va bien el razonamiento... hasta que cae en el error de pensar que solo la gente religiosa es buena. Para ser bueno hace falta empatía y educación, no religión.
Rodrigo Vidal

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