La pandemia de COVID-19 llegó cuando mi esposo y yo estábamos en nuestro último año de nuestro servicio misional en República Dominicana.
Con las nuevas restricciones de salud, 90 misioneros dominicanos que habían estado sirviendo en 40 misiones diferentes alrededor del mundo fueron reasignados a nuestra misión.
Tenía curiosidad acerca de lo que habían hecho las esposas de cada uno de sus presidentes de misión para contribuir al éxito de sus misiones, así que entrevisté a estos nuevos misioneros.
Con cada entrevista, me sorprendió la creatividad de las mujeres que ayudaron a liderar sus misiones y las diversas formas en que sirvieron.
Satisfacer las necesidades físicas
No fue una sorpresa escuchar que la mayoría de las esposas de los presidentes de misión habían estado muy involucradas en el cuidado de la salud de sus misioneros.
Cada una de ellas ayudó a los misioneros a aprender estrategias para minimizar el estrés, ejercitarse e identificar lugares seguros para comer.
Muchas hermanas se pusieron a disposición para llevar a los misioneros a sus citas médicas o al hospital cuando fuera necesario.
Mis entrevistas también revelaron que las esposas de los presidentes siempre estaban preparando alimentos para los misioneros, ya sea para conferencias de zona o entrevistas.
En nuestra misión, realizábamos lo que llamábamos la “última cena”, que era la última comida que le dábamos a los misioneros antes de que regresaran a casa. Esto significaba organizar esta cena para aproximadamente 20 misioneros cada seis semanas
Satisfacer las necesidades espirituales
De todas las cosas que estas hermanas líderes hacían de manera diferente, había una cosa que todas teníamos en común: todas enseñábamos junto a nuestros esposos en la conferencia de zona. Si alguna de ellas no hablaba el idioma de la misión, alguien traducía su mensaje.
Las conferencias de zona en la misión se llevan a cabo cada seis semanas, y mi esposo, que era muy bueno en las entrevistas individuales, las encontraba extremadamente estresantes.
Afortunadamente, había pasado años discursando en la Semana de la Educación de BYU y en conferencias para jóvenes, por lo que me sentía preparada para ayudarlo.
Los presidentes de misión viajan a diferentes áreas de la misión para realizar entrevistas con cada misionero. Yo siempre acompañaba a mi esposo en estas visitas y me encantaba enseñar a los misioneros mientras esperaban su turno para cada entrevista.
Entrevistar a cada zona tomaba todo un día, por lo que la ocasión se convertía en un mini-taller donde los líderes de zona, los líderes de distrito, los asistentes del presidente y yo nos turnábamos para practicar métodos de enseñanza con aquellos que esperaban su entrevista.
Debido a que pasé mucho tiempo con los misioneros, cuando llegaba el momento de decidir los traslados al final de una transferencia, mi esposo confiaba mucho en mi opinión.
Varios de los misioneros que entrevisté dijeron que su presidente de misión y su esposa también habían trabajado juntos al decidir qué misioneros estaban preparados para ser líderes y quiénes estaban listos para un traslado.
Aunque normalmente la función de realizar entrevistas con los misioneros es del presidente de misión, el nuevo manual misional invita a los misioneros a que la esposa de su presidente se una a ellos en las entrevistas si es que así lo desean.
Los misioneros que entrevisté dijeron que apreciaban esa oportunidad. Las misioneras, especialmente, expresaron que les gustaba tener otra manera de desarrollar un conexión más fuerte con la esposa del presidente.
Satisfacer las necesidades sociales y emocionales
Cualquier padre que disfrute leer de la página de Facebook o un blog de la misión sabe con certeza que fue uno de los líderes de la misión quien mantuvo dichas páginas actualizadas.
La mitad de los misioneros que entrevisté dijeron que sus líderes de misión también realizaban publicaciones en las redes sociales.
En nuestro caso, mi esposo pasaba horas y horas leyendo y respondiendo las cartas semanales de cada misionero, así que durante ese tiempo yo compartía en nuestra página fotos e historias que había recopilado durante la semana para que los padres de mis misioneros también pudieran sentirse involucrados.
Mantener actualizadas las páginas de las redes sociales les dio seguridad y confianza a los padres. Además, ellos también pudieron ver muchas fotos del país, abriéndolos a una cultura que los misioneros a menudo olvidaban compartir.
Usaba estas mismas fotos y experiencias para crear el historial misional anual, un requisito del Departamento Misional.
Las esposas de los presidentes de misión también se aseguraban de que cada misionero fuera recordado en su cumpleaños. A veces, los misioneros recibían una llamada telefónica de la esposa del presidente de misión, otras veces una tarjeta o una bolsa con dulces.
Aprendí sobre las diferentes maneras en que estas hermanas líderes bendijeron la vida de los misioneros.
Compartiendo la carga
Debido a que a veces era difícil que los misioneros pudieran comunicarse con su presidente de misión debido a su apretada agenda, si necesitaban permiso para una actividad en el día de preparación o consejos sobre otros asuntos, se les daba la indicación de que llamaran a la esposa del presidente de misión.
De todas las tareas que disfruté como una líder en la misión, la que más me encantaba era salir con las misioneras y participar de sus lecciones. Pude ver lo bien que enseñaban juntas, lo bien que aplicaban lo que habían aprendido, lo bien que se relacionaban con los dominicanos cuando enseñaban con el Espíritu.
También me encantó la oportunidad de testificar. Los líderes de la misión son responsables de enseñar a los misioneros, y los misioneros son responsables de enseñar el evangelio a las personas, sin embargo, de vez en cuando tenía el privilegio de hacer ambas cosas.
Testificar con ellos en las calles y en los hogares también me ayudó a tener una mejor idea de lo que los misioneros debían aprender en las conferencias de zona y otras capacitaciones.
Alrededor de un tercio de los misioneros que entrevisté dijeron que las esposas de sus presidentes de misión también salían a enseñar con ellos.
Un sacrificio que vale la pena
Los líderes de misión no son todos iguales. Algunos dejan sus carreras para servir con la idea de regresar a su trabajo previo, mientras que otros se jubilan antes de salir al campo misional.
Otros se ausentan de sus ocupaciones, sin saber dónde trabajarán cuando regresen de sus misiones. Algunos llevan a sus hijos a la misión. Otros tienen hijos que ya no viven en casa.
De los misioneros que entrevisté, todos habían servido en países de habla hispana, sin embargo, un tercio de las esposas de sus presidentes de misión solo hablaban inglés, otro tercio solo hablaba español y el último tercio hablaba ambos idiomas.
Independientemente de sus diferencias, cada una de estas hermanas líderes encontró formas invaluables de bendecir la vida de sus misioneros.
Fuente: LdsLiving