Es una locura que el desamor se pueda sentir como un dolor físico y tangible.
Al menos, esa fue mi experiencia cuando atravesé mi primera ruptura amorosa. Fui la persona con quien terminaron y me preguntaba si alguna vez encontraría a alguien mejor, si alguna vez me sentiría atraída por alguien más, si realmente alguna vez sería feliz con alguien más y si compartiría con esa persona la eternidad.
¿La respuesta corta? Sí. Ahora, mirando hacia atrás, puedo ver que la ruptura amorosa fue por algo mejor y que había alguien mucho mejor para mí justo ahí afuera. Pero, en ese momento, se sintió como si hubiera un hueco en mi pecho que nunca se llenaría.
A pesar de que ninguna ruptura amorosa es agradable. En verdad, creo que las peores y más dolorosas rupturas amorosas son las inesperadas, ya que es como si sintieras que Dios te hubiera dicho que debías casarte con tu ahora ex.
También te puede interesar: Un terapeuta Santo de los Últimos Días comparte lo que el amor verdadero significa realmente (+ una de las historias de amor más profundas de la Biblia)
¿Qué sucede si es mi persona “única y especial”?
En una devocional de BYU, el Dr. Thomas B. Holman dijo:
“Permítanme aclarar dos cosas sobre lo que se entiende por “la persona correcta.”” Primero, las películas, las obras de teatro y la ficción, a veces, nos desvían con la idea de que hay alguien “único” en algún lugar con el que hicimos un convenio en la vida premortal para casarnos.
Pensamos que encontrar un compañero simplemente es cuestión de esperar “una tarde maravillosa”, entrelazar la mirada con alguien “en medio de una habitación llena de gente”, ir de la mano al templo más cercano y luego, vivir felices para siempre. No importa cuán romántica sea esta idea, no es respaldada por ningún consejo profético. El Presidente W. Kimball dijo:
“…La idea de las “almas gemelas” es una quimera, una ilusión; y aunque toda persona joven, hombre o mujer, tratará con toda diligencia y devoción de encontrar a la persona con la cual la vida pueda ser más compatible y hermosa, también es cierto que casi todo buen hombre y toda buena mujer podrían tener felicidad y éxito en el matrimonio si ambos estuvieran dispuestos a pagar el precio…”
Evidentemente, la búsqueda de un compañero no es una cuestión de esperar a que esa persona “única y especial” camine y te tome por sorpresa.
Entonces, está claro que no existe una persona “perfecta” para nosotros y hay consuelo en eso. Si terminaron contigo (o, incluso, eres quien puso fin a la relación), puedes estar tranquilo al saber que existe alguien con quien puedes ser feliz por la eternidad. Tu ex pareja no es tu única oportunidad para tener una vida feliz, puedes seguir adelante sabiendo que las cosas funcionarán incluso sin esa persona.
Pero, ¿por qué recibimos revelaciones contradictorias?
Sinceramente creo que uno de los dones más grandes que Dios nos dio es permitirnos y confiarnos escoger con quien casarnos. La eternidad es un tiempo largo y ser capaces de escoger a la persona con quien compartirla es la bendición más maravillosa y sagrada. Pero, incluso si no existen las almas gemelas, puede haber una persona con la quieras pasar la eternidad.
Pero, ¿qué sucede si esa persona no siente que se supone que deba pasar la eternidad contigo?
El Élder Uchtdorf en una charla fogonera dijo:
“Creo que me enamoré de mi esposa, Harriet, desde la primera vez en que la vi. Sin embargo, si hubiera decidido casarse con otra persona, creo que habría conocido y me hubiera enamorado de otra persona. Me siento eternamente agradecido de que eso no sucediera, pero no creo que ella haya sido mi única oportunidad para ser feliz en esta vida, ni yo haya sido la suya.”
Una de las cosas que más me llamaron la atención en este fragmento del mensaje del Élder Uchtdorf fue su uso de la frase, “… si [ella] hubiera decidido casarse con otra persona.” El Señor confía en nosotros para decidir con quién casarnos.
Creo que a veces utilizar la frase, “bueno, Dios me dijo que no deberíamos casarnos” puede ser una excusa. Es más fácil que expresar nuestros sentimientos o decir que no queremos estar con alguien. Sin embargo, las personas también podrían suponer erróneamente que si no reciben una señal del cielo, Dios les debe estar diciendo que la persona con la que están saliendo no es la correcta para ellos. Sin embargo, en realidad, si no tienes un mal presentimiento, es probable que Dios esté diciendo que está bien casarte con la persona con la que te gustaría casarte.
Habiendo dicho eso, también recuerdo una maravillosa pepita de sabiduría que mi madrastra una vez compartió conmigo. Recientemente, le terminaron a mi hermana y estaba devastada. Sentía como si Dios aprobara su relación con su novio, pero su novio sentía que Dios les estaba diciendo que terminaran. Cuando le pregunté a mi madrastra al respecto, “¿Cómo dos personas pueden hacer la misma pregunta y recibir dos respuestas diferentes de Dios?” Respondió pensativamente, “bueno, a veces podríamos ser las personas correctas para alguien, pero esa persona no es la correcta para nosotros y viceversa.”
Ejercer nuestro libre albedrío
Sin embargo, en la mayoría de los casos, mientras una persona y su pareja estén haciendo todo lo posible por seguir los mandamientos de Dios y guardar sus convenios, Dios les permitirá casarse con quien deseen. Del mismo modo, creo que Dios no quiere mandarnos en todas las cosas, Él quiere que tomemos nuestras propias decisiones, especialmente con respecto a la persona con la que elegimos pasar la eternidad.
De hecho, el Señor incluso nos lo dice en Doctrina y Convenios:
“Porque he aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas; porque el que es compelido en todo es un siervo perezoso y no sabio; por tanto, no recibe galardón alguno.”
“De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia; porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa” (DyC 58: 26 – 28).
Eso no quiere decir que no debamos preguntarle a Dios si aprueba a la persona que amamos para casarnos, ¡debemos hacerlo! Pero, quizá, también debamos darnos cuenta de que Dios confía en nosotros para tomar buenas decisiones y siempre que no nos sintamos mal por algo, Él quiere que ejerzamos el libre albedrío que nos dio tan amorosamente.
Artículo originalmente escrito por Amy Keim y publicado en thirdhour.org con el título “When You Get Revelation to Marry—But Your S.O. Doesn’t.”