Recientemente, atravesé una ruptura amorosa muy importante.
Importante porque durante el transcurso de la relación, hubo varios momentos en los que creí que este era el hombre correcto y que había terminado mi búsqueda. No voy a entrar en detalles sobre nuestra ruptura amorosa, pero diré que fue de mutuo acuerdo, terminamos amablemente y con mucha tristeza por ambas partes.
Para alguien como yo, que ha tenido citas durante más de 20 años la idea de estar realmente cerca y, una vez más, tener que volver a empezar es agotadora. Las primeras semanas después de nuestra ruptura amorosa, recuerdo haberles dicho a varias personas: “Estoy harta.” La respuesta que recibí de todos se puede resumir de la siguiente manera: “Esta fue una relación importante de la que necesitabas aprender para encontrar al hombre correcto.” Así que en otras palabras fue una experiencia de aprendizaje.
Estoy harta de las experiencias de aprendizaje. ¿Por qué “necesito” muchas más de ellas que una persona de 20 años que está comprometida?
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Sé que las personas tienen buenas intenciones y no están exactamente equivocadas. Sé que hay cosas importantes que aprender de cada relación sentimental que informarán mi búsqueda del cónyuge correcto. También creo que una de las ventajas de estar soltero más tarde en la vida es que aprendí más de mí misma, de los hombres y de qué tipo de relación querría si me hubiera casado más joven.
Entonces, aunque creo que se supone que aprenda de las experiencias y me siento agradecida por ellas, todavía siento ciertas dudas con respecto a la idea de que son necesarias antes de que se me permita encontrar al hombre correcto. Hay muchos obstáculos que atravesar y desafíos que debo superar antes de que pueda entrar a la siguiente etapa de la vida.
Cuando estaba en la secundaria, desaprobé los dos primeros exámenes en mi clase de álgebra de noveno grado. Debido a mi bajo rendimiento, el profesor me preguntó si me gustaría ser transferida a la clase de “fundamentos” de álgebra. El material del curso era el mismo, pero nos reuníamos con más frecuencia y el profesor dedicaba más tiempo a cada concepto.
Muchos alumnos en la escuela tenían un nombre despectivo para la clase y hubo muchas veces en que me sentí avergonzada de ser parte de esa clase. Pero, cuando terminó, me sentí agradecida por el ritmo de aprendizaje más lento porque me permitió captar el material de manera más fácil. Finalmente, llegué a ser muy buena en álgebra y, luego, me pidieron que fuera la asistente del profesor en la clase.
Entonces, ¿esa es la respuesta? ¿Necesito un aprendizaje especial sobre salir a citas? ¿Debo ser alguien que necesita un poco más de tiempo para entender los principios de las relaciones sentimentales antes de que sea buena al respecto? Tal vez.
Cuando pienso en el contexto de mi experiencia de álgebra de noveno grado, no fue tan humillante como parece. Sin embargo, en la mayoría de las cosas, probablemente eso no sea tan simple.
Dios tiene un plan para mí. Él sabe cómo se va a desarrollar mi vida. Además, creo que muchos factores influyen en mi plan de vida: Lo que Dios necesita que aprenda, mis decisiones personales y el albedrío de aquellos con quienes interactúo. No creo que Dios esté alejándome de un deseo justo porque todavía no lo he “ganado.”
Es naturaleza humana querer encontrar una razón para todo lo que sucede. Queremos atribuir un significado, especialmente para las cosas difíciles, ya que nos hace sentir un poco mejor y tal vez, incluso, nos da algo a qué culpar. Pero, nuestros caminos no son los de Dios, y mayormente, no sabemos realmente por qué suceden las cosas. De hecho, no podemos saberlo. La fe es un principio muy importante para que sepamos el motivo de cada circunstancia.
Sin embargo, saber o no el motivo realmente no cambiará nada. Mi vida avanzará independientemente de lo cansada que esté o lo decepcionada que pueda estar. Así que no me importa cuál sea el motivo, daré la bienvenida a más “experiencias de aprendizaje” en mi vida. Sólo esperemos que en cierto momento empecemos a aprender algo más.
Artículo originalmente escrito por Vera Taylor y publicado en ldsliving.com con el título “Why I’m Sick of Learning Experiences: A Message for Single Saints.”
