“Pasas de tener todos los ojos puestos en ti a que nadie te mire en una semana”.
Así describe McKenna Breinholt su experiencia en el programa de “American Idol” y la abrupta transición a la vida después de ser eliminada.
Su participación en el programa fue memorable; en su audición cantó “There was Jesus” de Zach Williams y Dolly Parton. Se hizo viral y apareció en la promoción de la temporada.
Sin embargo, fue otro momento en el show lo que cambiaría su vida para siempre.
Durante la votación final, Katy Perry le pidió a Breinholt que invitara a su familia al estudio. Al abrir la puerta, la joven adoptada de bebé se reunió con dos de sus tías, un tío y su abuela biológica.
“Saber que tengo otra familia que también está emocionada de conocerme y quererme fue conmovedor”.
La emotiva escena, que dejó a Breinholt en lágrimas, mostró cómo su vida personal y sus sueños musicales se entrelazaron en una experiencia de redescubrimiento.
Un viaje emocional y profesional
Después de ser eliminada del programa, Breinholt experimentó una montaña rusa emocional.
“Tuve un subidón enorme y luego todo se vino abajo”.
Experimentaba una crisis de identidad y profesional.
Su presencia en redes sociales también decayó, algo a lo que antes no daba importancia, pero que tras la exposición mediática comenzó a afectar su percepción de éxito.
“Estás expuesta a tanta fama y diversión que casi olvidas quién eres y lo que quieres para ti”.
Pero, aunque los días de la competencia quedaron atrás, Breinholt encontró una oportunidad de redescubrimiento.
En julio, se sometió a una cirugía para remover un pólipo de sus cuerdas vocales, y durante su recuperación empezó a escribir su propia música por primera vez. Dos de sus nuevas canciones nacieron de sus experiencias, incluyendo una inspirada en su proceso de recuperación de adicciones.
“Ahora estoy aquí con mi voz completamente recuperada”.
Un pasado turbulento
Nacida y criada en Gilbert, Arizona, McKenna mostró un talento musical desde temprana edad. Su madre, Lisa Breinholt, recuerda a su hija de 6 años tocando canciones de Plaza Sésamo en un piano de juguete. Su madre comenta que a medida que crecía, la presión por encajar y las inseguridades personales comenzaron a afectar a McKenna.
“Siempre había alguien más bonito y más delgado”.
En la secundaria, Breinholt se rebeló contra las expectativas de quienes la rodeaban. Se alejó de su círculo social habitual y comenzó a pasar tiempo con amigos que enfrentaban problemas de autoestima y abuso de sustancias.
Empezó a usar drogas más fuertes y, durante años, perdió contacto con su verdadera identidad:
“Perdí mi voz, mi luz, mi impulso — todo”.
Su situación alcanzo a un punto tan crítico que llegó a dormir en su automóvil, sintiendo que era su única forma de libertad. Pero, eventualmente, se dio cuenta de que debía cambiar de vida para no caer en una cadena de adicción.
Fue durante un momento de desesperación, mientras trabajaba en su sobriedad, que decidió buscar ayuda en un mentor cercano, quien también era líder en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Después de una bendición, Breinholt experimentó una profunda paz que describió como un “mensaje de amor de Dios hacia mí”.
El reencuentro con su familia biológica
A los 21 años, Breinholt comenzó a investigar sobre su familia biológica. Descubrió que su madre biológica, Amy, había sido cantante en un dúo de música indie llamado “Nowhere Man and a Whiskey Girl”, y que también había luchado con problemas de adicción.
“Fue mucho para procesar, pero al instante supe de dónde venía mi oído musical”.
Poco después, Breinholt decidió contactar al entrevistador de su madre biológica en YouTube para saber más. La respuesta de la hermana de Amy, su tía biológica, fue un mensaje de bienvenida que Breinholt ha releído incontables veces desde entonces.
Su nueva familia también quería conocerla, siguiendo su vida a través de videos en Internet.
Fue así que sus padres adoptivos, Lisa y Garin, junto con los productores de American Idol, organizaron la sorpresa que conmovió a la audiencia. Para Lisa, el reencuentro era una continuación de la historia de Amy, ahora a través de su hija.
Un renacer artístico y espiritual
En su audición, Breinholt se mostró segura, con un tono de voz “cálido” y una “pequeña tristeza”, según describió Lionel Richie. Katy Perry también elogió su voz y se interesó por su historia de adopción.
Poco después, Dolly Parton y Zach Williams reaccionaron al video de su audición, amando su interpretación de su canción.
Mientras Breinholt encuentra su lugar tanto en la música como en su vida personal, se siente lista para compartir su historia de lucha y superación.
“Honestamente, no me sentí realmente confiada hasta el año pasado”.
Ahora, con una perspectiva más amplia, ve los momentos oscuros de su vida como experiencias necesarias para construir su fe y su carácter.
“Ya no tendré otra crisis de fe, porque ya he estado en el punto más bajo de mi vida. Dios debería haberme dado la espalda por las cosas que elegí hacer, pero mirando hacia atrás, veo tantas bendiciones que recibí en ese tiempo”.
Breinholt espera que su historia inspire a otros a encontrar fortaleza en los momentos difíciles.
Para ella, el reconocimiento que obtuvo en American Idol fue solo el comienzo de un viaje de autodescubrimiento y de amor hacia su música, su fe y su identidad.
Fuente: Deseret News